Kyriakos Mitsotakis, líder de la formación conservadora Nueva Democracia (ND), ha vencido en las elecciones generales de este domingo en Grecia con un 40,5% del voto, con el 99,8% de las papeletas escrutadas. Con ese porcentaje tiene garantizados 158 escaños sobre los 300 del Parlamento y podrá gobernar en solitario otros cuatro años. La segunda fuerza ha sido la izquierdista Syriza, de Alexis Tsipras, con solo un 17,8% de los votos (48 diputados). La diferencia entre los dos principales partidos es la mayor desde los comicios de 1974, las primeras elecciones democráticas en Grecia tras la etapa de dictadura. Tsipras reconoció que los resultados eran “realmente negativos” y puso su cargo “a disposición de los miembros del partido”.
La gran sorpresa de la jornada ha sido la incorporación al Parlamento de dos partidos de extrema derecha y la consolidación de uno que ya había conseguido ingresar en la Cámara en 2019. Son tres formaciones que han superado el mínimo del 3% de los votos exigidos por ley: los ultranacionalistas de Solución Griega —que han superado en un punto sus resultados de 2019—, los fundamentalistas cristianos de Niki, y los neonazis de Espartanos. Casi nadie contaba con la llegada de estos últimos. Esta formación ha sido impulsada desde la cárcel por Ilias Kasidiaris, quien fuera portavoz del neonazi Amanecer Dorado hasta que el partido fue declarado organización criminal. Kasidiaris cumple condena por ello. Espartanos, su actual partido, ha obtenido un 4,6% de los votos (12 representantes).
Kyriakos Mitsotakis se dirigió a sus seguidores frente a la sede del partido, sin hacer ninguna mención a las formaciones de extrema derecha: “Nueva Democracia es hoy el partido de centro-derecha más fuerte de Europa. Tenemos el mismo número de diputados que en 2019, pero la diferencia con el segundo partido es mucho mayor. Entonces era solo de ocho puntos. Pero cuidado, amigas y amigos, porque esto no es un cheque en blanco. Hoy soy el primer ministro de todos los griegos y también me quiero acordar de aquellos que no han apostado por nosotros”.
Kyriakos Mitsotakis, a su llegada a la sede del partido en Atenas este domingo. Petros Giannakouris (AP)
El objetivo de Mitsotakis era gobernar en solitario. Ese deseo de no depender de otros grupos lo expresó de forma explícita cuando, en las legislativas del pasado 21 de mayo, venció con un abultado pero insuficiente 40,79% de los votos (146 diputados). Aquel día ganó con 20 puntos de diferencia sobre Syriza. Fue una sorpresa para todo el mundo, pero el resultado solo le permitía gobernar en coalición. Mitsotakis optó entonces por concurrir a otras elecciones, a sabiendas de que estas se celebrarían bajo un sistema electoral, aprobado por su partido en 2020, que contempla la bonificación de hasta 50 escaños para el partido más votado. Y la operación le ha salido como esperaba.
Mitsotakis ha logrado que no le pasen factura las principales crisis que afrontó su Ejecutivo desde 2019: ni el espionaje a opositores, periodistas y militares, ni las protestas suscitadas tras el mayor accidente de tren en la historia del país, en el que murieron 57 personas el pasado 28 de febrero. La firmeza de su política migratoria no solo no le desgastó, sino que ha sido refrendada. El primer ministro electo ha insistido durante su campaña en que necesita al menos otro mandato para concluir el trabajo de “estabilidad”, “modernización” y “crecimiento económico” iniciado en 2019.
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La economía griega creció un 8,3% en 2021 y un 5,9% en 2022, casi el doble que la media de la Unión Europea (3,5%) el pasado año. El turismo, la primera fuente de riqueza, bate récords de ocupación. La industria naviera, el segundo activo del país, también disfruta de un buen momento. Grecia sigue siendo el primer país armador del mundo, con 5.514 buques, que suponen aproximadamente el 21% de la flota mundial.
Tsipras reconoce los malos resultados
Mitsotakis venció en 2019 con el 39,85% de los votos (158 escaños), frente al 31,53% de Syriza (86 escaños). En estos comicios la distancia entre ambas formaciones se ha ensanchado hasta los 23 puntos, algo sin precedentes. Syriza ha cosechado sus peores resultados desde 2012. Su líder, Alexis Tsipras, compareció ante los medios, sin dar paso a ninguna pregunta. Y aseguró que el ascenso de la extrema derecha no solo es negativo para Syriza sino para “cualquier ciudadano demócrata”. Responsabilizó de ello a Nueva Democracia, a quien acusó de situar el debate “en temas nacionales sensibles, rozando el nacionalismo extremo”.
La última frase de Tsipras causó desconcierto entre los periodistas. “Pongo mi cargo a disposición de los miembros del partido”, concluyó, justo antes de bajar del atril. ¿Se trataba de una dimisión o solo un trámite para que la dirección le respalde? Una persona que sigue de cerca las discusiones y debates internos de Syriza, y reclama el anonimato, opina que se trata de una forma de esconder sus propias responsabilidades para “colocarlas en los hombros del partido”.
Alexis Tsipras. a su llegada a la sede del partido en Atenas este domingo. YANNIS KOLESIDIS (EFE)
Tsipras es el político con mayor carisma de Grecia. Pero también es la cara más visible de las medidas de austeridad que aplicó su Gobierno desde 2015, cuando aceptó los recortes que imponían las instituciones europeas, a cambio de rescatar al país y evitar la suspensión de pagos y la salida de la zona euro.
El tercer puesto, tras Nueva Democracia y Siriza, lo obtuvieron los socialistas del Pasok, liderados desde 2021 por Nikos Androulakis. El partido confirma la tendencia ascendente de mayo con un 11,8% de los votos (32 escaños). El resultado consolida a Androulakis al frente de un partido que estuvo a punto de desaparecer en una larga década marcada por escándalos de corrupción, divisiones internas, modificaciones de nombre y el fallecimiento de su líder Fofi Gennimatá, a causa de un cáncer.
El cuarto lugar fue para los comunistas del KKE, que pocas veces ofrecen sorpresas. Casi nunca suben ni bajan de manera significativa. En mayo rompieron esa tendencia y consiguieron el 7,2% de los votos, casi dos puntos más que en 2019. Este domingo llegaron al 7,6% (20 diputados).
El octavo y último puesto en estas legislativas corresponde a Travesía de la Libertad, de la candidata izquierdista Zoi Konstantopoulou, que fue presidenta del Parlamento en la primera y breve legislatura de Syriza, en 2015. La antigua dirigente de Syriza se distanció de Tsipras después de que este firmara el tercer rescate impuesto por la Unión Europea y las autoridades monetarias internacionales, en julio de 2015. Ahora, su organización ha obtenido el 3,1% de los votos y ocho escaños.
Auge de la extrema derecha
Los puestos quinto, sexto y séptimo corresponden a los tres partidos de extrema derecha: Espartanos, con el 4,6% (12 escaños), Solución Griega con el 4,4% (12 diputados) y Niki con el 3,7% (10 representantes). Solución Griega es un partido ultranacionalista encabezado por Kyriakos Velopoulos, que tenía representación desde 2019 y la mantuvo en mayo con el 4,4% de los votos. Niki es una formación fundamentalista cristiana que se presentó por primera vez este mayo rozando el 3% y que propugna la antiinmigración y el anticomunismo combinadas con posiciones pro-Putin. Tanto Niki como Solución Griega han sido superados por Espartanos.
En las elecciones del pasado 21 de mayo, el neonazi Ilias Kasidiaris, de 42 años, presentó la marca electoral Griegos por la Patria, pero fue declarada ilegal porque la condena a los líderes de Amanecer Dorado incluye la prohibición de presentarse a las elecciones. En esta ocasión, aunque oficialmente Kasidiaris no ha podido concurrir, Espartanos ha hecho campaña con su imagen, sin esforzarse en ocultar la vinculación con el antiguo portavoz de Amanecer Dorado.
Kasidiaris, que luce una esvástica tatuada en su hombro izquierdo y alza el brazo derecho con el saludo romano, es un viejo conocido de la política griega. Una de sus intervenciones más recordadas fue agredir en directo a una diputada comunista durante un debate televisivo, en 2012. Espartanos ha conseguido entrar en el Parlamento sin haber tenido ningún eco en los grandes medios del país, de tendencia conservadora en su gran mayoría. La formación neonazi ha organizado apenas un par de mítines con cientos de asistentes, y casi no ha pegado carteles. En las redes sociales ha protagonizado una campaña en la que destacaban las fotos pixeladas y el diseño gráfico —claramente deficiente— con mensajes burdos, racistas y ultranacionalistas.
A Dimitris Psarras, periodista del diario Efimerida ton Syntakton, especialista en la extrema derecha, no le sorprende el resultado de los tres partidos ultras, porque cree que es una tendencia en toda Europa. “Mitsotakis —explica— ha querido marcar su perfil ideológico mediante la antiinmigración, el conflicto territorial con Turquía y la cuestión de la minoría musulmana en la región de Tracia [fronteriza con Turquía]. Esos son precisamente los temas de la extrema derecha”, razona el periodista. “Es el mismo error que cometió [el primer ministro de Nueva Democracia, Antonis] Samaras, en 2012, cuando asumió la agenda política de los neonazis y facilitó así la entrada de Amanecer Dorado al Parlamento”.
Por su parte, el analista Yannis Koutsomitis cree que Mitsotakis ha logrado una mayoría “cómoda”, a pesar de que ha perdido dos escaños respecto a 2019, a causa de la baja participación, del 52,8%, frente al 60,9% el pasado mayo. “Esta vez las encuestas acertaron en todo, excepto respecto a los neonazis”, afirma. Pero a él no le sorprendió que Espartanos obtuviera un buen resultado, porque cree que “los neonazis siempre ocultan su voto en los sondeos”. Koutsomitis reprocha a Mitsotakis haber cometido “un error estratégico” al ilegalizar la primera lista impulsada por Kasidiaris y permitirle así presentarse a sí mismo como “víctima del sistema”. Este experto en cuestiones europeas cree que los tres partidos ultras se nutren de euroescepticismo, posiciones pro-Putin e ideologías que “más que antisistema, antidemocráticas”. Aun así, aporta una nota de optimismo: “Cuando los extremistas están dentro de las instituciones, rindiendo cuentas de su actividad pública, es mejor que cuando están fuera intentando movimientos subversivos”.
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