Christopher Castillo, un hombre de 33 años de Rhode Island, ha sido sentenciado a cinco años de cárcel por el atraco y robo a un banco en 2016. Los cargos y las penas son habituales, pero su historia esconde una peculiaridad: el hombre implicó en el crimen una mujer de 40 a la que acababa de conocer en persona, publica The Washington Post.
Castillo y la mujer, de 40 años y de la que no se ha hecho pública la identidad, se conocieron a través de una aplicación de citas en 2016. Al poco quedaron para conocerse en persona. El 5 de diciembre, ella recogía al hombre en la casa de sus padres en Rhode Island. Durante una media hora condujeron hacia North Attleborough, en el cercano Estado de Massachusetts, donde vivía ella.
Según el relato de la mujer a la policía, su cita empezó a beber vino mientras ella conducía su coche, un Nissan Maxima. En un momento del trayecto, el hombre le pidió que lo dejara bajarse en un banco, una sucursal del Bristol County Savings Bank. Una vez dentro, gritó a un empleado que necesitaba con urgencia dinero y sacó una vieja pistola, que según la cadena WHDH, y apuntó con ella al empleado. Al poco, regresó al coche, sudando, agarrando el arma y con 1.000 dólares en efectivo.
Con malas formas, le pidió a la mujer que arrancara a toda velocidad, y ella obedeció. Pero poco después, una patrulla de la policía alcanzó el Nissan. No le había resultado difícil seguir al coche: el atraco había sido a plena luz del día y un agente había visto pasar el vehículo y a su conductor, que coincidían con la descripción que les habían facilitado en el banco.
La mujer aparcó el coche y se bajó de él, pero Castillo se quedó dentro, intentando ocultarse. Se resistió a que los policías lo sacaran del vehículo. “La pistola ni siquiera está cargada”, les gritó. En el registro, recoge CNN, los agentes encontraron el sombrero y las gafas de sol que Castillo había llevado durante el atraco, 1.000 dólares en metálico en su cartera y una vieja pistola, una pieza de antigüedad, que pertenecía al padrastro del atracador.
La primera cita acabó con Castillo y la mujer detenidos. Sobre ella pendía la acusación de haberlo ayudado en el atraco. Quedó en libertad tras depositar una fianza de 250.000 dólares, pero insistió en que nada tuvo que ver con los planes de su compañero de cita y finalmente la fiscalía levantó los cargos contra ella.
Castillo, que tiene antecedentes criminales por hurto y violencia doméstica, ha sido condenado a tres años de prisión por robo a mano armada y otros dos por agresión con lesiones a la autoridad, por enfrentarse a los tres policías que participaron en su detención.
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