Hoy, por tercera vez, el Barça femenino jugará en el Camp Nou. Aún no es un hecho normal pero, poco a poco, va dejando de ser noticia porqué hoy no se trata de batir un récord de asistencia, ni de golear al Real Madrid, ni de montar una fiesta de Sant Jordi antes de Sant Jordi. Se trata de disputar la ida de las semifinales de la Champions ante un equipazo.
El Wolfsburgo es, seguramente, el mejor equipo de todos a los que se ha enfrentado el equipo de Jonatan Giráldez. Hasta ahora se han contado, en todas las competiciones, los partidos por victorias. No se ha concedido ni un solo empate. La temporada está siendo perfecta, pero el nivel de juego, últimamente, ha bajado algo en consistencia.
Es normal y lógico, por el desgaste de la temporada, por saberse mejores que las rivales, por haber conquistado ya tres títulos y, especialmente, por la plaga de lesiones y por las muchas bajas en ataque (Martens, Oshoala, Mariona…) Dijo ayer el entrenador que “es muy complicado ganar todos los encuentros, pero esta es nuestra mentalidad”. Y la mejor extremo derecho del mundo, Caroline Graham Hansen, aseguró que “que queremos ganar cada partido porqué disfrutamos mucho haciéndolo”. El placer en la victoria como adicción, fenomenal. Pero hoy tocará rascar. Delante estará Tabea Wassmuth, máxima goleadora de la Champions y una auténtica amenaza para una defensa que, en lo que va de 2022, ha dejado más espacios de lo que era habitual. Ojalá sea otra noche redonda. Pero llegar al 40 de 40 sin mácula no se antoja nada fácil.