El correísmo se recompone en Ecuador con nueva sigla, otro color y el liderazgo de Rafael Correa

El expresidente ecuatoriano, Rafael Correa, delante del edificio de la Comisión Europea, en 2020.
El expresidente ecuatoriano, Rafael Correa, delante del edificio de la Comisión Europea, en 2020.

Cuando gobernaba Rafael Correa en Ecuador todo era verde. Fue el color del movimiento político Alianza PAIS que durante una década ondeó en las banderas de los mítines de campaña y coloreó las fachadas de las casas de los simpatizantes. Ahora, el expresidente trata de recomponer lo que queda de su capital político con unas nuevas siglas, un nuevo color y una nueva presidenta en el partido tras la derrota de su candidato en las últimas elecciones presidenciales el pasado abril.

Revolución Ciudadana es el nombre de la organización que ahora albergará al correísmo oficialmente y que comparte las siglas RC con su máximo líder, Rafael Correa. Un tono azul pitufo ha sustituido al verde casi fluorescente. La presidenta es desde el 28 de agosto Marcela Aguiñaga, ministra en la época de Correa, legisladora en la etapa de Lenín Moreno y una de las figuras públicas que aún está en la política activa del que fue el Gobierno del llamado Socialismo del Siglo XXI ecuatoriano. El máximo exponente sigue siendo, no obstante, el exmandatario afincado en Bélgica.

“La Revolución Ciudadana se está recomponiendo y lo hacemos con nuestro líder Rafael Correa”, recalca Aguiñaga, abogada de formación de 48 años, en una entrevista telefónica en medio de sus recorridos por el país. “Rafael no es un muerto político y, de hecho, el correísmo y la Revolución Ciudadana son el movimiento político con mayor apoyo en todo el país. Nada más hay que ver que todo lo que tiene que ver con Correa sigue siendo noticia en los medios locales”, subraya la nueva presidenta del partido, una semana después de que el Consejo Nacional Electoral aceptara el cambio de siglas de su formación.

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El movimiento político Revolución Ciudadana era antes el de Fuerza Compromiso Social, una organización liderada por un funcionario del régimen de Correa, que también fue ministro de Lenín Moreno y que hoy está en prisión por peculado. “Tenemos perseguidos políticos, compañeros exiliados, pero hay que agradecer a la militancia por la resistencia”, celebra Aguiñaga, que compartió filas con exministros que hoy están condenados y con exlegisladores que huyeron de la Justicia.

Junto a Rafael Correa, que está sentenciado a ocho años de cárcel por cohecho y que ha evitado entrar a la cárcel por estar fuera de Ecuador, hay varios altos cargos de su administración con penas de cárcel, como el exvicepresidente Jorge Glas, la exministra de Obras Públicas, María de los Ángeles Duarte o el exministro de Hidrocarburos, Carlos Pareja Yannuzzelli. Además, el excanciller Ricardo Patiño y tres exasambleístas de Alianza PAIS permanecen con asilo político del Gobierno de México desde 2019.

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El desmantelamiento de Alianza PAIS tras la ruptura en 2017 entre Correa y Lenín Moreno, su sucesor, llevó al correísmo a presentarse a las elecciones presidenciales de mayo con una identidad ajena. Andrés Arauz se estrenaba en política como el candidato designado por Correa y lo hacía bajo el paraguas de Fuerza Compromiso Social en alianza con Centro Democrático. La autoridad electoral había denegado con anterioridad la solicitud de inscribir una nueva organización con la mención y lema de “revolución ciudadana”, ya que era parte de la identidad del entonces partido oficialista Alianza PAIS, pese a que el expresidente Moreno se había distanciado de este y de Correa desde su primer año de mandato.

Ahora que el rector electoral ha autorizado que Fuerza Compromiso Social pase a llamarse Revolución Ciudadana, el movimiento ha comenzado a relanzar su imagen y reorganizar sus fichas para la siguiente cita con las urnas. Las elecciones municipales y provinciales de 2023 dirán si la derrota en las presidenciales es el termómetro con el que se mide el futuro del modelo progresista en Ecuador. Aguiñaga, la figura con más recorrido político de entre los más fieles a Correa que sigue en el país, mantiene ocultas sus cartas. “Sería maravilloso ser alcaldesa de Guayaquil porque yo soy guayaquileña”, responde con un tono que la inclina más hacia otras opciones. “La prefectura de Guayas no es un asunto menor”, deja caer.

Como Correa no puede volver a presentarse a unas elecciones por la muerte política que va aparejada a su condena, la Revolución Ciudadana necesitará un nuevo rostro. ¿Podría llegar a ser candidata a presidenta? “No está en mis planes”, afirma. “Ahora mismo estoy concentrada en abrir espacio a las mujeres en el binomio presidencial”.

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