La economía de Estados Unidos creció con solidez en el primer trimestre, en el mejor arranque de año desde 2015. El producto interior bruto se expandió a una tasa anualizada del 3,2%. Es un punto porcentual más que en la recta final de 2018 y mejor de lo anticipado. La primera lectura del indicador está en línea con el optimismo expresado por la Reserva Federal, pese a que en su última reunión en marzo se anticipara que quizás no sea necesario subir los tipos este año.
Había dudas sobre la fortaleza del indicador porque el estímulo inicial de la rebaja de impuesto perdió fuerza y por el efecto lastre el golpe de los temporales invernales. Se le sumó, además, la incertidumbre por la batalla comercial con China y el impacto del cierre parcial de las actividades del Gobierno federal por los fondos para financiar la construcción del muro en la frontera con México.
El primer trimestre tiene, también, mala reputación en Wall Street pese a ser el que marca la base para los seis meses sucesivos. Pero esta vez era relevante por el momento en el que se encuentra el ciclo económico y los interrogantes que en meses pasados emergieron cuestionan la solidez del crecimiento. Los primeros resultados corporativos están mostrando una imagen positiva, aunque los beneficio se moderan.
El repunte se explica por el incremento en el valor de los inventarios y al impulso del comercio, que aportó un punto porcentual al crecimiento tras la exportaciones subir un 3,7% mientras que las importaciones cayeron al mismo ritmo. El gasto del consumidor, sin embargo, se expandió solo un 1,2% frente a un 2,5% en el cuatro trimestre. La actividad en el sector inmobiliario se contrajo un 2,8%. El indicador está sujeto a dos revisiones.
Jerome Powell, presidente de la Fed, ya descartó tras la última reunión del banco central un escenario de contracción económica a medio plazo. Pese a ello, admitió que había corrientes opuestas que invitaban a ser cauto y como estrategia preventiva mantuvo los tipos. El dato de empleo de febrero fue, de hecho, especialmente pobre, al registrarse solo 33.000 ocupados. Un mes después, el indicador repuntó a 196.000 ocupados y contribuyó a disipar los miedos.
Las solicitudes de subsidios por desempleo están al nivel más bajo en 50 años y los salarios están avanzando más rápido que la inflación, lo que indica que el consumidor tiene margen para seguir gastando. Las ventas en el comercio, de hecho, mejoraron un 1,6% el pasado mes de marzo tras la pausa invernal. También repuntaron las ventas de nuevas viviendas gracias a unos tipos de interés favorables.
La inflación da margen
Wall Street, entre tanto, vuelve a moverse en máximos tras el batacazo a final de 2018. Sin duda el factor principal tras esta remontada es la estrategia de la Fed de tomárselo con más calma en el proceso de retirada de los estímulos monetarios. La predicción del mercado es que no vuelva a tocar más los tipos de interés e incluso ven posible un recorte a final de 2020 si la desaceleración es mayor.
La recuperación económica cumplirá el próximo junio 10 años tras el fin de la Gran Recesión. Será el mayor periodo de crecimiento continuado en los registros. La gran pregunta es cuánto se tocará techo en el actual ciclo expansivo. El banco central de EE UU proyecta un crecimiento del 2,1% para el conjunto de 2018, frente al 2,9% el pasado ejercicio. De ahí bajaría al 1,9% en 2020.
La inflación permite a la Fed ser paciente mientras examina cómo progresan los datos económicos, también fuera de EE UU. Pero el presidente Donald Trump está claramente impaciente y culpa a Powell como único responsable de la moderación. Por eso le pide que relaje la política monetaria y que baje incluso los tipos por la vía cuantitativa para dar un impulso al crecimiento económico.
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