El críquet femenino de Barcelona logra su objetivo: 1,6 millones para su estadio

07/06/2021 Campo de fútbol Julià de Campmany en Montjuïc. Foto: Joan Sánchez
07/06/2021 Campo de fútbol Julià de Campmany en Montjuïc. Foto: Joan SánchezJoan Sanchez / EL PAÍS

El empeño de una grupo de jugadoras de críquet 11 del Raval, Poble Sec, Besós y Trinitat Vella, y de las entidades que las han apoyado, se ha visto recompensado. El proyecto de reforma del campo deportivo Julià de Capmany en la falda de Montjuïc ha conseguido una de las mayores partidas, 1.600.000 euros, de los primeros presupuestos participativos del Ayuntamiento de Barcelona. También ha sido el segundo de los 76 proyectos más votados: ha conseguido 2.890 votos y ha quedado por detrás del ganador, el de la mejora del parque de la Espanya Industrial apoyado por 3.351 barceloneses. En total, se han destinado 30 millones de euros a los 76 proyectos seleccionados entre los 184 finalistas y repartidos por los diez distritos de la ciudad.

“Estamos super contentas, lo hemos conseguido. Ahora tenemos que buscar un nombre para el equipo porque la verdad es que no lo teníamos y somos de distintos barrios. Ahora lo pensaremos porque, además, nos queremos federar”, explicaba Hifsa Butt, capitana del equipo de jugadoras y promotoras de una idea que les parecía difícil de lograr pero no imposible en una ciudad, Barcelona, que se considera cuna del críquet femenino en España. La idea del campo cuajó y fue el más votado en los 2.000 que inicialmente optaron en las fases previas de la selección. Las chicas son en su mayoría procedentes de familias de origen paquistaní y también de India y Bangladesh. “Yo empecé hace cuatro años y al principio éramos muy pocas, ahora ya somos más de veinte”, añade la joven, la única mayor de edad del equipo. “Es un deporte que para practicarlo bien requiere un campo adecuado, no aprovechando otras instalaciones que no tienen ni las medidas ni las condiciones de seguridad”, comenta. Y eso es justo lo que no tenían. De hecho, llevaban más de un año sin poder entrenar en condiciones porque el campo de fútbol de Julià de Capmany fue clausurado por el mal estado en el que se encontraba. “Estuvieron entrenando unas semanas en el campo de béisbol de Montjuïc, después en unas pistas deportivas de un instituto del Poble Sec y al final en el campo de futbol de Baró de Viver, en Sant Andreu. De ahí que el proyecto del viejo campo de Julià de Capmany fuera tan importante”, explica Ana Villalobos, coordinadora de la entidad Críquet Jove Barcelona, una de las impulsoras del proyecto, junto con la Fundació per a l’Esport i l’Educació de Barcelona (FEEB) y el Centre d’Estudis Africans i Interculturalitat (CEA). La iniciativa también contó con el apoyo de la Federación Catalana de Críquet.

“Para los paquistaníes, y también en la India, el críquet es como el futbol en Europa. Hay auténtica pasión y nosotras queríamos tener un espacio adecuado para poder entrenar y tener nivel, federarnos y jugar con otros equipos que puedan venir a Barcelona”, añade Hifsa. En la capital catalana, la comunidad de origen paquistaní es una de las más numerosas y cuanta con unos 400 jugadores de ese deporte en unos 25 equipos, todos menos uno integrado por varones. “Pero la idea de presentar el proyecto fue nuestra, de las chicas. Hemos trabajado duro para lograrlo”, reivindica la capitana que veía en la posibilidad de tener un campo una forma de generar confianza en las familias: “Es que es complicado tener que ir de un lado a otro para entrenar una vez a la semana con adolescentes, las familias se preocupan”. Hifsa también apunta que la normalización del críquet también podría ayudar a la integración cultural.

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“La comunidad paquistaní se ha movilizado mucho con la idea”, añade Villalobos. Probablemente a esas ganas de conseguir el campo —en el que podrían jugar todos los equipos de Barcelona— se debe que haya sido el segundo más votado de todos los que se han sometido al proceso participativo. Además del campo con el pitch —el espacio central para la batida— en el proyecto también se solicitaba que la instalación tuviera un túnel de batida, agua, luz, vestuarios y espacios para guardar el material. El presupuesto presentado era de 1,5 millones de euros que finalmente será de 1,6 millones, de acuerdo con la información facilitada por el consistorio.

Esa cantidad es la más alta, junto con el proyecto de mejora de la parte histórica del parque del Guinardó que costará, también, 1,6 millones de euros. Se trata de las iniciativas más costosas ya que la mayoría se sitúan en entre los 50.000 euros y el millón. La votación ha movilizado a cerca de 40.000 personas de un censo de aproximadamente 1.400.000 ya que podían votar todas las personas empadronadas y mayores de 14 años. Entre los proyectos presentados, muchos eran de mejora de escuelas —los entornos y los patios— mejorar zonas verdes, crear huertos urbanos y creación de carriles bici.


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