El CEO y presidente de los Phoenix Suns, el ejecutivo Jason Rowley, dimitió se su cargo anoche a consecuencia del caso de abusos de poder que fue destapado hace ya más de un año por una investigación periodística de la ESPN y terminó en una investigación oficial de la NBA sobre el entorno de trabajo en la franquicia de Arizona.
El mandatario del equipo también fue señalado por numerosos empleados como pieza clave en el centro de los abusos verbales, represalias e intimidación imperantes en el clima laboral de la franquicia. Sam Garvin, gobernador interino de los Suns después de la retirada y caída de Robert Sarver, su anterior dueño, por el mismo caso, comunicó a través de un e-mail el nuevo cambio en el organigrama del conjunto:
“Jason Rowley ha tomado la decisión de abandonar la organización. Después de 15 años de trabajo duro y servicio dedicado, Jason sentía que la transición en la propiedad era una oportunidad ideal para cerrar este capítulo de su trayectoria profesional y perseguir nuevas oportunidades. Le deseamos lo mejor y apreciamos su incansable trabajo en nombre de nuestra organización”.
El ejecutivo se unió a Phoenix en 2007 y era el CEO de la franquicia desde 2012. Su renuncia al cargo llega ahora que Mat Ishbia, multimillonario del sector de los préstamos bancarios, acaba de ser aprobado como nuevo comprador y futuro dueño de los Suns y las Mercury, las dos franquicias de la NBA y WNBA en Arizona.
El equipo se convertirá este martes, si no hay ningún retraso de última hora, en la franquicia más cara jamás vendida en la liga. En total, el nuevo grupo propietario liderado por Ishbia pagará 4.000 millones de dólares. Aunque Rowley no quería renunciar al cargo, parece que el peso de las acusaciones y el informe independiente encargado por la NBA ha pesado lo suficiente para invitar a su marcha.
Entre las malas conductas contrastadas por la firma Watchell, Lipton, Rosen & Katz, se mencionan el abuso verbal a los empleados, el maltrato a mujeres embarazadas y después del parto además de otras instancias de intimidación y represalias. Los Suns y su antigua plana ejecutiva no han reconocido todavía de forma pública los hallazgos de la investigación periodística ni de la auditoría externa encargada por la NBA.