El Vaticano puede definirse como una de las obras arquitectónicas más espectaculares del mundo. Un monumento a la fe cristiana que cuenta con la participación de algunos de los artistas más influyentes de la historia. Bernini, Rafael, Miguel Ángel… Las bellezas que esconde el Vaticano tras sus muros podrían aparecer en cualquiera de los museos de todo el mundo. Pero esta vez no hablamos de la Capilla Sixtina o de la Basílica de San Pedro sino del Palacio de Belvedere. Un edificio en el que se mantiene la tradición de pintar con leche. Increíble, ¿verdad?
El palacio de la leche
Ubicado en la zona norte de la Basílica de San Pedro podemos encontrarnos con el Palacio de Belvedere, una espectacular edificación construida en el siglo XVI por orden del Papa Julio II que se enmarca como un auténtico reclamo para los turistas. La belleza de sus muros es increíble, así como la genialidad de las obras que alberga, sin embargo, lo más curioso de este palacio es que está pintado con… ¡leche!. Sí, no has leído mal, este alimento lleva utilizándose para pintar las paredes de este edificio desde la antigüedad.
La clave está en la caseína, una de las proteínas más importantes de la leche que permite conservar el color de las paredes del edificio. Una partícula que permite que los muros luzcan igual de bellos que el primer día. En el caso de este Palacio del Vaticano, los expertos están mezclando la leche con cal y distintos pigmentos naturales con la finalidad de aportar ese color crema que se muestra como una de las señas de identidad del Palacio de Belvedere.
Leche propia
Como no podía ser de otra manera, la leche utilizada proviene de las vacas pontificias. Unos animales que son criados en la granja que posee el Vaticano en Castel Gandolfo, a unos escasos 30 kilómetros de Roma. Un ganado conformado por más de 25 reses que son capaces de producir una media de cincuenta litros diarios que posteriormente son tratados por una pasteurizadora donde se realiza el proceso de adecuación. Es importante mencionar que la adopción de este tipo de prácticas en el palacio Belvedere se deben a las normas ecológicas que el Papa Francisco ha impuesto en sus bases.
Cabe destacar que en la granja de Castel Gandolfo cuentan con un amplio surtido de animales. Las gallinas ofrecen algunos de los huevos ecológicos más deliciosos de la zona, los olivos y su aceite son conocidos en todo el mundo y no olvidemos la miel de sus panales… una auténtica exquisitez. Eso sí, gran parte de estos alimentos va a parar a la mesa Papal. No obstante, los productos sobrantes se destinan a un supermercado de Annona, un organismo dedicado para ayudar a los más necesitados.
Source link