El Atlético de Madrid ya mira a la irrefutable realidad que le toca vivir. Se puede decir sin temor a equivocarse, que el hecho de jugar competición europea, estar en Liga de Campeones sobre todo, era para los aficionados uno de los grandes alicientes de cada temporada.
Si LaLiga es el día a día, la Champions supone, digámoslo así, las fechas festivas en las que apetece disfrutar, vivir emociones que en otro escenario no se pueden dar. Por eso, quedarse fuera de Europa en el primer tercio de la temporada, además de ser un fracaso absoluto en lo deportivo, supone un bajón emocional para los aficionados y jugadores colchoneros.
Y en este contexto, lo más duro ahora será centrarse en el día a día porque de eso va a vivir el Atlético a partir de ahora hasta que se acabe una temporada que se antoja larguísima. Y la primera parada será ante el Espanyol. Este próximo domingo 6 en el Metropolitano.
No sólo supondrá un plebiscito, como ya les contamos hace poco en Mundo Deportivo, sino que también acarreará una prueba para ver cómo ha encajado el equipo en lo psicológico y lo deportivo el descalabro de Oporto.
En frente, un Espanyol que es especialista en pescar en río revuelto. De hecho, ahora que el rendimiento en casa es tan mediocre en el caso del Atlético de Madrid, hay que recordar que el cuadro perico fue el primer equipo visitante en ganar en el Metropolitano (antes lo había hecho el Chelsea en Champions). Fue en 2018 y el cuadro perico se aprovechó de que el Atlético llegó a ese partido con la cabeza en otro sitio.
Se venía de una temporada complicada también, como la presente, en la que los de Simeone habían caído de la fase de grupos de la Liga de Campeones, como ahora. Con la diferencia de que, entonces, el equipo colchonero sí que se había metido en Europa League. Y en aquel contexto, ese partido que se disputó a inicios de mayo, el Atlético tenía puesta la cabeza en la final de la Europa League que tenía que disputar días después, en Lyon, ante el Olympique de Marsella.
UN PRECEDENTE QUE PONE EN SOBREAVISO
El clima del estadio, la propia alineación de Simeone con ausencias en el once de jugadores como Godín, Gabi, Saúl o Griezmann así lo indicaban. Cómo sería el banquillo que presentó, que uno de los recambios que metió el Cholo fue el canterano Arona Sané.
El Atlético de Madrid asumió la resaca europea con un partido decepcionante, ajeno a su nivel en todos los sentidos en el estadio Wanda Metropolitano frente al Espanyol, que le puso más tensión, más ambición, se encontró el 0-1 en propia puerta de Stefan Savic y sentenció con el 0-2 de Leo Baptistao.
Ahora, las circunstancias son otras claro, pero ya decimos que el Espanyol es especialista en sacar rédito de una situación de desequilibrio de su rival. Y en el caso del Atlético de Madrid esa situación ahora está muy acentuada.