El Cruïlla muestra cómo dejar el virus fuera del cartel

Inmediaciones del festival Crüilla en la jornada del sábado.
Inmediaciones del festival Crüilla en la jornada del sábado.Albert Garcia

Satisfacción y el convencimiento de no ser parte del problema, sino de la solución. Estos fueron los términos en los que Jordi Herreruela, director del festival Cruïlla, valoró la edición que ayer en la noche concluyó en el Parc del Fórum de Barcelona, luego de tres días de actividad. Herreruela puso énfasis en que se había demostrado la posibilidad de realizar cribados masivos, “lo que podría ser una solución extensible al resto de la sociedad”, y defendió la música como polo de atracción para poder cribar a personas que de otra manera no resultarían accesibles a las autoridades sanitarias. Lo expuesto por los responsables del festival contrasta con la inquietud contenida de las autoridades sanitarias, que ven cómo tienen lugar este tipo de eventos masivos en plena quinta oleada de la pandemia, una de las más contagiosas hasta la fecha. El propio festival ha detectado 250 positivos entre sus asistentes, mientras instituciones como el Ayuntamiento de Barcelona piden desde hace ya unos días que se limite el uso del espacio público.

Para Herreruela, sin embargo, el modelo explorado por el Cruïlla “es por el momento el mejor que se puede implementar, sin olvidar que está sujeto a mejoras que iremos perfilando en colaboración con la comunidad científica”.

Más información

La realización sin colas ha sido la primera medalla que se han podido colgar los organizadores del festival. Un cribado ágil de 40.000 personas en tres días parecía hace poco tiempo imposible. En ellos se registró una tasa de positividad del 1% el primer día, cuando asistió el público más joven, y un 0,5% el segundo.

Por franjas de edades se repite el esquema, y a lo largo de los tres días el porcentaje de positividad fue más alto, cerca del 32%, entre los menores de 30 años, bajando hasta el 13% en las personas por encima de los 35-40 años. Hererruela destacó igualmente que el trabajo de cribado del festival ha impedido que esas 250 personas detectadas como positivas pudiesen transmitir el virus en sus entornos: “A medida que aumentan los cribados, disminuye la positividad, es por ello que este modelo podría usarse en los demás ámbitos de la sociedad”.

El director destacó que el trabajo de cribado del festival ha impedido que las 250 personas detectadas como positivas pudiesen transmitir el virus en sus entornos

También destacó que hay sectores sociales a los que las autoridades no saben cómo llegar para realizar cribados o estudios sanitarios, y esos sectores son precisamente aquellos que responden a la llamada de la música en directo. Por lo tanto, en palabras de Herreruela, “la música es una herramienta para controlar la pandemia al tener acceso a sectores de otra manera invisibles, como la franja entre los 20 años y la paternidad, que es cuando la administración nos vuelve a localizar a través de los hijos”

Considerando los altos índices que la transmisión de la pandemia está registrando en Cataluña, con la RT en 2,86 y con un nivel de afectación especialmente alto entre los más jóvenes, los datos recogidos por el festival serán estudiados por las autoridades sanitarias con más detalle del previsto. Se trata así de determinar si, en línea con las pruebas previas (la del Apolo en diciembre, o un concierto de Love of Lesbian en mayo), se sigue confirmando que un acontecimiento masivo controlado no genera transmisión.

Con respecto al uso de la mascarilla en el interior del recinto, Herreruela destacó que “estimamos en un 70% el público que la usa y, en cualquier caso, hay que reconocer que los constantes cambios de normativa al respecto han generado mucha confusión”, señaló.

“La música es una herramienta para controlar la pandemia al tener acceso a sectores de otra manera invisibles, como la franja entre los 20 años y la paternidad”, analiza Herreruela

En consonancia con todo ello, el sistema de cribados fue defendido por Herreruela como el único viable para recuperar una cierta normalidad y defendió que se extienda a todos los ámbitos, poniendo el acento en su realización en las farmacias. Así indicó que veía dos opciones, “o nos quedamos parados con confinamientos temporales esporádicos muy lesivos económicamente, o buscamos soluciones. Y que yo sepa, en año y medio llevamos cinco olas y ninguna de ellas ha sido provocada por la música”. Con estas palabras Herreruela se refirió veladamente a una realidad incontestable: el aumento de los índices pandémicos en Cataluña está relacionado en buena medida con el ocio no reglado que se vivió en la verbena de Sant Joan. En esta línea va la solicitud del Ayuntamiento de Barcelona desde hace ya unos días de que se limite el uso del espacio público para controlar la expansión del virus.

Trabajadores sanitarios realizando pruebas a los asistentes al festival Crüilla.
Trabajadores sanitarios realizando pruebas a los asistentes al festival Crüilla. ALBERT GEA / Reuters

La cuestión es ahora ver qué perfil de festival resulta viable en una situación cambiante. Si hace un año nadie hubiese pensado que este año estaríamos así, ahora no puede vaticinarse cómo será el próximo, considerando que si la transmisión no se detiene, aumentan las posibilidades de mutación y de nuevas cepas. Los festivales que han podido adaptarse a esta situación han sido aquellos que podríamos denominar de kilómetro cero, es decir, los que viven del público local, que pueden sobrevivir con carteles de artistas locales y que no dependen de grandes figuras cuyas giras pueden ser alteradas por rebrotes pandémicos o, como el caso de Tom Walker, artista cancelado en el Cruïlla, por problemas derivados del Brexit.


Source link