“El coronavirus ha demostrado que los Gobiernos pueden tomar medidas radicales”

El presidente del IPCC, Hoesung Lee, en septiembre de 2019 en Mónaco.
El presidente del IPCC, Hoesung Lee, en septiembre de 2019 en Mónaco.Eric Gaillard / EL PAÍS

En este pandémico 2020 se celebran los 30 años del primer informe de evaluación del IPCC, las siglas en inglés del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, encargado de asesorar a la ONU y los países sobre las evidencias del calentamiento. Aquel análisis dejaba clara la relación entre los gases de efecto invernadero expulsados por el hombre y el cambio climático. Pero en estas tres décadas las emisiones mundiales se han más que doblado. El economista Hoesung Lee (Yesan, Corea del Sur, 31 de diciembre de 1945), actual presidente del IPCC, se resiste a salirse de su diplomático papel para cuestionar a los Gobiernos a los que los científicos que él representa asesoran. Pero en esta entrevista realizada por videoconferencia desliza que la pandemia ha dejado algo claro: cuando ha sido necesario, se han tomado medidas drásticas.

Pregunta. En estos 30 años las emisiones de gases de efecto invernadero han aumentado un 60%. ¿Por qué los Gobiernos han ignorado sus advertencias?

Respuesta. Nuestro primer informe de evaluación, publicado en 1990, se convirtió en una de las bases científicas que llevaron a la creación de la Convención Marco de la Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. En 1995, un segundo informe propició el establecimiento del Protocolo de Kioto. El último de nuestros informes de evaluación, publicado en 2014, el quinto de la serie, sirvió de base científica para el Acuerdo de París. Así pues, los Gobiernos han hecho lo que han podido para acomodar los hallazgos científicos considerados por el IPCC. El último informe especial indica claramente que es necesario y urgente actuar inmediatamente para estabilizar el clima. Hay una inercia tremenda en los sistemas humanos, pero esperamos que, dadas las aspiraciones de los países firmantes del Acuerdo de París, se produzcan cambios en la trayectoria [de las emisiones].

P. ¿Cómo han aumentado los impactos climáticos en 30 años?

R. Se han visto cambios tremendos en el medio ambiente y los ecosistemas. La temperatura media del planeta ha subido un grado en comparación con los niveles preindustriales. Eso es en promedio, lo que significa que hay lugares en los que ha aumentado más de un grado. Hemos identificado diferencias en sucesos meteorológicos extremos, problemas con el agua, los rendimientos de las cosechas, el impacto sobre la salud y los ecosistemas, el aumento del nivel del mar en verano… Hay mucho donde elegir. Los últimos informes del IPCC muestran que la velocidad de los impactos debidos al cambio climático es mucho mayor que la velocidad a la que los humanos y los ecosistemas pueden adaptarse. Los cambios de los últimos 30 o 50 años son alarmantes.

P. ¿Cuál cree que es el impacto más importante ahora mismo?

R. Sobre todo los eventos meteorológicos extremos, cuya intensidad y frecuencia han aumentado.

P. La crisis del coronavirus ha propiciado una gran caída de las emisiones globales. Pero, ¿teme usted un efecto rebote?

R. Está claro que este año se han reducido sustancialmente las emisiones de dióxido de carbono debido a la imposición de medidas: se han restringido las actividades económicas y ha habido cambios en los comportamientos individuales como consecuencia de esta pandemia. Pero también hemos visto ya una recuperación de las emisiones durante el verano en el hemisferio norte a medida que se fueron levantando las restricciones. Creo que las emisiones volverán a aumentar una vez que se acabe esta pandemia. La cuestión es lo fuerte que será ese repunte. Pienso que las inversiones que se hagan hoy determinarán la fuerza del aumento de las emisiones de dióxido de carbono mañana. Todos necesitamos hacer inversiones inteligentes, inversiones limpias, para que, una vez que haya terminado la pandemia, tengamos unas economías menos intensivas en emisiones.

P. El Informe especial del IPCC de 2018 sobre la meta del aumento de 1,5 grados decía que la década de los veinte debía ser determinante en la lucha climática. ¿Le preocupa que la pandemia pueda retrasar la acción de los Gobiernos?

R. El coronavirus ha demostrado que los Gobiernos son capaces de tomar medidas radicales y profundas. El modo en que reaccionó el sector público fue mucho más allá de lo que cabía esperar. Así que esto tiene implicaciones de cara a la respuesta al cambio climático, o eso espero. La respuesta al cambio climático requiere medidas sólidas, enérgicas, por parte del sector público. Muchos Gobiernos tienen en cuenta el clima y el medio ambiente a la hora de preparar sus planes de recuperación, enfocados hacia una recuperación limpia, inteligente.

P. ¿Por ejemplo?

R. El ejemplo más claro es el del Pacto Verde europeo, que es un buen planteamiento para construir un sistema que suponga una huella de carbono mucho más pequeña en los años venideros. Con covid o sin covid, los países tienen que tomar decisiones de inversión. La elección está entre inversiones inteligentes y limpias, con menor huella de carbono, o inversiones no tan limpias, haciendo las cosas como siempre, con una huella de carbono mucho mayor.

P. ¿Se puede salir de la crisis del coronavirus e impulsar a la vez la lucha climática?

R. Creo que ese es el camino. Este año se ha registrado una reducción del 7% en las emisiones de CO2. Es una gran reducción, aunque no por los motivos que hubiésemos deseado. Lo deseable sería lograr la reducción de emisiones y a la vez seguir progresando social y económicamente. Esto es posible si somos capaces de desacoplar el desarrollo económico de las emisiones, del consumo de energía. Si logramos aumentar nuestra eficiencia energética, podremos moderar el aumento de la demanda de energía, y así podremos gestionar la transición mucho más fácilmente. Tenemos la tecnología, pero debemos adaptarnos a ella y, para que se produzca esta adaptación, debemos mejorar nuestra cooperación, de modo que los países desarrollados financien y faciliten que los países en vías de desarrollo vayan adoptando esa tecnología.

P. ¿Qué ocurrirá si perdemos otra década en la lucha contra el cambio climático?

R. Claramente no queremos tener otra década de reacciones tardías, y es algo que subraya el IPCC. El objetivo es alcanzar unas emisiones netas de cero en 2050, y en 2030 debemos tener una reducción del 45% en las emisiones de dióxido de carbono respecto a los niveles de 2010. Ahora bien, el retraso en alcanzar esta trayectoria nos obligaría a tomar acciones drásticas en el futuro que serían muy costosas, además de comprometer los objetivos de desarrollo sostenible. Sería un escenario muy malo para todos.

P. ¿Encuentra similitudes entre los negacionistas del cambio climático y los que niegan el coronavirus?

R. Hay muy poca gente que niegue el cambio climático, especialmente en la comunidad científica. En cuanto a los que niegan la covid, no puedo comentar esa cuestión. No quiero comparar las dos cosas. En relación al cambio climático, a los negacionistas no hay que darles mucha importancia.

P. ¿Qué diferencia hay entre una subida de temperaturas de 1,5 grados (meta más ambiciosa del Acuerdo de París) y una de tres grados (a la que se encamina el mundo si las emisiones siguen como hasta hoy)?

R. Un grado y medio sería la consecuencia de que el mundo lograse alcanzar unas emisiones netas cero de aquí a 2050. Si las emisiones de dióxido de carbono llegan a un nivel de cero neto, eso supondría un parón en la acumulación de las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que haría que la atmósfera se estabilizara. Con una subida de tres grados, las temperaturas aumentarían el doble de rápido. No nos gustaría vivir en un planeta con un calentamiento de tres grados sobre las temperaturas preindustriales. En la memoria de la humanidad nunca se ha observado una subida media de tres grados.

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