El error que todos cometemos al lavar las fresas

Las fresas son un placer para nuestro paladar y comerlas parece que nos pone de buen humor. De hecho, cuando compramos esta fruta nos cautiva su belleza, su característica forma que a veces parece un corazón y que está enriquecida por deliciosas pepitas y un rojo que nos conquista, combinado con el verde del tallo para un encanto cromático no indiferente. Es esa época del año en la que abastecerse de fresas es absolutamente imprescindible, sin embargo existe un error que todos cometemos al lavar las fresas.

El error que cometemos al lavar las fresas

A la hora de comprar fresas, lo primero en lo que nos fijamos es asegurarnos que estén frescas, dado que esta es una fruta que madura demasiado rápido y se corre el riesgo de que se tengan que tirar antes de tiempo.

Además de elegir fresas frescas, no es bueno tampoco exagerar con la cantidad a comprar. Es mejor optar siempre por las clásicas tarrinas ajustadas a tu consumo diario, así nunca te equivocarás. Pero hay otro punto que merece atención y que tiene que ver con el hecho de lavarlas.

Nunca quites el tallo al lavar las fresas

Las fresas, como cualquier otra fruta sin piel, merecen ser lavadas a fondo para que su consumo no se vuelva perjudicial para nuestra salud. He aquí entonces que el lavado tiene que ser muy bueno siguiendo algunas reglas fundamentales para lavarlas con total seguridad. ¿De qué estamos hablando? Del pecíolo.

Las fresas se encuentran entre las frutas más contaminadas, por lo que su lavado se hace especialmente necesario y no se debe quitar el pedúnculo en esta fase sino después, cuando la fruta esté limpia. ¿Por qué podría salvarnos esta precaución? Porque sacarlo primero significa dejar que el agua penetre en el interior de la pulpa y también trae consigo las sustancias tóxicas presentes en ella. En definitiva, aquello que intentamos eliminar al lavar las fresas, no se eliminará realmente si quitamos el tallo a las fresas antes de lavarlas.

Para una limpieza ideal se recomienda crear una mezcla con agua y bicarbonato, calculada para dosis de una cucharada por litro aproximadamente. Dejar en remojo durante 15 minutos. De lo contrario, crea una solución a base de vinagre diluido en dos vasos de agua y deja las fresas durante unos diez minutos. En ambos casos, una vez transcurridos los minutos recomendados, finaliza aclarando las fresas con agua fría corriente y estarán listas para disfrutar y podrás quitarle por fin el tallo.


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