No es preciso rebuscar mucho entre datos y estadísticas para entender que algo ha cambiado en el Celta, el equipo menos goleado de la segunda vuelta del campeonato, que apenas ha concedido seis goles en doce partidos, tres menos que el Real Madrid y dos que el Barcelona, al que recibe este sábado en Balaídos (17.00, Movistar LaLiga) con el amparo y la ilusión de dar continuidad a su súbita excelencia defensiva. Un tanto recibido en las siete últimas jornadas contemplan esta coriácea versión del equipo gallego, doliente las últimas campañas por su flaqueza zaguera, emergente por su talento en ataque para que su manto futbolístico no acabese de destaparle. En el ecuador del campeonato parecía que transitaba al desnudo porque apenas Betis, Mallorca y Espanyol habían concedido más goles y sus faros ofensivos no acababan de alumbrar. Hoy el Celta es una muralla. En el total del campeonato solo seis equipos encajaron menos y tras reiniciar el torneo apenas un punto sobre los puestos de descenso los mira ahora a siete de distancia. En la víspera del duelo contra el Barcelona, la directiva anunció la renovación, por una campaña con opción a otra más, del cuerpo técnico dirigido por Óscar García Junyent y del director deportivo, Felipe Miñambres.
Óscar llegó a Vigo en la primera semana de noviembre para suplir a Fran Escribá. Más allá de su ADN blaugrana y su vínculo con la familia Cruyff, las referencias eran tibias. Había entrenado en Inglaterra, Israel, Francia, Austria y Grecia, pero en España solo se había sentado en el banquillo del juvenil del Barcelona. Su pedigrí hizo arquear algunas cejas: después de 13 partidos, el Celta había concedido gol en diez, estaba en puestos de descenso y tras el estreno del técnico, justamente en el Camp Nou, el equipo se quedó cuatro puntos por detrás de la línea roja del descenso, víctima de sucesivos cataclismos en la retaguardia. Había probado con varios cerrajeros, pero la puerta seguía abierta. Óscar se explicó cuando le preguntaron si su ideario era el adecuado para poner el candado. “Uno de los objetivos de Cruyff, y mío ahora, es lograr que los jugadores sean inteligentes y entiendan que está pasando”, matizó.
Jorge Otero dejó el club con 24 años, justo el verano que jugó el Mundial de Estados Unidos, hace ya 26 estíos. Aún así está entre los veinte jugadores que más veces vistieron la camiseta del Celta, un zaguero de referencia que ilustra sobre lo que mejor sabía hacer: “Para defender bien no solo hay que tener buenos defensas. El Celta, desde la llegada de Óscar, trabaja muy bien sin balón y logra involucrar en esa faceta a tanto jugador talentoso como tiene y al que antes les costaba replegarse. El fútbol ha cambiado y ya no se puede jugar con el equipo partido”, explica. El equipo ha logrado matizarse y más tapado no deja de obtener frutos en lo que siempre fue su fortaleza, el ataque. “Tanto que defendimos nos costó un poco más generar arriba, pero nuestro equipo tiene fútbol y calidad y si dejas la portería a cero siempre sumas”, resumió Iago Aspas tras el esforzado triunfo de esta semana en San Sebastián. El Celta llevaba año y medio sin festejar dos victorias consecutivas.
Un análisis bajo la lupa muestra un Celta que trabaja en menos metros, nada dogmático en la pizarra, porque por más que Óscar ofrezca señales de encontrarse más cómodo con una línea trasera de cuatro hombres tampoco destierra la idea de alinear a tres centrales, solución que aplicó por ejemplo en aquel estreno en Barcelona. “El equipo tiene un sello, pero sobre todo sabe adaptarse a lo que requiere cada situación”, valora Otero. Alguna pieza le ha aportado valor. “No se puede negar lo que nos ha aportado Jeison Murillo, veterania, experiencia…”, detalla Aspas. “Es un líder”, resuelve Denis Suárez sobre el central colombiano, cedido por la Sampdoria en el mercado de invierno tras un tibio paso por el Barcelona al final de la pasada campaña. También llegó en buen momento. “Los centrales juegan ahora menos expuestos porque el equipo es más solidario y se repliega mejor”, explica Otero.
Lograr el pase de Murillo está en los planes de un club que, tras ingresar en enero 20 millones de euros por Lobotka, guarda dinero en la caja y anhela también hacerse con la ficha de Rafinha, al que ninguna cláusula impedirá enfrentarse esta jornada al club que tiene sus derechos. La opción de compra del hijo de Mazinho se eleva a los 15 millones de euros, la misma que por el colombiano. El club cree que la renovación de Óscar es el primer paso para convencerles de que se asienten en un proyecto que atisba al fin el equilibrio: el Celta ya no solo depende del genio de Aspas. El entrenador lo resume: “No podía ser que para ganar partidos tuviésemos que marcar siempre al menos dos goles”.
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