Los sentimientos que causan los duelos relacionados a la COVID-19 son una de las preocupaciones más constantes para los equipos de psicología. Los retos presentados por el aislamiento nos han llevado a buscar nuevas maneras de tratamiento, asegura la psiquiatra Lourdes Trigueros, referente médica del proyecto de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Guatemala.
“Los sentimientos de soledad y culpa que deja la pandemia tienen que atenderse definitivamente”
Por Lourdes Trigueros de MSF
El duelo es un proceso que todas las personas tenemos que afrontar ante las pérdidas, como la de un ser querido; son procesos dolorosos y difíciles que esencialmente nos sirven para adaptarnos y darle un nuevo sentido a nuestra manera de ver la vida.
Desde que llegó la pandemia por COVID-19, todo el mundo experimentó un duelo inesperado, en el que perdimos algo: desde la “normalidad”, al cambiar el mundo súbitamente de un día a otro, hasta en los casos más trágicos, el fallecimiento de los seres queridos. Esto sin contar a las millones de personas que no pudieron refugiarse de esta enfermedad y de las políticas que muchos gobiernos aplicaron justificándolas en contención del virus, lo que afectó a miles de personas refugiadas y migrantes en todo el planeta.
La funcionalidad principal del duelo es hacernos más resilientes; las personas somos muy tenaces y tenemos la capacidad de aprender a través de las pérdidas y los traumas que vivimos. El sentido que le encontramos a la vida después de haber experimentado un duelo de manera sana, nos hace definitivamente más fuertes ante el futuro.
En el momento de la pandemia por COVID-19, sucede que los seres queridos son separados inesperadamente, las redes de apoyo pueden verse debilitadas, hay múltiples pérdidas, seres queridos mueren de manera súbita en casa, o a veces solos en hospitales, estas situaciones contribuyen a que el proceso pueda ser mucho más difícil de llevar. Es sumamente importante que la persona que está falleciendo esté acompañada de la familia o del personal de salud de donde se encuentre. Esto es fundamental tanto para quien está en el proceso de la muerte como para sus seres queridos.
El distanciamiento social, la cuarentena y las restricciones de viaje no nos permiten acompañarnos físicamente, darnos abrazos, muestras físicas de cariño, ni hacer los rituales tradicionales tan necesarios en los momentos de duelo.
Estos duelos que experimentamos a diferentes niveles, nos dejan con retos enormes, personales y colectivos. Tenemos ante nosotras la responsabilidad de cuidarnos de una nueva manera como comunidad, de salir adelante y de prever un mejor futuro para las personas que en esta crisis viven en condiciones de precariedad e inestabilidad. Todo ello hace que ahora nos reformulemos las maneras en cómo sanarnos personalmente, de fortalecer más nuestros lazos familiares y comunitarios, a pesar de la distancia y las dificultades.
Las consecuencias del distanciamiento
El distanciamiento social, que es tan necesario para combatir esta pandemia, deja a las personas que experimentan una pérdida de un ser querido por COVID-19, con un sinfín de sentimientos que no se pudieron expresar en tiempo y forma, generando sentimientos de soledad y culpa que no pueden ser considerados a la ligera y que tienen que atenderse definitivamente.
La soledad y los sentimientos que causan los duelos relacionados a la COVID-19 son de nuestras preocupaciones más constantes como equipo. Los retos presentados por el aislamiento nos ha concentrado en encontrar nuevas maneras de tratamiento, por ejemplo, una de las barreras que vivimos ahora en la terapia psicológica es no poder tener cara a cara al paciente, ahora nuestras herramientas se convierten en el tono de voz, los silencios y las palabras que utilizamos, la confianza ahora se construye a través de nuestra comunicación verbal y de nuestra constancia. Esto nos ha dejado la tarea de afinar nuestra sensibilidad y tener nuevas maneras de dar terapia y contención.
Los psicólogos y los profesionales de la salud vamos a tener que trabajar con la capacidad de resiliencia de las y los pacientes, hacerla más fuerte, poder buscar herramientas a nivel individual, familiar y comunitario que sean creativas para que el acompañamiento se pueda llevar a cabo de una manera más natural y que, al final, los pacientes puedan seguir teniendo una vida cotidiana que les dé bienestar y tranquilidad.
Impactos en el personal de salud
Los efectos de esta pandemia en el personal médico y sanitario son a veces los más devastadores e invisibilizados, el constante miedo de contagiarse o contagiar a un ser querido, la terrible estigmatización de la que han sido presa y la falta de equipo de protección personal, ha provocado que muchos se aíslen emocionalmente generando en la comunidad médica sentimientos de impotencia y frustración.
Desarrollar herramientas que nos permitan cuidarnos y cuidar a los demás es fundamental, estar en contacto con nuestros seres queridos por teléfono, enfocarnos plenamente en el día a día y tener una buena dinámica con nuestro equipo de trabajo y familia nos ayudará a estar bien.
Para las y los trabajadores de salud, recomiendo tomar fuerza para continuar, generar ideas juntos y proponer acciones que puedan llevar alivio y esperanza a nuestros pacientes, además de considerar el auto cuidado y las redes de apoyo dentro de nuestros centros de trabajo.
Las consecuencias en la salud mental de todas las personas en el mundo con el paso de la COVID-19 todavía están por estudiarse, lo que sí es seguro es que ha cambiado la manera en que nos cuidamos y como nos comunicamos. Con el paso de los meses nos hemos hecho cada vez más conscientes de los efectos personales y comunitarios que tiene nuestra participación en la vida del planeta. La oportunidad de un nuevo y mejor futuro la tenemos en nuestras manos y para ello sentirnos bien es indispensable.
*La Dra. Lourdes Trigueros es la referente médica del proyecto COVID-19 en La Gomera, Guatemala. El proyecto consistió en otorgar atención en salud mental a personal de salud del departamento de Escuintla, que se encuentran trabajando en la primera línea contra el COVID-19, al igual que se otorgó atención a personas que se encontraban en aislamiento debido a la enfermedad. En total se otorgaron XXX atenciones de salud mental en 2020.