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El compromiso del vacuno de carne español contra el cambio climático

Tras el paréntesis impuesto por la pandemia, la COP 26 reúne a las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático por primera vez desde la de 2019, en Madrid. Hasta el próximo 12 de noviembre, más de 30.000 delegados tratan de acordar, en Glasgow (Escocia), un plan de acción coordinado para abordar con contundencia el cambio climático.

Además de dar a conocer planes y estrategias de los sectores industriales en esa dirección, es también momento de esclarecer algunos mitos relacionados con la emisión de gases de efecto invernadero (GEI).

Despejando dudas sobre ‘el gas de las vacas’

Es cierto que la ganadería emite gases, pero ni son tantos como se presupone ni es este el único sector responsable del cambio climático. El gas metano (CH4), que se genera en otros procesos como la descomposición de materia orgánica en pantanos, los incendios o filtraciones de gas del subsuelo o de los gaseoductos, también lo produce el rumen, peculiar cavidad del aparato digestivo de los rumiantes. Un malentendido anecdótico dio lugar a la idea de que las vacas expulsan el metano mediante flatulencias, cuando en realidad lo eliminan básicamente por la boca.

Sin restar importancia a su condición de GEI con una capacidad de calentamiento superior al dióxido de carbono (CO₂), algunos datos ayudan a concretar el impacto del metano ganadero en su justa medida. Sus efectos se ven matizados por la corta vida de este gas –alrededor de una década, frente a los cientos de años que el dióxido de carbono puede permanecer en la atmósfera– y por su ciclo biogénico: es absorbido por las plantas en la fotosíntesis y vuelve a servir de alimento al ganado.

El Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) calcula en aproximadamente 51.000 millones de toneladas de gases de efecto invernadero las que se emiten anualmente a la atmósfera, mientras que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), asegura en sus informes que todo el vacuno de carne del planeta libera a la atmósfera en ese mismo periodo el equivalente a 3.000 millones de toneladas de CO₂, por lo que se puede deducir que únicamente el 5,9% del total de emisiones son debidas a las vacas.

En estas cifras no se tiene en cuenta el CO₂ que se secuestra, anualmente, en los ecosistemas agrosilvopastorales y en los suelos de los cultivos fertilizados con los estiércoles del ganado. Algunos trabajos realizados en las dehesas españolas, en condiciones de producción ecológica, se estiman en un tercio de las cantidades emitidas.

Informes de la FAO apuntan que el 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de la ganadería en el planeta provienen de países en vías de desarrollo, y las de Europa Occidental se encuentran entre las más bajas del mundo

Estrategia del vacuno de carne español frente al cambio climático

Esos informes de la FAO apuntan a una visión del problema menos eurocéntrica y más global: el 80% de las emisiones de GEI procedentes de la ganadería en el planeta proviene de países en vías de desarrollo, y las de Europa Occidental se encuentran entre las más bajas del mundo. En el caso de España, los últimos datos del Ministerio de Transición Ecológica atribuyen al sector de la carne de vacuno apenas el 3,6% de las emisiones totales de GEI en nuestro país. Una realidad que, en palabras llanas, resume así Javier López, director de Provacuno (Organización Interprofesional de la Carne de Vacuno): “Las emisiones que produce el consumo anual de carne de vacuno por persona en nuestro país equivalen a un viaje de ida y vuelta en coche de Madrid a Bilbao”.

La organización Provacuno ha promovido un código de buenas prácticas para reducir entre un 20% y un 30% sus emisiones modificando los sistemas de manejo.

El propósito de reducir emisiones no ha dejado de ocupar a este sector desde la COP de París de 2015. Provacuno aprobó en noviembre de 2019 su estrategia Vacuno de Carne Carbono Neutral 2050, y considera realista su objetivo, apoyándose en el conocimiento científico actual, para aumentar el secuestro de carbono hasta el equivalente a los GEI generados en sus procesos productivos. López pone otro ejemplo con datos: “En las últimas dos décadas, hemos conseguido reducir las emisiones asociadas a los estiércoles en un 18%”.

Sostenibilidad y buenas prácticas para la ganadería

Además de participar en programas europeos como el Life Beef Carbon, que busca reducir al menos un 15 % las emisiones de GEI en los próximos diez años, Provacuno ha promovido un exhaustivo código de buenas prácticas alentado por las estimaciones de la FAO, que ven posible reducir entre un 20% y un 30% sus emisiones modificando los sistemas de manejo.

Elaborado por los científicos de Remedia –una red de investigadores españoles centrada en mitigar el cambio climático en el ámbito agroforestal– y técnicos del sector del vacuno de carne, el código es una guía esencial para una ganadería alineada con las estrategias de la UE sobre el Pacto Verde. Las medidas que propone se dividen en aspectos concretos: Alimentación del ganado, Actuaciones sobre el rumen, Genética, Gestión de Estiércoles y Manejo de Pastos y Cultivos. Acciones muy específicas, sobre las que se explica su disponibilidad, beneficios y costes económicos, así como sus efectos sobre las emisiones, tanto directos como cruzados con otros impactos.

Las emisiones que produce el consumo anual de carne de vacuno por persona en nuestro país equivalen a un viaje de ida y vuelta en coche de Madrid a Bilbao

Javier López, director de Provacuno, la Interprofesional del sector

La decidida lucha contra el cambio climático en el vacuno de carne es importante, ya que ocupa el tercer renglón en el sector ganadero de nuestro país, en términos económicos. Se estima que más de 132.000 puestos de trabajo directos están ligados a la producción primaria, y su actividad se ubica sobre todo en zonas desfavorecidas y con saldo poblacional negativo, lo que constituye un recurso importante para la España vaciada.

Cinco ‘servicios’ que la ganadería española presta al clima

Los expertos de Provacuno, la interprofesional del sector, manejan varios argumentos en la defensa del ganado como aliado contra el cambio climático.

1. Previene incendios forestales y sus emisiones asociadas. De no transformarse en alimento para el ganado rumiante, muchos pastos infrautilizados y matorrales secos podrían constituir una cerilla perfecta para los incendios del verano y sus consecuentes emisiones de GEI.

2. Absorbe CO₂ y neutraliza el carbono biogénico. Los montes y dehesas donde vive el vacuno de carne son sumideros que, en los climas mediterráneos, absorben más carbono que muchos bosques, según algunos cálculos. Además, se estima que el metano que emiten las cabañas ganaderas de España y Europa dura 10 años en la atmósfera, antes de ser absorbido mayoritariamente por las plantas en la fotosíntesis.

3. Fertiliza ecológicamente los cultivos vegetales. Los estiércoles mejoran la estructura del suelo, la concentración de nutrientes y su capacidad para adaptarse al cambio climático. El 50% de los fertilizantes utilizados en el mundo son de origen animal y reducen el empleo de fertilizantes químicos.

4. Huella hídrica casi sostenible. El 90% del agua atribuida a la producción de un kilo de carne de vacuno (estimada en 15.000 litros) es agua de lluvia que seguiría cayendo en los pastos si no albergaran ganado. Es aproximadamente la misma cantidad que se necesita para un litro de aceite de oliva, y mucho menor que la requerida para un kilo de algodón.

5. Una excepción en el desperdicio alimentario. La carne de vacuno está entre los alimentos que menos se desechan en los hogares de España (menos del 1%), lo que es importante para frenar ese 10% de las emisiones globales vinculadas al desperdicio de alimentos, según el IPCC.


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