Hay momentos de la televisión que ya forman parte de la historia pequeña pantalla, secuencias que son imposible olvidar y que marcaron un antes y un después no solo en las vidas de sus protagonista, también en la de todos aquellos que fueron testigos del momento. Uno de los más recordados celebra este sábado 11 de julio nada menos que diez años. Era cerca de la medianoche cuando la selección española del momento, capitaneada por Iker Casillas, celebraba por todo lo alto la victoria contra Holanda, que convertía a la Roja en los campeones del Mundial de Sudáfrica 2010. Tras los abrazos y el éxtasis del campo, llego el turno de las entrevistas, que pocos esperaban que se convirtiera en uno de los platos fuertes de la noche.
Porque sí, España había ganado el Mundial, pero esa noche se produjo otro hecho histórico, al menos de la televisión y es que Iker Casillas, embriagado a por la victoria y la emoción, hizo algo que seguramente jamás se habría planteado: protagonizar el beso más recordado de los últimos tiempos. Al otro lado del micrófono se encontraba su por entonces novia y ahora mujer, Sara Carbonero, que con una sonrisa protagonizaba una entrevista que batió récords gracias a la resaca del partido: una audiencia media de 12.969.000 espectadores y el 77,2% de cuota de pantalla.
“Madre mía…”, decía roja como un tomate, muerta de la vergüenza después de que su chico le diera un gran beso con el que además confirmaba una relación que comenzaba a ser un secreto a voces. “Pues luego seguimos, ¿vale?”, conseguía decir mientras el portero, que reía y lloraba a partes iguales, por la doble emoción. De fondo se escuchaban unos aplausos, que tiempo después se supo eran de los ahora reyes Felipe y Letizia, que fueron sin querer testigos de esa bonita muestra de amor.
Desde entonces, Iker y Sara no se han separado y han formado una bonita familia que se ha convertido en su mejor legado. Cuatro años después, dieron uno de sus primeros grandes pasos, la compra de una vivienda ubicada en La Finca en la que vivieron su época dorada. Convertida en una de las parejas del momento, fue allí, en la vivienda que compraron a la actriz Lydia Bosch y que les costó 2,5 millones de euros, donde empezaron a asentar las bases de lo que sería su vida.
Un chalet de 750 metros cuadrados, más jardín, dividido en cuatro plantas, cinco dormitorios, seis cuartos de baño, dos salones, una gran cocina, un salón de juegos y un cuarto de servicio en el que la pareja disfrutó de los primeros meses de la vida de su primer hijo, Martín, que nació el 3 de enero de ese 2014.
Poco después, Iker Casilla comienza su etapa profesional más complicada, que terminó con su salida del club de sus amores, el Real Madrid, y su fichaje por el FC Oporto. La ciudad portuguesa le acogió con los brazos abiertos y su familia se fue con él. Sara pidió una excedencia temporal en su trabajo en los informativos Telecinco para mudarse también a la ciudad portuguesa, donde alejados de los focos vivieron su etapa más tranquila. Poco después de su llegada, anunciaban que estaban esperando su segundo hijo, Lucas, un niño que nació en junio del año siguiente. Con la familia completa, Iker y Sara decidieron dar otro paso más en su historia de amor y pasaron por el altar. Pero lejos de organizar una boda por todo lo alto fueron fieles a su discreción y a su ‘sí, quiero’ apenas acudieron sus padres y sus dos hijos.
Todo parecía tranquilo hasta la llegada de 2019, el año más negro de sus vidas. El 1 de mayo Iker Casillas sufría un infarto de miocardio por el que tuvo que ser operado de urgencia. Un gran susto que paralizó al deporte español y portugués, asustó a Sara como nunca y cambió el rumbo de su vida, pues por recomendación médica no ha vuelto a pisar el césped para jugar un partido. Sin embargo, la mala racha estaba lejos de terminar.
Apenas unos días después Sara Carbonero anunciaba en sus redes sociales que había sido operada de un cáncer de ovario. “Esta vez me ha tocado a mí, esa dichosa palabra de 6 letras que todavía me cuesta escribir. Hace unos días en una revisión, los médicos me vieron un tumor maligno de ovario y ya he sido operada. Todo ha salido muy bien, afortunadamente lo hemos pillado muy a tiempo pero todavía me quedan unos meses de lucha mientras sigo el tratamiento correspondiente”, escribió la periodista, que ha hecho frente a la enfermedad con la misma discreción que ha marcado toda su vida.
A pesar de estos dos duros golpes, Iker Casillas y Sara Carbonero siguen manteniendo la esencia que les hacía brillar hace diez años. Se gustan, se quieren, están enamorados e, igual de tímidos, reciben lo que la vida les entrega, conscientes de que a pesar de que han vivido momentos difíciles, lo bueno: su amor, sus hijos, la familia, los amigos, siguen estando por encima de todo.