Con Mauricio García Lozano como director y actor, y el también intérprete Manuel Cruz Vivas, Tebas Land se presenta por primera vez en México con el objetivo de “retratar el encuentro entre un dramaturgo y un parricida, o el encuentro entre un dramaturgo y un joven actor, o el desencuentro entre un padre y su hijo”.
Freud, Dostoievski, Maupassant y Sófocles ayudan al dramaturgo Sergio Blanco a darle forma y sentido a su obra. En la historia, Eme, dramaturgo y director de teatro, se reúne con un joven en prisión para montar su puesta en escena. Escoge a Martín, un parricida que dará vida a su versión de Edipo Rey y contará su punto de vista sobre este delito.
Martín Santos es un hombre que no acabó la secundaria, ama el basquetbol y mató a su padre a sangre fría. El público es testigo del encuentro del director y el asesino en una cancha de basquetbol rodeada de rejas que muestra la superficialidad de las fronteras entre la libertad, la realidad y el tiempo. En entrevista con , el dramaturgo cuenta sus intenciones y el trabajo que ha realizado con la autoficción.
Pregunta. ¿Cuál es el objetivo principal de Tebas Land?
Respuesta. No lo tengo muy claro. Es posible que tenga muchos objetivos. Y es muy probable que muchos de esos objetivos yo ni siquiera los conozca o escapen a mi control porque las obras terminan teniendo su vida propia y de alguna manera terminan siendo autónomas.
Quizás uno de los objetivos de Tebas Land sea contar la historia de un encuentro entre un dramaturgo y un joven parricida o el encuentro entre un dramaturgo y un joven actor. No lo sé. Realmente no sé cuál es el objetivo principal de esta obra. Lo importante es que cada director encuentre su propio objetivo. O que cada lector o espectador encuentre el suyo propio. También uno de los objetivos podría ser contar la historia de un desencuentro entre un padre y un hijo. O el deseo de querer reescribir Edipo Rey de Sófocles.
Los actores Mauricio García Lozano y Manuel Cruz Vivas en escena, en el Foro Shakespeare, en Ciudad de México.Pili Pala
P. ¿Qué tanto de la obra es realidad y cuánto es ficción?
R. Desde el momento que uno produce una obra, todo se vuelve automáticamente una ficción. La escritura misma se encarga de ficcionalizar todo. La elección de las palabras que uno va a utilizar para escribir ya empieza a ficcionalizar.
Todo lo que cuento es verdad, pero al mismo tiempo todo termina siendo mentira. El yo que aparece en mis autoficciones siempre soy yo, pero al mismo tiempo no soy yo, porque como bien dice el texto: “nadie más que vos puede ser vos”. Esto es lo interesante y lo seductor de la autoficción: todo es verdad y todo es mentira a la vez. Finalmente, el credo de la autoficción podría ser que la verdad y la mentira siempre terminan siendo una misma cosa.
P. ¿Podrías ahondar en el concepto de la autoficción y el pacto de la mentira?
R. La autoficción es el cruce de relatos verdaderos de la vida de quien escribe con relatos ficticios. Es por eso por lo que es lo opuesto de la autobiografía, ya que en esta última existe un supuesto pacto de verdad en donde uno va a narrar lo que verdaderamente se vivió, mientras que en la autoficción uno va a mezclar la verdad con la ficción y el resultado va a terminar siendo siempre algo confuso.
Por eso hablo del pacto de mentira. Es decir que, en lugar de contar la verdad sobre mi vida – que en el fondo es algo que no tiene ningún interés –, voy a partir de acontecimientos verdaderos, de experiencias vividas pero las voy a ficcionalizar para que, de esta forma, estos hechos cobren interés. De algún modo la autoficción lo que hace es mentir la verdad para que esta última pase a ser interesante y atractiva.
P. ¿Qué tan difícil es escoger a alguien para ser representado?
R. No es para nada algo difícil. A mí nunca me resulta difícil elegir al actor que va a representarme en mis puestas en escena. Es algo muy divertido y placentero. Lo que trato siempre es poder buscar a actores con mundos interiores muy ricos que me seduzcan y que me den ganas de conocer. Se trata solo de eso. No se trata de buscar a alguien que se parezca a mí, – generalmente le huyo a esta idea porque alguien parecido a mí me resulta algo extremadamente aburrido –, sino que se trata de buscar a alguien con quien me den ganas de trabajar.
El actor Manuel Cruz Vivas interpreta en la obra Tebas Land a Martín, un joven encarcelado por parricidio.Pili Pala
P. ¿Cómo te gusta que te representen?
R. Como lo desee cada actor que se lanza al encuentro con el texto que está escrito. Ni yo, ni el personaje existen, sino que lo que existe es un montón de palabras que están en el texto y con las cuales el actor se va a encontrar durante los ensayos. A partir de ese encuentro entre esas palabras escritas y el mundo corporal, intelectual y emotivo del actor, va a surgir algo maravilloso y único. Y ese algo que va a surgir va a ser una creación producida por el encuentro de ese actor y de ese texto.
Siempre me abro a la creación de cada actor. Lo interesante es ver las maneras múltiples y casi infinitas que existen de representarme. No hay una manera de representarme, sino que hay cientos y cientos de maneras distintas y diferentes. En definitiva, el teatro me multiplica al infinito y eso es muy agradable.
P. La duda es un ingrediente esencial en Tebas Land, ¿por qué?, ¿cuál es el motivo de plantearla así?
R. La duda es mucho más interesante que la certeza. Estoy convencido de esto. En la duda siempre hay algo profundamente erótico mientras que en la certeza hay algo muy fácil y expuesto que a mí no me interesa en lo más mínimo. Lo incierto siempre me resulta algo mucho más atrapante que lo cierto.
Creo que hay un misterio en la duda que es fascinante. A mí me gusta mucho la duda, la interrogante, la incógnita. Dudar me resulta algo muy saludable. De lo que uno no puede dudar, yo siempre me desconfío. ¿Ser o no ser? Esa es la cuestión.
P. ¿Es coincidencia que Mauricio García Lozano, quien viene de hacer Hamlet sea el protagonista de la obra?
R. Cuando Shakespeare se enteró que Mauricio iba a hacer Hamlet enseguida me escribió y me dijo: “Sergio, querido, vamos a compartir a uno de los mejores hombres de teatro que tiene México”, y eso me produjo una inmensa alegría y un gran orgullo.
Siento por Mauricio un profundo respeto y una gran admiración. Es un gran hombre de teatro y un gran maestro y que mi texto esté en sus manos es para mí una verdadera dicha.
Tuvimos un encuentro hace unos años en México gracias a la productora del espectáculo María Inés Olmedo que nos organizó una cita. Nos encontramos en un café de Coyoacán el Día de los muertos y desayunamos juntos. Recuerdo que después que Mauricio se levantó y se fue del café, a mí me quedó un vacío profundo, ese vacío que surge cuando uno conoce a grandes personas. En ese único encuentro que tuvimos pude descubrir que Mauricio es un ser que desborda de inteligencia, de dulzura, de sensibilidad y de una cultura extraordinaria. Una de las cosas más bellas que tiene esto de hacer teatro es que uno puede encontrar personas como Mauricio.
En escena en el Foro Shakespeare, Mauricio García Lozano interpreta en la obra Tebas Land a Eme, un director de teatro que busca en la cárcel a un actor para su puesta en escena de Edipo. Pili Pala
P. ¿Qué significa para ti la figura del padre o matar al padre?
R. Esa es una pregunta que solo puede ser respondida en un diván, es decir, es una pregunta que no tiene respuesta, sino que es una invitación a entrar en una reflexión laberíntica, compleja y de la cual no hay salida. Una respuesta es siempre una salida. Y yo a esta interrogante, prefiero no encontrarle salida. Me gusta ser prisionero de este enigma. Si uno se pone a resolver los enigmas, termina perdiendo como le sucede a Edipo. Hay enigmas que es mejor no dilucidar.
P. ¿Consideras a tus obras un juego entre el público y los actores?
R. Sí. Absolutamente. Esto me agrada mucho: un juego entre el público y los actores. El teatro es esencialmente eso: un juego entre escena y sala. En definitiva, venimos al teatro para asistir a ese encuentro extraordinario entre esos dos mundos que son la escena y la sala y que se dan cita en un espacio a escala humana.
Siempre le digo a mis intérpretes que en el teatro no se trata solamente de actuar entre ellos sino también y, sobre todo, de lograr actuar e interactuar con el público. Este vínculo tan fuerte entre la escena y la sala es lo que ha permitido y seguirá permitiendo la sobrevivencia antropológica del arte durante tantos siglos. Los seres humanos necesitamos de esa maquinara perfecta de ficciones en donde el escenario y la platea dialogan por un momento. Este vínculo maravilloso es lo que hace que las pandemias pasen y que los teatros sigan resistiendo al tiempo.
P. ¿Crees que en Tebas Land las fronteras son claras?
R. Tebas Land es un texto en donde hay una planteada infinidad de fronteras. Algunas son bien claras. Otras son menos claras. Y otras fronteras que aparecen en la obra son muy confusas. Y creo que esa mezcla de fronteras claras y difusas es uno de los aspectos más ricos de este texto.
Hace unos años estuve en Tijuana y algo que me impactó sobremanera es que en algunos lugares la frontera aparecía claramente definida, pero había lugares en donde la noción del límite era algo muy confuso. Y entonces poco a poco me fui dando cuenta que esa mezcla de claridad y confusión fronteriza era lo que volvía aquel lugar fascinante y maravilloso. Tijuana es un lugar al que siempre deseo volver: es un sitio en donde la experiencia de la frontera nos interroga todo el tiempo.
Tebas Land también logra eso en mí, es un texto que me interpela todo el tiempo sobre la noción de la frontera, del límite, del territorio… Y ahora que digo esto pienso en la primera pregunta que me ha hecho y en que de pronto, otro de los objetivos de Tebas Land sea interpelarnos sobre el tema de la frontera como espacio complejo y confuso.
Tebas Land se presenta en el Foro Shakespeare viernes, sábado y domingo.
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