Acostumbrados a oír hablar del cáncer en términos de esperanza, avances y éxitos, corremos el riesgo de creerlo un enemigo vencido. En el Día Mundial del Cáncer de Pulmón, que se celebra cada 17 de noviembre, las cifras nos devuelven los pies a la tierra: anualmente se detectan en España unos 30.000 casos de este tipo de tumor. Este año, las estimaciones apuntan a que morirán por este motivo 21.200 españoles. Es la principal causa de muerte por tumores en España —representa el 20,55% de todas las defunciones de cáncer en nuestro país—. Las cifras mundiales tampoco son muy alentadoras: cada año se diagnostican en el mundo 1,6 millones de nuevos casos, y fallecen 1,3 millones de personas. Aun así, también hay luces entre las sombras, y las investigaciones van abriendo puertas en el desarrollo de nuevas y esperanzadoras terapias basadas en la medicina de precisión.
Entender este cáncer —el tumor maligno más frecuente en el mundo, con una tasa de supervivencia a cinco años de tan solo un 15%— solo es posible si comprendemos su complejidad. La primera limitación, explica la doctora Margarita Majem, especialista en Oncología Médica del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau (Barcelona), es que, en la mayoría de los casos, “solo da síntomas cuando se encuentra en una fase avanzada, por lo que las probabilidades de curación son menores”. Encontrar un cáncer de pulmón en un estadio incipiente suele ser fruto del azar: “Normalmente se debe a hallazgos casuales; una persona se hace un estudio para un preoperatorio, o por cualquier otro motivo, y se lo encuentra. Cuando sucede esto, en muchos casos suele bastar con la cirugía para eliminarlo”.
Estos hallazgos son, como la doctora Majem indica, casuales; según datos proporcionados por la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), el 75% de los tumores de pulmón se diagnostican en fases avanzadas. ¿Por qué sucede esto? La razón la encontramos en que, aunque su proceso de formación es similar al de otros tipos de cáncer —se trata de una célula que se maligniza y comienza a dividirse de forma incontrolada, acelerada y sin límite—, el de pulmón no ‘avisa’. Si un bulto en el pecho nos puede hacer sospechar de un cáncer de mama, o sangre en las heces de un tumor de colon, la progresión del cáncer de pulmón es un proceso silente.
La importancia de los programas de cribado
Cuando los primeros síntomas —cansancio, pérdida de apetito, tos seca, dificultad para respirar o para tragar…— aparecen, el cáncer a menudo invade o se ha extendido ya a otros órganos. Es decir, hay metástasis.
“Las posibilidades de curación son inversamente proporcionales al estadio del tumor, señala la especialista. El estadio y, en consecuencia, el pronóstico, se establece según el tamaño del tumor, la afectación de los ganglios linfáticos y la presencia de metástasis”. Por eso, y teniendo en cuenta ese 75% de pacientes que llegan a consulta con un cáncer incurable, se está trabajando en la posibilidad de desarrollar programas de cribado que permitan detectarlos a tiempo, cuando aún son operables y es posible alargar la supervivencia.
Estos programas de cribado, en principio, están especialmente dirigidos a fumadores. El tabaquismo es el principal agente causal relacionado con el cáncer de pulmón, hasta el punto de que se le considera responsable de entre un 80 y un 90% de estos tumores. El tabaquismo es también el causante del incremento progresivo de este cáncer entre las mujeres, que en las últimas décadas ha aumentado hasta suponer un 25% de los casos en España. Según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), en ellas, la mortalidad por esta causa aumentó en 2017 un 6,4% con respecto a años previos. Estas cifras encuentran explicación en la incorporación más tardía de las mujeres al consumo de tabaco, comparado con los hombres, y a que existe un tiempo de latencia de unos 20 años entre la exposición a los carcinógenos del tabaco y la posible aparición de la enfermedad.
Los programas de cribado están, por tanto, especialmente indicados en fumadores. Pero el cáncer de pulmón no siempre se debe al tabaco. Un agente relacionado con esta enfermedad es la exposición al gas radón; se trata de un gas natural radiactivo que se puede acumular en el interior de las viviendas y al que la OMS considera el factor de riesgo más importante para este tumor en personas nunca fumadoras. Asimismo, los trabajadores en contacto con asbesto, petróleo y sus derivados, presentan unas mayores cifras de cáncer de pulmón.
Diagnosticar con precisión
Más allá del tabaco o del gas radón, hay muchos aspectos esenciales en la biología del cáncer de pulmón que todavía se desconocen y que los investigadores están tratando de desentrañar. En este sentido, merece la pena destacar que, como señala la doctora Majem, “el avance en la diferenciación de los distintos tipos de cáncer de pulmón y en los tratamientos dirigidos a estas alteraciones va a permitir diagnosticar y tratar con mayor precisión”.
Tradicionalmente, el cáncer del pulmón se subdividía en dos tipos: microcítico o de células pequeñas (que representa el 15% de los casos de cáncer de pulmón), y el no microcítico o de células no pequeñas, que supone el 85%, es decir, la gran mayoría. Asimismo, en este último tipo se distinguen dos grandes grupos, el carcinoma escamoso y el adenocarcinoma. “Pero se están poniendo cada vez más apellidos a los tumores de pulmón; estamos conociendo cómo se comportan biológicamente y cómo se les puede atacar”
Por eso, entre las luces que se vislumbran, encontramos nuevas terapias que están permitiendo, por primera vez en décadas, conseguir alargar la supervivencia de los pacientes con cáncer de pulmón, incluso en aquellos con metástasis. Son los llamados “largos supervivientes”. Así, por ejemplo, la inmunoterapia está permitiendo, en determinados tipos de tumores, que hasta un 30% de pacientes puedan prolongar su supervivencia hasta los cinco años. Hay asimismo fármacos dirigidos a cambios genéticos (mutaciones en el gen EGFR o en el ALK) que están logrando también que los pacientes cuyos cánceres estén asociados a estas mutaciones puedan vivir más años.
El objetivo es lograr, si no curar, sí cronificar la enfermedad. Es también la esperanza de Bernard Gaspar, presidente de la Asociación Española de Afectados de Cáncer de Pulmón, quien destaca los avances de los últimos años, que han permitido “dotar de calidad de vida al paciente y ofrecer soluciones terapéuticas que, hasta ahora, eran inexistentes. Hay terapias innovadoras muy beneficiosas y cada vez más esperanzas, pero es necesario dar visibilidad al cáncer de pulmón”.
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