El cierre de fronteras paraliza la expulsión de dos yihadistas tras cumplir sus condenas

A sus 25 años, F. E. B. tiene dos grandes obsesiones. La primera era el ejercicio físico. Prácticamente todos los días acudía a un parque de la localidad madrileña de Parla, donde residía, para hacer deporte. Corría, hacía flexiones, reptaba por el suelo con los codos como los militares y utilizaba una barra para hacer suspensiones con las que mejorar su condición física. Un esfuerzo con el que supuestamente quería poder acometer la que era su segunda obsesión, hacer la yihad.

Convertido desde hace tiempo en lo que los expertos de la lucha antiterrorista denominan un “soldado virtual” del Estado Islámico (ISIS en sus siglas en inglés), encarga de difundir a través de Internet el ideario terrorista para captar nuevos adeptos, F. E. B. había dado en los últimos tiempos un paso más. En sus contactos con otros presuntos yihadistas asentados fuera de España, llevaba tiempo anunciándoles que quería convertirse en “un mártir para alcanzar el paraíso”.

En estas conversaciones, F. E. B., de nacionalidad marroquí, se mostraba obsesionado con la idea de “matar infieles” y aseguraba que había comenzado a realizar entrenamientos físicos muy intensos precisamente “para estar preparado para la yihad”. Se había convertido, según fuentes policiales, en “extremadamente peligroso”. Por ello, agentes de la Comisaría General de Información de la Policía Nacional y de la Brigada Provincial de Información, que llevaban tiempo tras sus pasos con la colaboración de Europol, lo detuvieron el pasado martes dentro de la Operación Vaelico. La juez de la Audiencia Nacional María Tardón lo envió a prisión acusado de adoctrinamiento, captación y enaltecimiento del terrorismo.

Quedaba neutralizado así un presunto yihadista al que el Ministerio del Interior califica de modo genérico en la nota de prensa en la que informó este jueves de su arresto como “una amenaza para la seguridad pública”. Fuentes de la lucha antiterrorista añaden que esa amenaza era “real” y que existía una “alta probabilidad” de que F. E. B. intentará atentar a corto plazo en España y, más concretamente, en Madrid, donde supuestamente había comenzado a vigilar posibles objetivos. Así lo refleja el contenido de sus comunicaciones con otros presuntos yihadistas, en su mayoría residentes fuera de España, con los que contactaba a través de las redes sociales a las que se conectaba utilizando solo determinados locutorios en los que se encontraba seguro.

Durante la investigación, la policía también detectó que el detenido había mantenido citas personales con otros presuntos radicales islámicos tanto en otros países europeos como en España. Entre estos últimos estaba un español de 23 años de origen marroquí, también residente en Parla, a quien la Policía Nacional detuvo el pasado octubre acusado de ser el máximo responsable en la península de Muntasir Media, un red propagandística del Estado Islámico a través de la cual se había amenazado con atentar contra el juez de la Audiencia Nacional José de la Mata. Fuentes de la lucha antiterrorista califican la relación entre estos dos presuntos yihadistas de “muy cercana y peligrosa”.

La investigación policial ha revelado que F. E. B., quien había sido captado y radicalizado a través de las redes sociales, mostraba desde hace tiempo una intensa actividad en Internet, donde accedía a páginas yihadistas para descargarse material multimedia con imágenes de violencia explícita de atentados y ejecuciones del ISIS que luego difundía como “soldado virtual” en que se había convertido con el fin de incitar a la comisión del terrorismo. También contactaba con lo que los expertos policiales consideran sus “adoctrinadores internacionales”, que seguían alentando su extremismo religioso.

Así, en los últimos tiempos su radicalismo era tan acusado que, en palabras de un experto antiterrorista, se había convertido en un presunto yihadista “extremadamente peligroso” y “altamente inestable”, lo que podía dificultar su control por parte de la policía. De hecho, en las conversaciones con su entorno, el ahora encarcelado repetía una y otra vez que había tomado la decisión de “hacer la yihad violenta”, lo que aconsejaba su detención. Junto a él, fue arrestado su hermano, aunque en su caso por estar en posesión de una pequeña cantidad de droga en el domicilio donde ambos residían. En la vivienda, la policía intervino equipos informáticos, teléfonos móviles y abundante documentación que está siendo analizado.

En lo que va de 2019, las Fuerzas de Seguridad del Estado han desarrollado, con esta, 39 operaciones antiyihadistas, siete de ellas en otros países, según las estadísticas del Ministerio del Interior. En el transcurso de las mismas, han sido arrestados 68 presuntos terroristas, de los que 10 lo fueron fuera de España. Estas cifras suponen un incremento respecto a 2018, cuando se desarrollaron 31 operativos (ocho en el extranjero) que se saldaron con 61 detenidos (58 de ellos en otros países).


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