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El coronavirus deja aún más ‘tocado’ al basket griego


Las negociaciones para cerrar la liga doméstica (EKO Basket League) tras el parón por el coronavirus suponen un capítulo más en la complicada situación que atraviesa el baloncesto griego, afectado por la falta de apoyos económicos y sometido a mucha presión por el bajón en la calidad del juego.



A pesar del acuerdo unánime de la Asociación de Clubes (ESAKE) para cancelar la liga, la decisión sigue paralizada ante la falta de consenso con la Asociación de Baloncestistas Profesionales de Grecia (PSAK) sobre qué porcentaje del total de los salarios se embolsarán los jugadores.

El desgaste entre directivas y plantillas es una muesca más en la credibilidad de la liga, que paulatinamente ha dejado de estar entre los principales destinos para los jugadores de la élite europea.

LAS DEUDAS, A JUICIO

Grecia es el tercer país con más procesos abiertos en el BAT (Tribunal de Arbitraje de Baloncesto), según el último informe anual de la FIBA (Federación Internacional de Baloncesto).

Desde 2017, este tribunal, que resuelve disputas salariales entre jugadores, intermediarios y clubes, ha fallado más de 25 veces en contra de equipos griegos, obligándoles a pagar más de dos millones de euros en deudas contractuales.

Actualmente, equipos históricos como el Panionios, el AEK y el Aris están sancionados, hasta que salden sus deudas.

La falta de garantías ha derivado en crispación por parte de algunos jugadores, que han acudido a sus redes sociales para manifestar su descontento. “Pagad lo que debéis. Estáis quitándole la comida de la mesa a nuestras familias”, sentenció en Instagram el interior estadounidense del UCAM Murcia Delroy James, tras su paso por el AEK.

Para el base estadounidense Marcus Posley, Grecia fue en 2017 su primera aventura profesional en el extranjero. El Koroivos, un equipo modesto afincado en la localidad de Amaliada, le fichó.

“Fui a Grecia consciente de la situación económica del equipo, pero convencido porque es una liga respetada”, admite Posley, que se encuentra desde febrero en Estados Unidos tras jugar en Tiflis (Georgia), en conversación telefónica con Efe.

La temporada se saldó con un récord de 7-19 y el descenso del equipo. Para su sorpresa, lo peor estaba por llegar. “Estaba a tres horas de irme al aeropuerto para volver a casa. Al llegar a la terminal, me entero de que tengo que buscarme la vida para conseguir regresar. El equipo me hizo creer que me lo habían sacado un billete y la realidad era otra”, reconoce.

“Nunca pensé que me apuñalarían por la espalda de esa manera después de todo lo que hice por el club”, afirma el estadounidense, al que todavía deben dos meses de contrato. “Llegué a entrenar y jugar sin cobrar, para mantener al equipo unido y tratar de no descender”, señala.

La situación, que tres años después sigue siendo igual de dramática para algunos equipos, se une a la incertidumbre del coronavirus. El Panionios, que luchaba por mantener la categoría, es uno de los clubes con más deudas de la liga griega.

Uno de sus jugadores extranjeros, Devin Sweetney, optó por aguantar y terminar la temporada a pesar de los impagos, pero el coronavirus lo cambió todo.

“Una vez que Trump anunció el cierre de fronteras intenté contactar con mi club durante varios días para que me sacaran un billete de avión. Nadie respondió y tuve que actuar”, reconoce Sweetney, que abandonó Grecia por cuenta propia a mediados de marzo para estar con su familia.

“A todos los jugadores de la plantilla nos debían dinero. Yo he jugado en más de diez países y la falta de profesionalidad que he vivido aquí es increíble. Solo en Letonia y en México he pasado por situaciones así”, lamenta el estadounidense, de 32 años, también en entrevista telefónica con Efe.

LOS RICOS TAMBIEN SUFREN

A mediados de los años 90 y durante la primera década de los 2000, Grecia era un destino dorado para cualquier jugador fuera de la NBA. Sin embargo, la situación ha cambiado para las superpotencias griegas, que también han tenido recortes presupuestarios.

“La crisis económica de 2008 y la mala gestión posterior han tenido un impacto brutal en el poder adquisitivo de los equipos, a pesar de que algunos de ellos son propiedad de millonarios”, valora Alexandros
Trigas, periodista que cubre al Panathinaikos para el medio digital Sport24.

En 2009, el Olympiacos firmó al ex NBA Josh Childress el contrato más sustancial del momento en Europa, por un valor de 19 millones de euros por tres temporadas. Diez años después, el presupuesto total del club de El Pireo para la temporada es de 16 millones.


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