La Comisión Gestora del Barcelona ha descartado incorporar en el mercado de invierno a un jugador como Eric García que parecía dispuesto a jugar gratis hasta final de temporada y cuyo coste en el actual ejercicio económico 2020-2021 hubiera podido ser de 230.000 euros. A pesar de ser una petición del técnico Ronald Koeman, los rectores del club azulgrana no han querido asumir riesgos después de que los tres candidatos a las elecciones del 7 de marzo, Joan Laporta, Víctor Font y Toni Freixa, no se hayan puesto de acuerdo sobre las condiciones para el regreso del defensa central formado en La Masia y actual jugador del Manchester City.
Laporta, incluso, amenazó por carta al presidente de la gestora, Carles Tusquets, con medidas legales si se extralimitaba en sus funciones con decisiones que pudieran comprometer la viabilidad del club como la de fichar a un zaguero que queda libre a final de temporada y, por tanto, cuyo coste será cero el 30 de junio de 2021. Si bien, el expresidente rebajó el tono este jueves con una nueva misiva a Tusquets en la que le recuerda los límites de la gestora, pero también lamenta que sus sugerencias y “advertencias de buena fe” se entendieran como amenazas; le explica también que en él tendrá siempre “una actitud constructiva con la finalidad de que estas elecciones salgan lo mejor posible”.
Freixa, por otro lado, se mostraba igualmente receloso con una operación propuesta por Font, amigo y exsocio de Ferran Soriano, director ejecutivo del City. El club inglés aceptaba negociar el traspaso por tres millones más variables que no contabilizarían hasta la próxima temporada y, por tanto, ahora solo se tendría que afrontar el dinero correspondiente a la amortización del fichaje de Eric García.
A fin de cuentas, los pagos en diferido ya se aplican en la plantilla azulgrana desde finales del año pasado, en tiempos del expresidente Josep Maria Bartomeu. Los jugadores, sin embargo, no están al corriente de pago y desde el club se reconoce que habrá problemas para abonar las nóminas de marzo, justo cuando el presidente elegido mandará auditar unas cuentas publicitadas el pasado lunes por el propio Barça. La deuda a corto plazo asciende a 730 millones, el fondo de maniobra negativo es de 602 millones, la masa salarial se disparó hasta el 74% y el pasivo total se sitúa en 1.173 millones. La falta de liquidez puede obligar al club a pedir un crédito de 100 millones.
Los efectos de la covid-19 han rematado unas cuentas maquilladas desde hace tiempo con operaciones cuestionables como los canjes de Pjanic y Arthur o de Cillessen y Neto. La situación es tan grave que ni siquiera se pueden afrontar negociaciones únicas de mercado como la de contratar a Eric García. El anuncio de fichajes ha dejado de ser el señuelo de la campaña electoral para centrar el debate en la manera que tiene el Barça de reflotar un momento tan crítico, mucho más delicado al que ya vivió en 2003 a la finalización del mandato de Joan Gaspart y la llegada de Laporta, sometido después en 2010 a una acción de responsabilidad por parte de la junta de Sandro Rosell.
Algunos analistas económicos han coincidido en diagnosticar que al Barcelona no le quedará más remedio que traspasar a alguna de sus figuras, extremo que obliga a afrontar la continuidad de Messi en caso de que decida seguir y renovar su contrato que acaba en junio si se tiene en cuenta que cobra unos 100 millones brutos según Football Leaks. Los tres candidatos descartan, de momento, prescindir de cualquier jugador emblemático. Confían en llegar a tiempo para negociar la mejor solución con Messi, presumen del patrimonio del club y coinciden en que el Barça jamás se transformará en una sociedad anónima deportiva (SAD).
Laporta, Font y Freixa hablan en sus programas de negociar la deuda, controlar el gasto y conseguir más ingresos cuando todavía no se sabe siquiera el día en el que se podrán abrir las puertas del estadio —se estima que dejará de ingresar 520 millones de marzo de 2020 a junio de 2021—. A ninguno le espantan los números del club, los tres afirman disponer de los recursos necesarios para poder avalar el 15% del presupuesto —más de 120 millones—, sin que se sepa su procedencia ni si existen contra avales, y todos subrayan la capacidad de sus equipos económicos para reactivar a una entidad que, además, está pendiente del Espai Barça que incluye la necesaria remodelación del Camp Nou.
Laporta, que cuenta con Jaume Giró, exdirector general de la Fundació LaCaixa, quiere examinar detenidamente la propuesta de Goldman Sachs tramitada por la junta de Bartomeu para financiar precisamente el Espai Barça y está igualmente interesado en el proyecto Barça Innovation Hub así como en la plataforma de contenidos Barça Studios. La novedad de su propuesta está en la emisión de deuda regulada para aligerar las tensiones de tesorería y ganar liquidez: unos bonos estarían destinados a los aficionados y otros serían institucionales para inversores. En ningún caso, darían derecho de propiedad del club ni incidirían en la toma de decisiones, se aclara desde la candidatura de Laporta.
Font descarta la opción de los bonos y apuesta por un plan de choque para los primeros cien días, aboga por refinanciar con los bancos la deuda a corto plazo y plantea reestructurar la masa salarial al tiempo que se muestra partidario de monetizar los 400 millones de fans que tiene el Barça. Freixa también se opone a los bonos y defiende los plazos del Espai Barça.
La prudencia se impone porque ningún aspirante quiere perder posibilidades de victoria después de que la carrera electoral se haya prolongado hasta el 7 de marzo cuando la votación estaba prevista para el pasado 24 de enero. Las fechas no alteraban, de todas maneras, la petición de Koeman, que quería a un central y al delantero holandés Depay, del Lyón.
Al técnico le toca cuadrar como pueda un equipo que aspire a ganar la Copa, pueda competir en la Champions y figure entre los cuatro primeros de LaLiga. El drama sería terrible si el Barça no se clasificara para la próxima edición de la Copa de Europa después de que Bartomeu anunciara que el club está inscrito para la Superliga. El legado del expresidente ha sido ruinoso desde que se desperdiciaron los 222 millones cobrados por la fuga de Neymar al PSG. Ya le pasó también a Gaspart en 2000 con los 10.000 millones de pesetas (62 millones de euros) cobrados por el pase de Figo al Madrid. Las circunstancias, sin embargo, son distintas, porque han menguado los recursos para levantar al Barça.
Hoy ni siquiera puede fichar a Eric García.
Del traspaso de Luis Suárez al Inter al fichaje de Félix y Tarrés
El Barça traspasó a Luis Suárez al Inter en 1961 por la cifra récord de 204.000 euros para combatir la deuda generada por la construcción del Camp Nou en 1957. Aquel fue uno de los momentos más críticos del club junto con el vivido en 1925 por el cierre gubernativo durante seis meses de Les Corts. Una sanción que superó por la colaboración de los socios y jugadores, igualmente decisivos para que la entidad remontara durante la guerra civil (1936-1939). La final de Berna-1961 abrió un período muy delicado hasta la etapa de Johan Cruyff como futbolista, de 1973 hasta 1978, año en el que accedió a la presidencia Josep Lluís Núñez. El mandatario se impuso sanear las cuentas y contener los gastos con fichajes como los de Félix (Elche) y Tarrés (Burgos) aunque después contrató a Krankl (Rapid Viena) por 421.000 euros después de litigar con el Valencia. El legado de Núñez fue mal administrado por Gaspart hasta que Laporta ganó las elecciones de 2003. Rosell discutió las cuentas de 2010 y hoy se debate sobre el riesgo de quiebra tras la salida de Bartomeu.
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