El encuadernador cordobés que transforma papel usado en grandes obras de la literatura


Manuel Patiño lleva tanto tiempo fabricando libros que bromea con la idea de que si se pincha un dedo sangraría tinta, y si se lo raspase con una lima, se desprenderían virutas de papel. Desde que tenía 14 años, las manos de este cordobés que ahora tiene 61 años han estado acompañadas de libros, pasta de papel, hilo y material de encuadernación. Un camino que le llevó a experimentar con varias técnicas para fabricar su propio papel reciclado con el que construir objetos y, poco después, elaborar libros. “Lo empezamos a producir en 1995. La idea de hacer libros vino sola unos años después cuando un amigo nos dio una máquina especial para imprimir”, relata.

Fue entonces cuando nació Ediciones Depapel. Casi 20 años después de su fundación, el catálogo de esta editorial (especializada en poesía) abarca desde varios poemarios de autores locales hasta obras cumbres de la literatura española, algunas de Federico García Lorca, Antonio Machado o Rosalía de Castro. “En realidad, para bien o para mal, es difícil encasillarnos en cuanto a lo que comúnmente se conoce como editorial. También elaboramos libretas, marcapáginas o postales. Normalmente siempre tienen algo realizado con nuestro papel”, explica Patiño.

Esta pequeña empresa, formada por Patiño, su hermano Francisco e Inmaculada García, representa un sector en alza del mundo editorial que, en los últimos años, reclama una nueva forma de publicar libros con papel reciclado y con una mirada más creativa. “Hace años este material estaba muy mal visto. No era de buena calidad, pero ya no es así”, precisa el encuadernador.

A lo largo del tiempo varios escritores han reclamado el uso de estos materiales para proteger el medio ambiente. Conocidos son el difunto José Saramago, Javier Cercas o Isabel Allende por exigir a sus editores que sus libros se fabricasen con procesos sostenibles. Por ejemplo, El Bosque de los Pigmeos de Allende está considerado como el primer libro impreso en España con papel reciclado. Dos puntos hacen que estas hojas sean más ecológicas que las tradicionales: la reducción de la madera virgen para fabricar pulpa de celulosa y un mayor ahorro energético en su elaboración.

Del cubo azul a la estantería de ‘best sellers’

La separación del papel y cartón continúa batiendo récords en España. El año pasado, los españoles dejaron una media de 19,4 kilos de estos materiales por persona en el contenedor azul, un 7,1% más que el año anterior, según datos de Ecoembes, la organización que gestiona este tipo residuos (y también los que van al contenedor amarillo: briks, latas de aluminio, envases plásticos…).

Se estima que con ocho cajas de cereales se puede hacer un libro. Para ello, una planta de reciclaje las transforma primero en pulpa con una máquina llamada pulper (una especie de gran batidora), que luego trata con diferentes aditivos o minerales para darle determinadas propiedades: blancura, menor porosidad, cierta resistencia al agua… Por último, con esta celulosa reciclada se elabora el papel. Cada vez son más los lectores que prefieren adquirir obras literarias con estas características y rebuscan en la solapas, antes de comprar, si la editorial especifica qué tipo de elaboración ha utilizado.

Pese al alto nivel de reciclaje, numerosas editoriales advierten que los costes de este papel son más altos que el de la fabricación nueva. “El mayor inconveniente es el precio de venta que adquiere el libro, especialmente si la tirada se hace a pequeña escala”, comenta la editora y también escritora Mertxe Manso.

Mansio es clienta y colaboradora habitual de Patiño y confiesa que no deja de fascinarle tanto la textura como de las múltiples posibilidades que puede brindar este tipo de producción sostenible. De hecho, hace unos años publicó el poemario Canela Picante y utilizó hueveras recicladas de colores para enfundarlos.

En cuanto a utilizar papel reciclado normal (es decir, no artesanal como el de Depapel) para tiradas y obras más extensas como las novelas, Manso no duda en que la calidad es casi igual al de nueva fabricación. “Si fuera más económico, las editoriales trabajarían más con él. En Europa se utiliza mucho más, pero en España le falta un último empuje para que se produzca más y los precios sean más baratos”, opina.

Una sensación más cálida en la lectura

Un hándicap que los hermanos Patiño y García sufren a menudo cuando necesitan trabajar con folios reciclados industriales. “En Córdoba ya no encontramos el que usábamos hace años. Es complejo y más desde una ciudad tan pequeña cuando quieres comprar pequeñas cantidades”, matiza el artesano. Razón por la que empezaron a elaborarlo ellos mismos. “Al principio nosotros recogíamos la basura de otras imprentas. Seleccionábamos lo que tiraban por colores. Era un papel de gran calidad”, narra. Ahora, además de utilizar la materia prima de fabricación propia, adquieren cartulina reciclada industrial y hojas libres de cloro.

El proceso artesanal de obtención que utiliza Depapel es sencillo. Primero deshacen el papel en agua, luego crean una pasta con una batidora de cocina y posteriormente la extienden en una batea cuadrada. Cuando sacan ya el papel del marco lo dejan secar en tendederos para ropa. Como resultado, se obtiene un papel con un tacto más rugoso que, en opinión de Patiño, aporta una sensación más cálida en la lectura.

Para el escritor y catedrático de instituto de Literatura Juan Pérez Cubillo ese tacto es un placer difícil de explicar. Desde hace años, su decisión de apostar por este formato para preservar sus escritos es firme: poemas, textos de conferencias y ensayos. El último, Luces y sombras en la imagen literaria de Córdoba, se lanzará en los próximos meses.

Pérez cita la novela distópica de Ray Bradbury Fahrenheit 451 (donde los libros son prohibidos y quemados) para recordar la importancia que tiene conservar de manera sostenible todas las ideas que genera la humanidad. “Vivimos en una trituradora que llaman progreso”, dice Pérez aludiendo a los dispositivos digitales. Entre ellos, el libro electrónico. “No se puede comparar. El libro de papel es un tesoro que nunca se volverá obsoleto”, subraya.


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