WASHINGTON, AP — Si hubo un día que cristalizó todas las fuerzas que resultaron en la investigación hacia un posible juicio político contra el presidente Donald Trump, fue el 25 de julio.
Trump tenía buenas razones para sentirse alegre. Fue la mañana siguiente al testimonio de Robert Mueller ante el Congreso al concluir su investigación especial sobre la injerencia de Rusia en las elecciones de 2016, y Trump y sus aliados estaban expresando alivio.
Creían que los estruendos sobre un posible juicio político se desvanecerían por fin, incluso a pesar de que el fiscal especial no le dio al presidente la exoneración total que el presidente esperaba.
Sin embargo, una reconstrucción de lo que comenzó como un simple jueves de verano revela que incluso antes del amanecer, la ansiedad recorría la Casa Blanca: una llamada telefónica que no figuraba en la agenda pública del presidente.
Al caer la noche de ese día, Trump ya había puesto en marcha acontecimientos que desencadenaron en la cuarta investigación de juicio político de la historia estadounidense, poniendo en peligro su presidencia y caldeando aún más las divisiones de una nación polarizada.
En ese momento, parecía que nadie tenía una imagen completa de lo que estaba en marcha, pero con el paso de semanas de investigación y audiencias en el Congreso, ha surgido un cronograma de los eventos del día, ofreciendo un panorama de uno de los días más duros de la presidencia de Trump.
Trump tenía programado hablar por teléfono con el nuevo presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskiy, a las 9 de la mañana.
Zelenskiy, un excomediante aficionado a mostrar sus bíceps abultados, estaba tratando de conseguir una invitación a la Casa Blanca, una valiosa moneda que esperaba que le demostrara a Rusia que él contaba con el respaldo de Trump.
Trump y Zelenskiy se habían llevado muy bien durante su primera charla en abril, que consistió más que nada en un intercambio de cumplidos. A los funcionarios de seguridad nacional les preocupaba que esta vez fuera diferente.
Había “algunas preocupaciones de que, ya sabes, pudiera haber algún voltaje perdido”, declaró después el teniente coronel Alexander Vindman, el principal experto en Ucrania del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca.
Se refería a los indicios crecientes de que Trump estaba obsesionado con teorías conspirativas infundadas, de que Ucrania se opuso al entonces candidato Trump en las elecciones de 2016.
Se habló de que Zelenskiy sólo sería invitado a la Casa Blanca si accedía a investigar al exvicepresidente Joe Biden, uno de los principales rivales demócratas de Trump, y las elecciones de 2016 en Estados Unidos.
La llamada de media hora comenzó con palabras de cortesía, pero rápidamente tomó un desvío brusco.
Los intentos de bromas de Zelenskiy cayeron en saco roto. No parecían tener efecto con el presidente.
Rápidamente, Trump insistió en lo mucho que Estados Unidos había hecho por Ucrania y se quejó de que Europa no había hecho más.
Y luego vino la frase de Trump que desencadenó la investigación de juicio político: “Me gustaría que nos hiciera un favor”.
Trump le pidió a Zelenskiy que investigara Crowdstrike, parte de una teoría desacreditada de que Ucrania intervino en las elecciones de 2016 para beneficiar a Hillary Clinton, la entonces rival de Trump.
A partir de ahí, Trump siguió presionando para que se investigara otra idea descalificada: que Biden había expulsado a un fiscal ucraniano que estaba investigando los negocios de un hijo suyo, Hunter, con Burisma, la compañía de energía en la que él formaba parte de la junta directiva.
Trump insistiría más tarde en que la llamada fue “perfecta”, pero algunos de los que la escucharon estaban gravemente alarmados.
Incluso mientras Trump seguía hablando, hubo algunas miradas de preocupación entre los que tomaban notas en la Sala de Manejo de Emergencias de la Casa Blanca.
La llamada terminó a las 9:33, y una hora después, Vindman estaba en la oficina del abogado del Consejo de Seguridad Nacional, John Eisenberg.
La idea de que un presidente estadounidense presionara a un mandatario extranjero para que investigara a sus enemigos políticos era “preocupante e inquietante”, dijo Vindman a los investigadores del Congreso. “Pensé que eso no estaba bien”, afirmó.
La sosa declaración de tres frases emitida por la Casa Blanca a las 12:51 no daba ninguna pista de lo que realmente había sucedido.
Una declaración de seis frases emitida por los ucranianos casi al mismo tiempo no fue mucho más esclarecedora, y parecía ser otra visión muy optimista del asunto.
A las 6:44 de la tarde, un miembro de la Oficina de Administración y Presupuesto de la Casa Blanca firmó un documento que oficialmente puso en espera el dinero para Ucrania. Bastó una nota a pie de página en la que se afirmaba que el dinero “no estaba disponible” mientras se revisaba su uso.
El documento fue firmado por Mark Sandy, subdirector adjunto de seguridad nacional de la Oficina, quien dijo a los legisladores que había estado manejando las asignaciones de ayuda durante años y que nunca antes se le había dicho que pusiera una en suspenso.
Había preguntado repetidamente a sus jefes por qué se estaba haciendo. No obtuvo una respuesta.
Trump terminó su día como lo empezó, en su zona de confort con el programa de Fox News.
En el programa de Sean Hannity, el presidente dijo que había pasado por un infierno durante la investigación de Mueller. Hannity declaró que con esa investigación terminada, las fantasías de juicio político habían sido “totalmente arrojadas por el desagüe”.
Dieciocho días después, un informante envió al Congreso una denuncia de nueve páginas sobre la llamada del presidente del 25 de julio.
El 27 de septiembre, la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, anunció el inicio de una investigación hacia un posible juicio político.