El ejército israelí ha concluido este lunes que existe una alta probabilidad de que uno de sus soldados matase por error a la periodista palestina-estadounidense de Al Jazeera Shireen Abu Akleh mientras cubría una operación militar en la ciudad de Yenín, en el norte de Cisjordania, el 11 de mayo. Según el informe final de la investigación interna de las Fuerzas Armadas israelíes, el militar cometió “un error de identificación” y abrió fuego desde un vehículo militar contra la reportera pensando que lo hacía contra un miliciano palestino, ha explicado un alto mando castrense israelí en una videoconferencia con periodistas. Es decir, no fue una bala perdida, sino un disparo intencionado (que impactó en la cabeza de Abu Akleh) hacia un objetivo erróneo, según el informe. “Por supuesto, [el soldado] no la identificó como periodista”, ha señalado el alto mando militar, que ha subrayado que Abu Akleh ―que llevaba un chaleco antibalas azul con la palabra “prensa”― estaba aparentemente de espaldas cuando recibió el impacto de la bala. En cualquier caso, matiza el informe, “no es posible determinar de forma inequívoca el origen del disparo”.
La justicia castrense no investigará penalmente los hechos. “Tras hacer un interrogatorio y analizar los hechos, encontró que no existe sospecha de que se cometiese un delito penal y, por tanto, decidió no abrir una investigación penal”, ha precisado la fuente. El ejército también ha determinado que sus tropas actuaron de acuerdo a las reglas internas de combate.
Las imágenes difundidas por Al Jazeera y en las redes sociales no muestran tiroteos en el lugar en el momento de la muerte. El informe subraya, en cambio, que las tropas israelíes recibieron disparos “también desde la zona en la que estaba presente” Abu Akleh. El alto mando israelí ha asegurado que la reportera estaba en un cruce a unos 200 metros de donde militares israelíes y milicianos palestinos mantenían un intenso intercambio de fuego. “Nuestros soldados estaban en gran peligro […]. Hubo tiroteos con milicianos, que incluso lanzaron granadas y explosivos, durante una hora y cuarto, en un radio de casi 360 grados”, ha señalado.
La investigación está basada en entrevistas con soldados, el análisis del lugar de los hechos, la ubicación a través de teléfonos móviles, grabaciones de audio y vídeo e informaciones periodísticas. Las imágenes aéreas del momento no tienen la resolución suficiente como para aportar datos relevantes, ha apuntado el alto mando militar.
“Ocultar la verdad”
La familia de la periodista ha reaccionado con un comunicado en el que acusa a Israel de “tratar de ocultar la verdad y evitar su responsabilidad por matar a Shireen Abu Akleh”, y anuncia que presionará para que el asunto se juzgue en la Corte Penal Internacional y para que el Gobierno del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, investigue de forma “creíble, independiente y exhaustiva” la muerte de una de sus ciudadanas, ya que la reportera tenía también esa nacionalidad. “Nuestra familia no está sorprendida por este resultado, ya que es obvio para cualquiera que los criminales de guerra israelíes no pueden investigar sus propios crímenes”, señala.
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Su resultado se asemeja a las conclusiones de Estados Unidos y contrasta con las de la Autoridad Nacional Palestina, que defiende que el ataque no solo fue israelí, sino que tenía a la periodista como objetivo. “No había grupos armados palestinos en el lugar donde se produjeron los hechos y solo se habían desplegado tropas israelíes”, señaló en mayo el fiscal general palestino, Akram al Jatib, al presentarlo. Varios medios de comunicación internacionales ya habían efectuado sus propias reconstrucciones y llegado a la conclusión de que Abu Akleh murió por un disparo israelí. Y en junio la Oficina de la ONU para los Derechos Humanos, con sede en Ginebra, coincidió tras una investigación sobre el terreno en que todas las informaciones recopiladas apuntaban a que los disparos “procedían de tropas israelíes, y no de fuego indiscriminado de palestinos armados”. Además, consideró “profundamente alarmante” que Israel no hubiese iniciado una investigación penal sobre los hechos.
Washington venía presionando a Israel para que, cuatro meses después de la muerte de la reportera, publicase el resultado de sus pesquisas. Su secretaria de Estado adjunta para asuntos de Oriente Próximo, Barbara Leaf, lo hizo en persona durante una visita a la zona la pasada semana, según el portal de noticias israelí Walla.
La bala letal ―de un tipo que solo utiliza Israel en la región― fue inicialmente motivo de discordia entre Israel y la Autoridad Nacional Palestina, y luego de decepción. El Gobierno de Ramala rechazó al principio entregársela a Israel para su investigación y lo acabó haciendo a regañadientes a Estados Unidos. El examen balístico que efectuaron en Jerusalén expertos israelíes acompañados de representantes estadounidenses no permitió, sin embargo, determinar la autoría del disparo, según informó el Departamento de Estado de Estados Unidos. El proyectil, cuyas marcas se cotejaron con las de las carabinas M4 de las tropas israelíes que intervinieron ese día en Yenín, estaba “demasiado dañado” como para sacar conclusiones.
Abu Akleh, que murió con 51 años, da nombre desde el mes pasado a una calle de la ciudad cisjordana de Ramala. Su imagen se puede ver además con frecuencia en el barrio palestino cristiano (su religión) de la ciudad vieja de Jerusalén.
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