el día que la asesina quiso ser famosa

El cuerpo en Llamas, la serie de Netflix, encabezada por Úrsula Corberó, ha vuelto a poner en primera línea mediática y social el crimen de la Guardia Urbana y a su máxima protagonista, Rosa Peral. Prácticamente todo el país y un buen puñado de medios de comunicación hablan de esta macabra historia que terminó con la agente y su amante (Albert López) cumpliendo una pena de prisión de 25 y 20 años -respectivamente- por el asesinato de la pareja de ella, Pedro Rodríguez. En el caso de la mujer fueron cinco más por parentesco con el fallecido. Por si fuera poco, la sentencia del juez también les impuso el pago de una indemnización de 885.000 euros a los familiares de la víctima y 10 años de libertad vigilada después de cumplir su estancia en la cárcel.

Albert López, Rosa Peral y Pedro Rodríguez /

Albert López, Rosa Peral y Pedro Rodríguez / Redes

Sobre esta historia hay muchos episodios oscuros que se van descubriendo poco a poco: sus acusaciones cruzadas con Albert; el enfado de Peral desde la cárcel por el tratamiento que se está haciendo de su persona; el blanqueamiento de su figura que ella misma trató de hacer con Las cintas de Rosa Peral (estrenado en la plataforma de la ‘N’ roja a la vez que la serie) o el sueldo que percibe en prisión. Pero lo que nadie ha contado todavía es cómo perpetró en su mente el asesinato de su compañero de vida, con el que -según ella- tenía planes de futuro.

El caso tiene todos los elementos posibles para los morbosos: amor tóxico, infidelidades, tres policías implicados -cuatro si contamos al ex marido de Rosa- y un asesinato. Un cóctel infalible para mantener el interés de la población durante largo tiempo. Lo que sucede es que la brillante interpretación de Úrsula Corberó ha motivado que se eleve a la máxima potencia el impacto mediático de Rosa Peral. Dado el cariz que han cogido los acontecimientos, se puede hablar de ella ya como un personaje público. Desde su celda, busca ese pico de fama que pueda ayudarle a limpiar su imagen a ojos de la gente.

Rosa Peral, descubriendo a la psicópata

Decía Robert Hare que al menos el 1% de la población es psicópata. Una afirmación que lleva la firma de un hombre considerado como la mayor eminencia en el estudio de la psicopatía, y del que embeben los nuevos analistas. El galardonado canadiense creó la escala PCL, un instrumento que se usa mundialmente para detectar los rasgos psicopáticos y, sobre todo, las probabilidades de que estos deriven en actos violentos, ergo crímenes. Una de las citas más célebres de Hare es que «los psicópatas nacen», sin embargo, Óscar Tarruella, autor de Diario de un agente de Homicidios, complementa esa afirmación asegurando que «el psicópata nace y se hace».

Tarruella conoce a los criminales como la palma de su mano. No en vano, ha convivido y dado caza a algunos de los más peligrosos. Su formación como investigador y especialista en psicopatía y conducta criminal violenta le acreditan para ayudarnos a dibujar un retrato psicológico y emocional de Rosa Peral. ¿Cómo es la agente de Guardia Urbana y por qué se comporta así? Look lo desvela, a continuación.

Rosa Peral y su novio, el agente Pedro Rodríguez, al que asesinó

Rosa Peral y su novio, el agente Pedro Rodríguez, al que asesinó / Redes

La primera aproximación es contundente y no admite dobleces: «Rosa Peral era una psicópata narcisista. Era mentirosa, manipuladora y utilizaba sus dones físicos. Pero esto es algo que va más allá de lo sexual. El psicópata detecta muy bien el perfil de víctima y arrastra no solo a esta, sino a terceros. Como el psicópata esté perfeccionado, arrastra a cualquier perfil», avanza. Imposible no vincularlo de algún modo con Albert López, el otro asesino en la ecuación.

Otra de las voces autorizadas para hablar del crimen de la Guardia Urbana es Carles Porta. El periodista, escritor y presentador de Crímenes (Movistar +) ha adquirido más notoriedad fuera de Cataluña tras el estallido del caso y sus cuatro episodios acerca del suceso han visto disparadas las visualizaciones. Porta coincide con Tarruella al subrayar «el fuerte magnetismo» que posee la asesina.

Tarruella es, además, perito judicial y no titubea al dibujar el comportamiento de la protagonista de esta truculenta historia: «Rosa Peral era psicópata antes de ser policía. Probablemente, ella de pequeña debía ser manipuladora. Aunque bien es cierto que estos criminales no siempre presentan una infancia dramática». Lo explica: «El cerebro de una persona infantil, hasta la etapa juvenil, está en maduración. En un sujeto que tenga componente psicópata, en el ADN intervienen factores claves durante su vida, como pueden ser los marginales o de maltrato, ya sea a su persona o a terceras».

Para seguir comprendiendo cómo actúa un psicópata, ayuda compararlo con la vida en sí misma: «Son lo más parecido a un depredador alfa en la naturaleza salvaje. No son idiotas, no se cogen de víctima a una persona como ellos. En el caso de Rosa, utiliza un elemento muy común en el efecto psicópata: la triangulación. Puede ser de tipo amorosa, laboral o de la forma que sean con el fin de usar a determinadas personas», indica Óscar. Asimismo, define a Peral como «una psicópata integrada, es decir, un psicópata que aparenta normalidad pero que vive entre nosotros sin despertar sospechas: es atractiva, goza de magnetismo… y presenta cierto maquiavelismo: el fin justifica los medios». Para reafirmar este poder de atracción pone como ejemplo una entrevista, en la que «el periodista Carlos Quílez parece enamorado de ella, de su poder de seducción. Ese tipo de influencia y atractivo magnético es lo que genera Rosa en terceros», dice.

Rosa Peral, en el juicio por el caso de la Guardia Urbana de Barcelona

Rosa Peral, en el juicio por el caso de la Guardia Urbana de Barcelona / Netflix

¿Cómo funciona el cerebro de un psicópata?

Para aproximarnos a la mente de Rosa Peral, es necesario saber cómo interpreta las órdenes el sistema nervioso de un criminal: «Son personas carentes de empatía y tienen una mente muy emocional. Es un cerebro diferente, en el que hay un atrofiamiento en el disparo de conexiones neuronales. Por ello, están en permanente búsqueda del subidón de la dopamina, está científicamente demostrado. Esto es algo así como su meta final y en el proceso son capaces de seducir «hasta a psiquiatras», nos cuentan.

Hay un aspecto que resulta poderosamente llamativo y es la capacidad camaleónica de psicópatas para camuflarse dentro de una sociedad civil. Óscar Tarruella nos lo explica y reflexiona: «Sí. Esto sucede porque en España es más difícil que en Estados Unidos hacer la valoración de un psicópata, no por los profesionales, que sí que los hay y buenos, pero por la normativa, que favorece que se cuelen hasta en los Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, como en el caso de la Guardia Urbana. Pero también se ven estos perfiles en médicos de alta precisión, como cirujanos».

Pedro Rodríguez, Rosa Peral y Albert López

Pedro Rodríguez, Rosa Peral y Albert López / Redes

Desde hace algunas semanas, el país entero ha asistido a cómo Rosa Peral está tratando de proclamar su inocencia a los cuatro vientos, utilizando como altavoz el documental de Netflix. Sobre esto, Tarruella le da un giro más al caso para finalizar: «Su objetivo está claro: un lavado de imagen que continúe reforzando su versión.  El ver a Úrsula Corberó en su piel le ha podido molestar. En Las cintas de Rosa Peral, ella pretende dar la vuelta a todo, algo muy propio del psicópata. Cuando este es descubierto y se ve arrinconado, jamás se mostrará arrepentido ni admitirá los hechos que se le imputan. Son capaces de interpretar muy bien y llorar internamente, como está haciendo ahora al lamentarse por sus hijas. Si de verdad pensase en ellas, no habría asesinado a Pedro. Perfiles como el de Rosa piensan ‘me han encerrado en prisión y no puedo tener esa libertad para continuar ejerciendo mi papel’. Esa privación de libertad es lo peor que le puede pasar a un psicópata». 




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