Bien valdría tirar del tópico de la pólvora mojada atendiendo al chaparrón que cayó este lunes sobre Stamford Bridge durante el Chelsea-West Ham que cerró la 14ª jornada de la Premier League, pero más acertado todavía es afirmar que uno de los equipos tuvo pólvora (seca) y el otro no. Tiró de efectividad el Chelsea de Frank Lampard para superar por 3-0 a un West Ham de David Moyes que por momentos dio serias muestras de merecer llevarse premio y a la postre se marchó con las orejas gachas.
Se habla habitualmente de marcadores injustos y lo cierto es que la aseveración precisa matices. Porque aunque el West Ham mostró buena cara durante gran parte de la segunda mitad y por ende puede que no mereciese un castigo tan severo, no supo aprovechar las dudas de un Chelsea que llegaba a este envite tras dos derrotas consecutivas frente a Everton y Wolverhampton.
Fue Thiago Silva quien, con un certero cabezazo a la salida de un córner botado por Mount, hizo el 1-0 en el 10’. Y aunque a partir de ahí el Chelsea dejó que el West Ham creciese poco a poco, los de David Moyes se mostraron en todo momento muy inocentes ante los dominios de Edouard Mendy.
Desaprovechó sus opciones el cuadro ‘hammer’ y entre el Chelsea y la diosa fortuna se lo hicieron pagar muy caro. La misma premió a Tammy Abraham con un doblete firmado en el 78’ y el 80’. Dos goles de cazador estando atento a diferentes rechazos dentro del área rival.
No fue tan benévola la mencionada diosa con Timo Werner, quien estrelló en el larguero un remate de esos que era un gol cantado para sumar su sexto partido consecutivo sin marcar. Con un poco de la puntería que mostraba en el Leipzig estaría entre los máximos goleadores de este Premier.
No obstante, para Lampard y toda la afición ‘blue’ lo del ariete alemán queda en anécdota (aunque preocupante) al lado del 3-0 conseguido gracias al que el Chelsea se fue a dormir en puestos de clasificación para competiciones europeas.
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