“Los culpables de todo esto están en Génova”. En la dirección nacional de Ciudadanos apuntan a la cúpula de Pablo Casado, con su secretario general, Teodoro García Egea, a la cabeza, como responsables de la ruptura total entre los dos partidos que ha dinamitado en cascada los gobiernos de Murcia y de Madrid, que ambos compartían. La formación de Inés Arrimadas ha puesto patas arriba la política española con su sorpresiva decisión de impulsar una moción de censura al PP en Murcia, pero no calculaba que su movimiento iba a desencadenar la guerra total con los populares y a hacer saltar por los aires el Ejecutivo de Isabel Díaz Ayuso.
El detonante del divorcio entre Pablo Casado e Inés Arrimadas fue una cuestión local: una querella criminal del PP al vicealcalde de la ciudad de Murcia, Mario Gómez, de Ciudadanos. Pero este final venía cociéndose a fuego lento por meses de relación muy fluida entre el partido de Arrimadas y el Gobierno de Pedro Sánchez.
En las últimas semanas, las direcciones nacionales del PP y Ciudadanos no paraban de discutir sobre el deterioro del Gobierno de Murcia. El vicesecretario general de Cs y mano derecha de Inés Arrimadas, Carlos Cuadrado, se había reunido varias veces con Teodoro García Egea, instándole a reconducir los numerosos problemas. “Teodoro, los míos no aguantan más”, le decía Cuadrado al número dos del PP. Los populares daban largas a Cs para no revelarles el listado de los cientos de vacunados irregularmente en la comunidad, entre ellos el consejero de Salud, que Cs hizo dimitir. Los de Arrimadas se ponían cada vez más nerviosos porque se sentían “cómplices” del escándalo y temían quedarse sin relato político en una de sus banderas, la de la regeneración. “No sabemos quién se había vacunado y quién no. No lo sabemos. Cuando no te hacen caso al final pasa esto. No vamos a ser cómplices de casos de corrupción, y para nosotros el tema de las vacunas es un caso de corrupción grave. El PP no ha sido transparente con nosotros”, se quejan en la dirección de Cs.
El secretario general del PP, Teodoro García Egea, ha acusado este miércoles a la presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas, de tomar la “arbitraria, injusta e irresponsable” decisión de “volar por los aires los gobiernos de libertad”.
La tensión iba en aumento, pero la gota que colmó el vaso fue la querella criminal que el PP interpuso hace cinco días contra Mario Gómez, teniente de alcalde de Murcia y portavoz municipal de Ciudadanos. Gómez, que había entregado a la Unidad de Delitos Económicos y Fiscales de la Policía (UDEF) más de tres gigas de expedientes del Ayuntamiento y contratos que consideraba sospechosos de ser irregulares, fue acusado por los populares de delitos de infidelidad en la custodia de documentos y violación de secretos, castigados con una pena de cárcel de hasta tres años. La querella se interpretó en Ciudadanos como casus belli.
A partir de entonces, Cs decidió ir adelante con la moción de censura contra el PP. El vicesecretario general de Ciudadanos, Carlos Cuadrado, se lo comunicó el martes a mediodía al secretario general de la presidencia del Gobierno, Félix Bolaños, en una llamada antes de salir hacia Murcia. Bolaños y Cuadrado se conocen mucho, llevan meses hablando y negociando, desde los pactos de los estados de alarma que Cs apoyó, hasta los Presupuestos Generales. Bolaños había tratado de convencer muchas veces a Cuadrado de que si Cs quería ser visto como un partido de centro no puede tener pactos en todas partes con el PP apoyados por Vox. Pero al dirigente del Gobierno la llamada del lugarteniente de Arrimadas le sorprende, porque aunque la conversación ha salido entre ellos muchas veces, estaba verde.
Por la noche, pasadas las nueve, Bolaños recibe otra llamada de Cuadrado. La moción sale. El pacto no termina de cerrarse hasta altas horas de la madrugada, porque Cs se empeña en que el líder del PSOE en Murcia, Diego Conesa, se quede fuera del nuevo Gobierno. El motivo es que tiene abiertas unas diligencias penales en un juzgado de Totana, con las que se busca aclarar si prevaricó mientras era alcalde de Alhama. Los socialistas se resisten, pero finalmente aceptan, y la moción se registra a las diez de la mañana del día siguiente tras una noche de desvelos en los principales partidos españoles.
Ciudadanos esperaba ―y deseaba― el shock en el PP por su movimiento en Murcia, pero en la dirección de Arrimadas no calcularon todo lo que vendría después. En la cúpula naranja no creían que la reacción de Isabel Díaz Ayuso sería la de pulsar el botón nuclear del adelanto de las elecciones en Madrid. “Si lo hubiéramos sabido, ¿por qué no habríamos registrado una moción de censura en Madrid a primera hora?”, argumentan fuentes de la dirección de Ciudadanos. El enfado es mayúsculo entre los naranjas con Isabel Díaz Ayuso. “Tenemos una presidenta que es una persona inestable”, señalan esas mismas fuentes. En el PSOE confirman la tesis de Cs de que el movimiento estaba pensado solo para Murcia. “Si se tratara de una cosa más organizada y global, habríamos presentado todas las mociones a la vez en todas las comunidades”, apuntan fuentes socialistas.
Arrimadas quería dar un toque al PP, para demostrarle su autonomía y que no va a dejar que liquiden a su partido tan rápido. Jugó y arriesgó, y ahora su relación con el PP ha saltado por los aires. Los populares irán a matar. El secretario general del PP, Teodoro García Egea, anunció a última hora de la tarde que inicia una OPA hostil contra Ciudadanos: “Abrimos a los militantes y dirigentes de Ciudadanos las puertas de esta casa. A todos los que se han sentido huérfanos en sus valores liberales y su idea de España. A todos los defraudados porque Arrimadas une su destino político a Sánchez e Iglesias”.
La derecha está en guerra. Cualquier cosa puede suceder a partir de ahora. Aunque no era su pretensión inicial, Ciudadanos no descarta ahora aliarse con el PSOE para intentar arrebatarle a Ayuso la presidencia, si prosperan las mociones de censura registradas por los socialistas y Más Madrid para tratar de cortar el paso al adelanto electoral de la dirigente del PP. “No tenemos intención de hacer a un socialista presidente de Madrid”, dicen fuentes de la cúpula de Cs, que a continuación advierten: “Pero hay que hablar”. La partida ha cambiado tras el divorcio entre PP y Cs.
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