La multimillonaria inversión en fichajes que realizó Roman
Abramovich el pasado verano ha dado sus frutos. La conquista de la Champions en la final disputada en Oporto contra el Manchester
City ha premiado la política de traspasos del Chelsea, que reforzó su proyecto con la incorporación de Thomas Tuchel. De la mano del entrenador alemán, que llegó a Londres como sustituto de Frank Lampard tras ser despedido por el PSG en diciembre.
Tras cumplir la sanción impuesta por la FIFA sin poder fichar en el verano de 2019, el Chelsea se puso las pilas hace un año para cerrar varios traspasos que le permitieran competir por la Premier y por la Champions. El mal arranque de temporada se cobró el cargo de Frank Lampard y evitó que los blues se metieran en la pelea por la liga.
En total, el Chelsea se ha gastado unos 250 millones de euros en cinco fichajes. Reforzó la portería con la incorporación de Edouard
Mendy procedente del Rennes (24 millones de euros), apuntaló la defensa con las llegadas de Ben Chilwell (Leicester, 56 millones de euros) y de Thiago Silva, que aterrizó en Stamford Bridge como agente libre tras acabar contrato con el PSG.
El desembolso y la reestructuración más importantes tuvieron lugar en la parcela atacante, donde se dio salida a jugadores como Pedro o Willian para apostar por savia nueva y joven. El Chelsea compró a Ziyech al Ajax de Amsterdam a cambio de 40 millones de euros y pescó también en la Bundesliga en busca de delanteros. Así llegaron Timo Werner procedente del Leipzig (53 millones de euros) y Kai Havertz, el fichaje más caro de los blues, que pagaron al Bayer Leverkusen 80 kilos por el mediapunta, más 20 en variables.
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