El Barcelona-Real Madrid de vuelta de cuartos de la Champions se convirtió este miércoles en mucho más que un partido de fútbol. Ganaron las azulgrana por 5-2 (8-3 en el global) para llegar a semifinales, la cuarta seguida para ellas en la Copa de Europa, y la fiesta fue total en el que es ya el partido femenino con más espectadores en toda la historia del fútbol: 91.553 espectadores abarrotaron el Camp Nou y superaron así el registro de 90.915 personas que vieron en directo la final del Mundial de 1999 entre Estados Unidos y China en el estadio Rose Bowl de Los Ángeles. Atrás quedó también el partido masculino con más afluencia este curso en el Camp Nou, precisamente el clásico entre Barcelona y Madrid, que congregó a 86.422 hinchas. Se superó ampliamente el registro del duelo femenino de clubes con más público hasta ahora, el Atlético-Barcelona de Liga en marzo de 2019 que sumó 60.739 seguidores en el Wanda Metropolitano. Y el clásico se quedó también con el récord en una cita de la Champions femenina, que pertenecía a la final de 2012 entre el Olympique de Lyon y el Frankfurt (50.212).
El Barça-Madrid no quería ser dueño de España ni de Europa, quería la mejor marca del mundo y borró cualquier registro internacional. More than empowerment, más que empoderamiento, se desplegó en varias ocasiones en un mosaico gigante.
El horario del encuentro europeo (18.45) y el tráfico (la huelga de profesores y de transportes complicaron, aún más de lo habitual, la circulación en la capital catalana) no ayudaron a poblar de entrada el Camp Nou. De hecho, según calculan en el club, cuando comenzó el clásico había cerca de 50.000 personas en las gradas del estadio, mientras que en los alrededores del Camp Nou se abarrotaba la hinchada azulgrana dispuesta a ver un hecho histórico para el conjunto femenino: el primer clásico europeo.
La vida del Madrid en la Champions, en cualquier caso, contrasta con la del Barcelona. Las muchachas blancas son novatas en la Liga de Campeones, mientras que las azulgrana, defensoras del título, alcanzaron la quinta semifinal de su historia, la cuarta consecutiva. El partido en el Alfredo Di Stéfano había funcionado como despertador para el Barça (1-3). El equipo de Alberto Toril fue duro y combativo, difícil de romper para las azulgrana, nada que ver con el plácido 5-0 que había cosechado en el último clásico en la Liga. El guion, sin embargo, no cambió demasiado en el Camp Nou. Y eso que esta vez el que sorprendió de arranque fue el Barcelona.
Un centro de Mapi León que se le envenenó a Misa y se coló en la portería del Madrid parecía regar de tranquilidad a las azulgrana. Fue una ilusión. Las jugadoras de Toril no van vestidas de blanco porque sí. Es decir, dignificaron el clásico hasta el punto de hacer dudar al campeón de Europa. Una misión nada fácil, sobre todo ante un equipo que no conoce la derrota en la temporada: 36 partidos y 36 victorias. Tras el empate de Carmona de penalti, el Madrid no se achicó, al contrario. Y Claudia Zornoza, una de las futbolistas más talentosas de Valdebebas, se inventó un gol antológico: sacó un latigazo pasado el círculo central que sorprendió a Paños.
El Camp Nou ni se inmutó. Ni asomó el runrún que mete más miedo a los propios que a los ajenos, y el Barça encendió la máquina del fútbol. El ruido, entonces, estaba en las gradas y en el césped. Y parecía que nadie se quería quedar fuera de la fiesta azulgrana después de que Aitana firmara el 2-2. Apareció Claudia Pina, después Alexia Putellas y una jugadora, tan sobria como brillante, como Graham Hansen para cerrar la goleada del Barcelona.
Un encuentro que volverá a abrir los libros de historia para el Barcelona, pero también los del fútbol español, europeo y mundial: un clásico de récord en la Champions League que fue más que un partido.
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