El bipartidismo se pisa los talones

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, observa la intervención del líder del PP, Pablo Casado, en el Congreso el pasado miércoles.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, observa la intervención del líder del PP, Pablo Casado, en el Congreso el pasado miércoles.Eduardo Parra / Europa Press

El recurso de los partidos, singularmente de los que sustentan al Gobierno, a apelar a los más de dos años que restan para nuevas elecciones generales, y, por tanto, la poca fiabilidad de las encuestas, es meramente retórico. En los cuarteles generales de las formaciones el apartado de análisis político y electoral ocupa un espacio estimable. El PSOE y el PP están en tablas, no es significativa la mínima supremacía que ambos alternan por semanas. Vox no escala rápido, pero se mantiene rocoso, mientras que Unidas Podemos apunta a una ligera mejoría. Ciudadanos respira algo mejor que antes del verano, pero con mucha dificultad para la supervivencia. Con esta realidad del momento, que avalan fuentes de los principales partidos y de diferentes estudios de opinión, al margen de las declaraciones públicas, la disputa no concederá tregua.

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Es posible que el sentir ciudadano de hoy pueda ser radicalmente diferente cuando se celebren las elecciones generales de 2023, concluido ya el año. Pero cada partido quiere mantener la toma de temperatura de forma permanente. El PSOE no saca nueve puntos al PP, como apuntó el último barómetro del CIS. Tampoco el PP está muy por encima del PSOE, como señalan otras encuestas aunque con diversidad en los datos. Los populares transmiten que están cerca de los cuatro puntos de ventaja, mientras que en las mismas filas otros interlocutores los dejan en dos. Con este panorama no puede esperarse que el PP vaya a aminorar su ímpetu opositor. Tampoco Vox aflojará, ni levantará la vigilancia sobre el partido de Pablo Casado. Unidas Podemos mantendrá la cogobernanza con el PSOE pero con una continua presión, sin estridencias, sobre el gobierno en todas las materias socioeconómicas. En ese terreno se juegan las elecciones, reconocen en las fuerzas políticas.

El denostado Centro de Investigaciones Sociológicas, CIS, solo recibe críticas severas de la oposición y de otros institutos de opinión, pero ninguno de ellos duda de que presta un servicio innegable. Al hacer públicos todos los datos recogidos en sus encuestas, en bruto, estos son muy bien aprovechados por su competencia. Así lo hacen igualmente los analistas de los partidos para compararlos con los propios.

A pesar de las notorias dificultades y precariedad que afectan a muchos ciudadanos, también se refleja en los datos de todos los estudios que hay una clara tendencia al optimismo después de un verano de semanas con mucho movimiento de turismo interno y de evolución favorable de la economía. Todos los vectores económicos indican que la economía mantendrá la mejora y el crecimiento durante los dos próximos años. Esta es la previsión y la esperanza del Gobierno, que pondrá a toda marcha la maquinaria económica con el motor de Europa.

A riesgo de peligros a medio y largo plazo —déficit y deuda— en la parte socialista del Gobierno se trabaja en la imperiosa necesidad de que la mejoría la noten los más afectados por la pandemia. Los avisos de que no puede incurrirse en políticas de gasto desmesuradas de momento caen en saco roto. El Gobierno cree que tiene controlado y estudiado hasta dónde puede llegar. En su balanza, prima buscar el equilibrio para tratar de romper las brechas de desigualdad, señalan los interlocutores consultados.

Por voluntad propia, según señalan fuentes gubernamentales, o porque Unidas Podemos alza y alzará la voz con estas reclamaciones, Pedro Sánchez forzará al máximo los límites que le recuerda la vicepresidenta primera, Nadia Calviño.

No hay motivos de entusiasmo desmedido para el PSOE, ya que su incremento de casi un punto, según el CIS publicado hace 48 horas, en relación a julio, se justifica por el retroceso del PP. Pero tampoco hay razones para el abatimiento: los augurios de su fuerte retroceso no les salen ni en datos actuales ni en tendencias. En sus vaticinios de que no están tan mal e incluso de que solo les queda crecer les acompañan estudios propios y ajenos. La observación de que Vox “ha llegado para quedarse”, según distintos dirigentes políticos, es aceptada como incuestionable y seguida muy de cerca tanto por el PSOE como por el PP. Ciudadanos sigue con síntomas débiles. Los analistas de Elemental Research manejan esos datos y sitúan a Unidas Podemos en un 11,3% en tanto que Más País no se mueve, con un 4,3% en intención de voto. No hay diferencias sustanciales en las opiniones de los partidos respecto a que el PSOE y el PP están en un virtual empate tras el verano, dado que los populares han frenado su crecimiento. Con ligeras diferencias en ello coinciden Elemental Research e Imop Insights, centro que elabora estudios para El Confidencial.

La carrera por estar en la cabeza se va a librar, pero para el PSOE y el PP es vital cómo les vaya a los rivales por su izquierda y por su derecha. Sin la ayuda de independentistas y regionalistas, Pedro Sánchez no gobernará. Casado tampoco lo hará sin Vox. De las tripas de los datos del CIS se aprecia que la preocupación ciudadana mayoritaria está en la situación laboral y en la economía. Ese es el campo de juego. El Gobierno se centrará en realzar machaconamente cada dato que sea favorable, en tanto que el PP tiene el reto de convencer de que todo va a peor, y lo que avance será a pesar del Gobierno a Europa.

El Ejecutivo está convencido de que ese reproche constante se dará de bruces con la realidad del país. Ante esta posibilidad, los populares arreciarán con las relaciones entre el Gobierno y la Generalitat catalana y el supuesto peligro de desmembración de España. Si esto no es fácil justificarlo, por el curso de las negociaciones, sí puede encajar la denuncia de un trato favorable a la comunidad autónoma catalana. La preocupación de los ciudadanos, una vez atemperado el peligro de la pandemia, está en la economía, pero el PP no se retirará de la batalla de los símbolos nacionales.


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