Atrapado en su particular marmota, el Madrid lo mismo se engancha a Vinicius y Courtois en una noche gris frente al Valladolid que cuatro días después contra el Levante en un choque mucho más convincente. El brasileño sostiene el ataque cuando este Real pendular tiene su momento cumbre en los partidos. Cuando el conjunto de Zidane entra en barrena no encuentra mejor antidisturbios que Courtois. Lo mismo da en Valdebebas o en La Cerámica ante el inquilino Levante.
Zinedine Zidane da instrucciones a su equipo durante el partido entre el Levante y el Real Madrid el pasado 4 de octubre. En vídeo, sus declaraciones en la rueda de prensa posterior al encuentro.
Mejorada su versión ante el Valladolid, el Madrid, con Modric de corneta y Vinicius de fino goleador, tuvo el duelo cogido por el pecho contra un rival tan desamparado con la pelota como sin ella. Hasta que cerca de la hora, Paco López reclutó a Melero y De Frutos. Intervino ZZ para despachar a Vinicius y Asensio. Agitados los banquillos, el partido dio un vuelco. De un Levante marchitado a un Levante chisposo y decidido durante los últimos veinte minutos. De un Madrid autoritario y enérgico a un Madrid en manos de Courtois hasta que Benzema selló el 0-2 cuando quedaban 40 segundos.
El partido arrancó borroso. Tan turbio y tartaja que no había hilo para ninguno. Inaudito: unos le pegaban con el juanete, otros con la uña. En medio del extravío general irrumpió Vinicius. No en su costado, donde ya es un reputado perturbador de defensas, sino en el área. Esa zona donde el brasileño se le suele tachar, con motivo, de solo ver cocodrilos. Pues con el encuentro en barbecho nadie fue más clínico que Vinicius.
El chico se hizo el longuis en un córner lanzado por Modric. No es un cabeceador, así que se fue del paisaje. Lo mismo intuyó el Levante, que le perdió de vista sin rechistar. Esta vez, un espejismo. Morales, el carcelero más cercano, tuvo tiempo de ver merendar a Vinicius. Un toque para amortiguar la pelota, otro para ponerla en el periscopio y otro para lanzar un disparo combado y galante.
¿Otro Vinicius? En una semana no se rajó mano a mano con Roberto, portero del Valladolid, ni en una ejecución mucho más compleja ante Aitor, meta del Levante. Si el joven madridista aliña su fútbol de amagos, fintas y sprints con goles… Quizá esté en camino de un cambio de escala, pero su romance con el gol no será instantáneo. Se advirtió en el inicio del segundo acto, cuando se desplegó un Madrid atómico. Al frente, Modric, un ilustrado al que le cabe un campo en las botas. Y un Modric conmovedor, ese cadete que, a sus 35 años, no hace ascos a la intendencia propia de un cadete. Durante un buen trecho, el grupo de Zidane abrumó al adversario.
El Levante no se fue al precipicio por algo de fortuna y porque Vinicius fue el otro Vinicius. Una pifia de Rubén Vezo derivó en un birle de Modric y un remate de Benzema al poste izquierdo de Aitor. Modric, Valverde —crecido tras un tiempo irregular— y Casemiro, con colmillo en cada jugada, se bastaban para enchironar al cuadro de Paco López. En pleno asalto al fuerte granota, Asensio citó a Vinicius con el gol de la misma manera que unos minutos después lo haría Benzema. Al jugador de Río se le fue cruzado el primer disparo. Mucho más elemental era el segundo, casi de frente a Aitor y a un palmo de la red. Agua.
El viento soplaba a favor del Madrid, cuando el actor principal ya no fue Vinicius, sino Courtois. Mejor dispuesto tras la mudanza ordenada por Paco López, con Melero de avanzadilla, Bardhi forzó al belga en dos jugadas casi consecutivas. Primero con un disparo desde el balcón del área bien palmeado por el meta madridista. Luego, en una acción aún más enrevesada para Courtois. El disparo del macedonio lo desvió Casemiro y el portero visitante, casi vencido por el imprevisto rebote, tuvo que repeler el balón con un pie. También le pasó revista Clerc, con un tiro escorado. Con su salida, el gigante Courtois se hizo aún más gigante.
En los mejores momentos del equipo valenciano, Ramos cazó al vuelo un cabezazo servido por Modric. Pareció que el capitán empujó a Rubén Vezo, pero el VAR decretó fuera de juego. De serlo, por menos de un milímetro. Al fútbol le ha dado tal ataque de puritanismo justiciero que algún día tendrá que recurrir a un satélite de última generación de la NASA.
Resuelta la jugada con el nonius arbitral, el Madrid resistió, el Levante se quedó en la orilla y Benzema dio la estocada final.
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