El Chelsea se hace fuerte ante el Lille



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En plena tempestad en los despachos, el Chelsea se hace fuerte en el césped. En Lille selló su pase a los cuartos de final de la Champions, competición en la que defiende título. Lo hizo sin alardes, pero también sin excesivos apuros. El sorteo fue amable con el campeón, que debía cruzarse con un campeón de grupo y se topó con el más flojo. Al Lille no le llega para inquietar al Chelsea y más si Renato Sanches, su motor de la medular, se ausenta por lesión. La diferencia de nivel siempre estuvo presente y los dos goles de la ida condicionaron la revancha.

1

Leonardo Cesar Jardim, Fonte, Sven Botman (Amadou Onana, min. 57), Zeki Celik (Tim Weah, min. 57), Tiago Djalo, Xeka, Andre, gabriel Gudmundsson (Domagoj Bradaric, min. 77), Jonathan Bamba (Angel Gomes, min. 77), Yilmaz y Jonathan David (Ben Arfa, min. 76)

2

Edouard Mendy, Rüdiger, A. Christensen (Trevoh Chalobah, min. 32), Thiago Silva, Kante, Marcos Alonso, Jorginho (Loftus-Cheek, min. 73), Azpilicueta, Kovacic (Mason Mount, min. 45), Kai Havertz (Hakim Ziyech, min. 82) y Christian Pulisic (Lukaku, min. 73)

Goles 1-0 min. 37: Yilmaz. 1-1 min. 47: Christian Pulisic. 1-2 min. 70: Azpilicueta.

Árbitro Davide Massa

Tarjetas amarillas Trevoh Chalobah (min. 33), gabriel Gudmundsson (min. 41) y Fonte (min. 93)

Aún así, el vigente campeón galo acarició la ilusión de la remontada sin haber hecho casi nada por merecerla. Se encontró con un penalti cuando el partido transitaba hacia la media parte, un error de Jorginho que le dio vidilla porque Burak Yilmaz no dudó desde los once metros. El gol oscureció el horizonte del Chelsea, que se incomodó como lo puede hacer un equipo dolorido y respondió como un grande. En diez minutos dejó las cosas como estaban. Fue en la última jugada de la primera parte, el Lille se aculó y dejó tiempo y espacio para que Jorginho encontrase a Pulisic en un pase profundo que entró como cuchillo en mantequilla. El delantero de Pensilvania cruzó a la red con solvencia y allí se acabó el Lille.

El equipo galo se había abrigado en su público, en la efervescencia de la previa y el subidón de escuchar el himno de la Champions. Se descorchó como una gaseosa, atrevido para buscar en su campo al Chelsea y propiciar algún error en la circulación de la pelota. El campeón siempre pareció frío, se manejó con un aire funcionarial y solventó los aprietos con el paso de los minutos, en cuanto al Lille le empezaron a flaquear las fuerzas. Ahí aparecieron los espacios para trazar triángulos con la pelota, sin una ambición de profundizar.

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