Un frenético viaje al pasado y una vertiginosa sucesión de emociones irrumpieron en el Crypto Arena, centro LeBron James de la pista y del universo, orbitando entorno a él Kareem Abdul-Jabbar hasta abrazar a aquel chico que estaba gestándose -cuatro meses-, cuando dio el último paso hacia la cima del récord anotador el 5 de abril de 1984 desplazando a Wilt Chamberlain. Un número 1 que heredaba LeBron, 38 años y superados los 38.387 del pívot.
Y lo señalaba con el dedo Abdul-Jabbar, todo un caballero, apuntando a su sucesor, bañado en lágrimas y ataviado con la cinta a la que renunció para ser igual que los demás en la pista. Un homenaje al LeBron adolescente y al veinteañero enfundado en esa cinta. Se tenía que volver a diferenciar en una noche tan distinta como solemne.
“Significa mucho para mí superar a una leyenda como Kareem”, decía un emocionado LeBron, antes que nada, rindiendo honores a ‘Sky Hook’ para empezar en el inicio de su discurso.
“Por favor, dad una ovación al Capitán. Por favor”, imploró el astro de Ohio a la multitud, elegante como el impoluto traje negro con el que compareció a la cancha antes de empezar su último sprint hacia la plusmarca. Y las masas obedecieron.
“Solo quiero decir, gracias a los fieles de los Lakers. Sois únicos.
Y a mis hijos, a mis amigos, mi familia, mi madre. Muchas gracias a todos vosotros, todos los que han sido parte de esto y han estado conmigo más de 20 años, por vuestra ayuda, vuestra paciencia, para ayudarme a llegar este punto. Y gracias a la NBA, a Adam Silver y al gran David Stern. También quiero agradecerles la oportunidad de haber podido formar parte algo con lo que siempre soñé”, continuó un LeBron que, antes que nada, fue a buscar a sus seres queridos.
“El récord habla de su excelencia sostenida durante 20 años”
Ahí estaba su madre, Gloria James, quien tuvo que criarle sin padre, su mujer, Savannah, su primogénito y heredero, Bronny James, con el que quiere compartir equipo o por lo menos enfrentarse antes de decir adiós, lejana todavía su despedida dada su eterna juventud.
Habían tenido sus tensiones en los meses previos James y Abdul-Jabbar -sobre todo a raíz de sus opiniones opuestas sobre la pandemia-, pero sólo podían que tener caricias en un momento tan bonito que también sumió en lágrimas al comisionado de la NBA, Adam Silver.
“Enhorabuena a LeBron por romper uno de los récords más sagrados de todos los deportes llegando a ser el máximo anotador de la NBA de todos los tiempos. Es un logro imponente que habla de su excelencia sostenida en 20 años en la liga. Y asombrosamente, LeBron continua para jugar a un nivel élite y su historia en el baloncesto todavía se está escribiendo”, celebró Silver.