El deseo de uno de Robert Fox, un hombre sin hogar de Washington, para esta Navidad era conseguir 27 dólares, apenas 24 euros, para viajar desde su ciudad a Fredericksburg, en el Estado de Virginia, donde vive una hija, y pasar las fiestas con ella. El diario The Washington Post se hizo eco el pasado día 23 de la petición del hombre, de 70 años, que vive desde hace un año en las calles de la capital de EE UU. Desde que el Post publicó su historia, decenas de personas se han interesado por Fox y se han ofrecido a subsanar la pequeña cantidad que pedía: el precio de un trayecto de autobús que requiere apenas una hora de ruta.
Fox ubicaba a su hija en las afueras de la localidad de Virginia. Había gastado ya los 531 dólares (476 euros) que recibe como subsidio todos los meses. Tenía un móvil, pero sin crédito. Se gastó los 62 céntimos que le quedaban en el bolsillo en un cigarrillo.
Según el relato de otra persona sin hogar, Patrick Hill, que refiere el rotativo, al menos 20 personas se han personado en el parque de la plaza Franklin, en el centro de Washington, para buscar al hombre de los 27 dólares. El mismo compañero de fatigas se prestó a ayudarlo. “No me pidió nada más, ni para beber, ni para fumar”, apunta Hill. “Era sincero y honesto en lo que pedía”. Pero los buenos samaritanos no lo encontraron allí y terminaron entregando dinero y cheques regalo a otros sin hogar reunidos en la plaza, un lugar habitual de refugio. En la ciudad viven unas 6.500 de las 567.000 personas que, se estima, no tienen hogar en EE. UU., según el último cálculo del Departamento de Vivienda.
Con todo, el barato deseo de Fox no resultaba tan sencillo de cumplir. Que él recordase, habían pasado cuatro años desde la última vez que había hablado con su hija, y no la había visto desde hacía cinco o seis. Pensaba que, a pesar de su posible enfado con él por la desconexión durante tanto tiempo, ella lo perdonaría. Fox no tenía el teléfono de su hija, ni el de una hermana de él que, creía, podía tenerlo.Tampoco recordaba la dirección: tan solo, dijo, creía ser capaz de recordar la casa si la veía.
Su único plan era ir en Nochebuena a la estación de autobús de Union Station, vender algo o mendigar para el billete. Al final, pasó el día de Navidad en Washington, aunque bajo techo y con otro hijo, nacido de una relación con otra mujer distinta a la madre de la hija que buscaba.
Varios lectores se han dirigido al diario para mostrar su descontento porque el reportero no pagase directamente los 27 dólares al sin hogar, algo que está prohibido por el código deontológico del periódico que impide que sus periodistas paguen dinero o se conviertan en parte de sus propias noticias. El diario ha intentado, sin éxito, contactar con un hijo y una hermana de Robert Fox.
Uno de los numerosos lectores que se han ofrecido a ayudar económicamente a Fox ha creado una cuenta de crowdfunding que ya ha recaudado un total de 2.282 dólares (2.046 euros) de 75 donantes. En el relato de su historia personal, el hombre se mostraba ilusionado con la posibilidad de volver a trabajar en la construcción o como pintor, sus oficios años antes de que perdiera su último hogar y, tras pasar de casa en casa de conocidos, terminara en las calles de Washington.
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