El Carnaval de Cádiz se matricula en la universidad



El comparsista y escritor Miguel Ángel García imparte clases en el taller de la Universidad de Cádiz ‘Cómo crear una comparsa’.Juan Carlos Toro

“Es que el 3×4 no me sale”, confiesa el alumno mientras detiene las cuerdas de la guitarra con sus manos. Miguel Ángel García Argüez, alias Chapa, escritor y reputado comparsista, le coge el instrumento y lo rasguea hasta que aparece el famoso ritmo que suena a Carnaval. Los 31 alumnos le siguen golpeteando sus mesas con los nudillos. Evolución de la estructura musical del pasodoble de la comparsa, reza en la proyección del aula 1.6 de la Facultad de Filosofía y Letras de Cádiz. La modalidad carnavalera capaz de crear mitos y legiones de fans hace pocas semanas que saltó de la entropía de la calle y los tablaos a la universidad gaditana, convertida en un estructurado curso-taller. La conquista es trascendental para la Cátedra del Carnaval de Cádiz, única de este tipo entre las universidades españolas, pero no será ni la última, ni la única.

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“La comparsa es la ópera popular del momento”, valora entusiasmada la italiana Elisa Pirisi, justo después de haber aprendido el compás del 3×4. La consultora medioambiental de 34 años se quedó prendada del Carnaval de Cádiz después de conocer hace años el de Montevideo (Uruguay), con nexos de ida y vuelta con el gaditano. Y, ahora que vive en Sevilla, no dudó en apuntarse al taller Cómo crear una comparsa que arrancó el pasado 4 de febrero y que se extenderá hasta el 27 de mayo en 15 sesiones, organizado como una formación de extensión universitaria. En las 60 horas de duración, los alumnos aprenderán desde la historia de esta modalidad —la fiesta tiene además chirigotas, coros, cuartetos y romanceros—, su música, la escritura literaria y hasta la escenografía que las rodea, como resume García Argüez. El curso incluso se reserva espacio para masterclass impartidas por Antonio Martínez Ares, Jesús Bienvenido y Javier Bohórquez, afamados autores que arrastran legiones de fans cada año.

Que en la Cátedra del Carnaval hayan comenzado por el género que más incondicionales arrastra “no es casualidad”, como apunta David Medina Tamayo, organizador del taller. Tampoco son unas jornadas breves como las que la institución ya había realizado anteriormente. “Nos planteamos algo más grande y este es el primer taller extenso dentro de una escuela que vamos a mantener”, añade Medina Tamayo. El salto cualitativo llega casi cuatro años, después de que el catedrático Alberto Ramos se pusiese al frente de la cátedra, creada en la Universidad de Cádiz (UCA) con el apoyo del Aula del Carnaval, una asociación cultural que lleva años catalogando y digitalizando toda la documentación de la fiesta. La nueva división universitaria es, además, “única” en su tipología, sostiene Ramos, ya que en otros centros en los que existen formaciones regladas, “como Montevideo o Barranquilla (Colombia), son ya cursos universitarios”.

La calle, en el aula

Desde 2018 hasta ahora, Ramos ha empleado parte de sus esfuerzos en su nuevo cargo en “convencer” a sus propios compañeros de la idoneidad de esa nueva área de conocimiento. “Hubo profesores que me decían que [la cátedra] era un disparate”, explica el experto. En este tiempo, la cátedra ha organizado además diversas jornadas, dirigido o ayudado en tesis e investigaciones sobre la fiesta y está colaborando en la candidatura a la Unesco del Carnaval de Cádiz como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Otra parte del trabajo de él y su equipo, aún en curso, está en ser capaces de crear una formación con temario de un arte libre y basado en conocimientos populares. “En definitiva, se trata de saberes populares que incorporamos a la universidad”, apunta Medina. Con esa máxima ha trabajado García Argüez, también escritor y profesor de escritura creativa: “La experiencia acumulada es riquísima y no está reglada. Hay conceptos técnicos que he tenido que ordenar y nombrar”.

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Pirisi aprecia y disfruta de ese esfuerzo de El Chapa para “construir de cero toda una didáctica” con la que está comprendiendo los entresijos de una modalidad de la que, hasta ahora, era mera espectadora. “Es un patrimonio cultural esencial cuyo aprendizaje me tomo como una introducción, una forma de poner un pie en las comparsas. Para entrar ya hacerlo, no sé si podré, pero me gustaría”, resume la aficionada italiana. Su motivación es solo una de tantas que se acumulan entre unos heterogéneos compañeros de clase gaditanos, foráneos y de diversas edades. “Hay autores noveles que quieren enriquecer sus técnicas o personas que quieren ser mejores receptores, no solo pasivos”, apunta Tamayo.

Un año extraño

Los 31 alumnos del taller de comparsas de la Universidad de Cádiz vivirán su experiencia en un Carnaval especialmente atípico a causa de la pandemia. La decisión del Ayuntamiento de Cádiz de aplazar el Concurso Oficial de Agrupaciones del Carnaval (COAC) y llevar la fiesta a junio —se celebrará del 2 al 12 de ese mes— ha desdoblado la fiesta en la calle en dos, ya que hay agrupaciones callejeras que han decidido salir a cantar sus coplas en estos días de febrero, justo en las fechas en las que hubiese sido: del 25 de febrero al 6 de marzo. “Con este calendario, el taller terminará en las semifinales del concurso”, apunta Tamayo, en referencia a una de las fases clave que antecede a la gran final y a la posterior fiesta popular.

Con la escuela ya en marcha con las comparsas, Medina ya promete nuevas formaciones y ediciones. Tantas como las modalidades que se presentan al Concurso Oficial de Agrupaciones del Carnaval que se celebra cada año: coros, chirigotas, cuartetos y las citadas comparsas, definidas cada una por un número de componentes, música y repertorio diferenciado. E incluso el organizador ya estudia llevar a las aulas universitarias géneros que se dan solo en la fiesta en la calle y que él mismo profesa, como son las agrupaciones callejeras —que beben principalmente de las chirigotas— y los romanceros. La cátedra carnavalera ni siquiera pretende quedarse en eso. “Mi objetivo antes de marcharme es crear un curso de experto universitario y un máster”, apunta Alberto Ramos.

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