Una comitiva que transportaba el cuerpo del ex primer ministro Shinzo Abe llegó el sábado a su casa en la capital japonesa, mientras la policía de la ciudad occidental de Nara, donde fue asesinado, reconoció errores de seguridad.
Los dolientes se reunieron en la residencia y en el lugar del atentado del viernes en Nara, donde el líder más longevo de Japón en la historia moderna fue abatido a tiros en un inusual acto de violencia política mientras pronunciaba un discurso de campaña.
La clase política del país calificó el asesinato como un ataque a la propia democracia.
La policía detuvo a un hombre de 41 años inmediatamente después de que Abe recibió el disparo a corta distancia, y dijo que el sospechoso había usado un arma de fabricación casera.
El cuerpo de policía local que se encargó del acto de campaña dijo el sábado que el dispositivo de seguridad había sido deficiente.
“No podemos negar que hubo problemas con el plan de seguridad, teniendo en cuenta cómo terminaron las cosas”, dijo el jefe de la policía de la prefectura de Nara, Tomoaki Onizuka, en una conferencia de prensa.
“Tengo un gran sentido de la responsabilidad”, dijo, y añadió que la policía analizaría qué fue exactamente lo que falló y aplicaría los cambios necesarios.
Las elecciones para la cámara alta del parlamento japonés se celebrarán el domingo como estaba previsto.
En Nara, a unos 450 kilómetros al suroeste de Tokio, personas hacían cola para depositar flores en una mesa junto a una fotografía de Abe.
“Estoy sorprendida de que este tipo de cosas hayan sucedido en Nara”, dijo Natsumi Niwa, un ama de casa de 50 años, después de depositar flores con su hijo de 10 años cerca del lugar de la matanza frente a una estación de tren del centro de la ciudad.
Está previsto que el lunes se celebre una vigilia nocturna. El funeral de Abe tendrá lugar el martes, con la asistencia de amigos cercanos, según medios de comunicación.
Medios de comunicación japoneses informaron, citando fuentes policiales, de que el sospechoso, Tetsuya Yamagami, había dicho a la policía que creía que Abe estaba vinculado a un grupo religioso al que culpaba de haber arruinado económicamente a su madre y de haber roto la familia.
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