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El curioso making off de la despedida de Aduriz en San Mamés


La última función de Aduriz ha tenido su particular making off. Aunque el coronavirus nos ha sumido en tiempos telemáticos, por expreso deseo del killer, su despedida ha tenido lugar en una rueda de prensa presencial, para que se le pudiesen hacer preguntas directamente. Le gusta el car a cara. Y ha tenido lugar sobre el césped de San Mamés. En persona y sobre el verde. Sentado en un taburete colocado sobre el punto de penalti en el área del Fondo Norte. El área en la que dibujó su último gol con aquel tijeretazo ante el Barça en la primera jornada de Liga. El sitio elegido no es por casualidad.



El acto ha tenido su protocolo para la veintena de periodistas que acudimos al campo. Citados a las 16.40 horas, veinte minutos antes del comienzo de la comparecencia de Aduriz, en la puerta 14. Saludos después de meses sin coincidir sobre el terreno. Teletrabajo. Primer paso, toma de temperatura. Segundo, desinfección de manos con gel. Y tercero, colocación de la mascarilla suministrada por el club. Solo se podía quitar durante unos instantes en el turno de preguntas. Los micrófonos eran desinfectados después del uso de cada informador. No se podían tomar imágenes, las facilitó el club. Solo había acreditados redactores.

Han estado el presidente Aitor Elizegi, el director deportivo, Rafa Alkorta, y el director general, Jon Berasategi. Y toda la plantilla -cada uno llegando por sus medios- del Athletic con la camiseta de Aduriz puesta. Sorpresa. También todo el staff técnico, utilleros, fisios, médicos… Han hecho un pasillo de honor al ‘20’ rojiblanco, en forma de L, desde la salida del túnel de vestuarios hasta el punto de penalti del área. Con aplausos y el himno del Athletic, que sonaba con cierto eco extraño con las gradas que tantas veces puso en pie vacías.

Aduriz ha salido al campo con su mujer y sus hijas, Iara y Noa, que han tenido después asiento en primera línea, flanqueadas por Williams y Elizegi. Pantalón vaquero y camisa y deportivas blancas. En el ‘patio’ de butacas, los jugadores y miembros del club en una banda y los periodistas, todos en sillas individuales, manteniendo el mínimo de distancia de seguridad de dos metros, en la otra. Aduriz ha tomado asiento. En las pantallas del estadio se proyectaba un vídeo de su álbum de goles. Han sido 20.

Al ariete, con facilidad para liquidar a los rivales, le ha costado arrancar. “¿Es la hostia, eh?”, ha lanzado. Ha pedido agua. Sorbos de apoyo para su discurso en euskera. “No es fácil”, admitía. Agradecimiento a todas las personas que le han acompañado en este viaje. Mujer, resto de familia, equipos de su carrera, seguidores, su cuadrilla del vestuario del Athletic… Tragos y tragos de agua. Pausas. Emociones.

Tras una hora sobre el tapete verde de San Mamés, una vez finalizada la rueda de prensa, ha llegado la hora de bajar el telón. Aplausos. Con una imagen simbólica muy potente. Su hija Iara ha colocado el balón en el punto de penalti. Ese desde el que el delantero puso los pelos de punta a todo el mundo con su ‘Adurizinha’ o su lanzamiento a lo Panenka. Breve carrera, golpeo y… Gol. No podía ser de otra manera. Cuestión de ADN. la película no podía tener otro final.


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