El Barça femenino regresa al Camp Nou 50 años después


Jenni Hermoso (Madrid, 1990) y Alexia Putellas (Mollet del Vallès, 1994) comparten cualidades futbolísticas: son zurdas, juegan en el Barça, tienen una calidad inmensa y son indiscutibles para Jorge Vilda, el seleccionador español. También han vivido los últimos hitos de La Roja. Fueron convocadas en el primer Mundial para el que se clasificó España, Canadá 2015, y para el segundo, Francia 2019, en el que el combinado nacional ganó su primer partido en una Copa del Mundo y cayó tras una gran actuación en octavos de final ante la campeona, Estados Unidos. Ambas han visto el crecimiento del fútbol femenino en esta última década, sobre el que se muestran cautas pero optimistas. “No somos las primeras futbolistas que ha habido. Imagínate las otras generaciones lo que tuvieron que hacer para poder jugar. Siempre ha costado más que la mujer viva del deporte por un tema social. Ahora empieza a estar visibilizado, pero el fútbol masculino lleva muchos años de ventaja. Con el cambio de mentalidad, la mujer ya no está encasillada en un rol doméstico, es mucho más libre”, dice Putellas, sentada al lado de Hermoso, en una entrevista con EL PAÍS el pasado miércoles, dos días antes de golear a Moldavia (10-0) en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas y de que se suspendiera el partido del próximo martes ante Polonia, decisivo en la carrera hacia la Eurocopa de Inglaterra 2022, por un brote de coronavirus.

España está muy cerca de clasificarse para el torneo continental. Las de Jorge Vilda son primeras de grupo con 16 puntos, dos más que Polonia, que ha jugado un partido más. Si la selección empata contra las polacas —la UEFA ha confirmado este domingo que jugarán en febrero—, ya tendrá el billete para la Euro. La Roja, además, tiene otra bala en caso de derrota: un enfrentamiento aplazado contra Azerbaiyán, que cierra el grupo con 0 puntos, solo un gol a favor y 23 encajados. Es favoritísima y está a centímetros de sellar la clasificación. Lo dice Putellas: “No vamos a ser hipócritas. Sabemos que ese cartel nos lo han colgado”.

Pilares de la selección y del Barça, Jenni Hermoso y ella han sido testigos de las nuevas cotas que ha conquistado el fútbol femenino en España: de los equipos amateur a la llegada del profesionalismo, el hito de juntar a más de 60.000 espectadores en el Wanda Metropolitano en un Atlético-Barcelona –récord mundial en un encuentro entre clubes– o la firma el pasado febrero del primer convenio colectivo del fútbol femenino en Europa. Con muchas otras cotas todavía por alcanzar, el reconocimiento social hacia las futbolistas ha crecido poco a poco en estos últimos años. Un escenario las puso en el foco: el Mundial de Francia 2019, retransmitido en abierto en España y que se cerró con una derrota llena de casta ante Estados Unidos, la tetracampeona del mundo. Jenni Hermoso fue la máxima anotadora de La Roja en el torneo con tres goles: “A raíz de ese Mundial en España se cambió un poco el chip y la gente se concienció un poco más del fútbol femenino por cómo se hicieron las cosas. Se vivió mucho, se retransmitieron todos los partidos y fueron partidazos, que eso engancha a la gente. No sé si se puede decir que se nos valora mucho más, pero sí que se dio un gran paso”.

España ha pasado en un lustro de su primer Mundial a estar considerada como una selección preparada para enfrentarse a las principales potencias del mundo. El pasado marzo, por ejemplo, venció a Japón e Inglaterra en la SheBelieves Cup y perdió ante Estados Unidos por la mínima (1-0). “El fútbol femenino está empezando a cuajar. Antes no se veía un solo partido o no lo retransmitían. Cada vez importa más lo que hace la selección y poco a poco está entrando en las casas de las familias. Eso hace que las niñas también vean esto como una profesión”, opina Alexia Putellas, que considera que sería un error ponerse límites en la Eurocopa si se corrobora la clasificación.

La apuesta por el fútbol femenino del Barça, el club con mayor presupuesto de España, ha sido un espaldarazo para la selección. Entre las habituales titulares de La Roja, además de Hermoso y Putellas, están un puñado de jugadoras azulgranas: la portera Sandra Paños, la central Mapi León, la lateral Leila Ouahabi, las centrocampistas Aitana Bonmatí y Patri Guijarro y la delantera Mariona Caldentey. El combinado nacional y el club catalán, que hace un año jugó su primera final de la Champions y la pasada temporada perdió en semifinales, juegan casi a lo mismo: ambos miman el balón y, con frecuencia, presionan en campo contrario para tratar de ahogar la salida del rival. “Es el mismo estilo, el ritmo y el juego se asemejan. No todas las jugadoras somos del Barça, pero en España el juego también es de toque”, apunta Jenni Hermoso.

Este pasado miércoles, unos minutos antes de la entrevista, Hermoso se enteró de que estaba entre las 11 futbolistas nominadas a mejor jugadora del año para la FIFA. “Son cosas que te hacen sentirte bien, orgullosa”, resume. Ella y Putellas, sin ser ninguna una delantera nata, llevan cada una 121 goles con el Barça, solo dos menos que Sonia Bermúdez, la máxima goleadora de la historia del club. “Nos vamos turnando, es uno ella y otro yo”, bromea. La madrileña suma 36 tantos con España, a dos del récord de la gallega Vero Boquete.

Hermoso y Putellas también tienen en común que empezaron en el fútbol sin una jugadora a la que querer imitar, por mucho que la madrileña conociese y admirase después a Ana Fernández Navarrete, Nervy, una futbolista del Atlético de Madrid que era zurda como ella y que se encargó de hacerle las pruebas para entrar en la cantera de la entidad rojiblanca en 2002. “Encendías la tele y el fútbol femenino no existía. Era imposible tener referentes, a no ser que jugaras en un club que tuviera un primer equipo y te fijaras en alguna jugadora”, explica Putellas. Ellas, sin embargo, pertenecen a la primera generación de mujeres que ha comenzado a salir en la televisión los fines de semana jugando al fútbol, aunque cada jornada hay aún bastantes partidos de la Liga femenina que no se retransmiten. Hermoso es consciente de que pueden ser un espejo para muchas jóvenes: “Se nos está viendo y tenemos la responsabilidad de que las niñas y niños —que también pueden tener referentes femeninos— que empiezan a jugar nos vean como algo que quieren ser. Tenemos la oportunidad de enseñar y compartir ese camino para que la niña pequeña que quiera seguir jugando vea una salida”.


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