Entre los misterios que rodean a este coronavirus está el de la versión larga de la covid. Un número creciente de los positivos presenta síntomas o secuelas mucho tiempo después de que ya den negativo. El problema es que, ante la urgencia de los nuevos casos, apenas hay seguimiento de los antiguos. Un reciente estudio arroja algo de luz: entre el 10% y el 20% de los enfermos tiene esta especie de covid persistente. Algunos casos son tan extremos que aún manifiestan fatiga y problemas respiratorios siete meses después de curarse. Y existen otras diferencias: la mayoría son mujeres y no pasaron por el hospital.
Salvo los casos que se complican y acaban en la UCI, la mayoría de los enfermos de covid se recuperan en menos de dos semanas. Exactamente en torno a los 11 días de presentar los primeros síntomas. El seguimiento a más de 4.000 positivos del Reino Unido, Suecia y EE UU confirma que el 38% de ellos se había recuperado ya en seis días. Sin embargo, 558 pacientes (el 13,3%) seguían teniendo problemas pasadas cuatro semanas. De ellos, más de un tercio aún se quejaba de diversas dolencias a los 56 días. Incluso, un porcentaje significativo (el 2,5%) superaba los tres meses. Y el estudio aún no ha terminado y sus autores esperan una persistencia aún mayor.
La investigadora del King’s College de Londres y principal autora de esta investigación, Claire Steves, está convencida de que las cifras son aún mayores. Además de que muchos de los enfermos de la primera ola nunca fueron detectados, en su trabajo ponían el contador a cero cuando uno de los afectados dejaba de tener síntomas pero, al cabo de unos días, tenía una recaída. “Nuestra clasificación de la duración de la enfermedad no contemplaba las recaídas”, afirma. Por otro lado, el seguimiento aún no ha terminado, así que teme que en muchos casos los síntomas sigan por más tiempo.
La mayoría de los afectados por la covid persistente son mujeres y no pasaron por el hospital
El estudio de Steves incluía a positivos que tuvieron que ser hospitalizados, pero en la mayoría de los casos el curso de la enfermedad fue leve y la pasaron en casa. Como en la versión corta, la covid de larga duración se ceba con los ancianos: los mayores de 70 años tenían el doble de posibilidades de sufrirla. Lo que sí es diferente es que las mujeres tenían hasta un 50% más de papeletas de desarrollar covid persistente. En cuanto a las patologías previas, la única que parece elevar el riesgo es sufrir de asma.
“Algunos de los síntomas son inesperados”, comenta el neurólogo y vocal de la Sociedad Española de Neurología (SEN) David García Azorín. “Si pasas la covid, es lógico que tengas problemas respiratorios. Pero hay otros como la dificultad para concentrarse o el cansancio que son difíciles de medir y se hace necesario hacer un seguimiento a lo largo del tiempo”, añade. El problema es, precisamente, la falta de ese tiempo.
García Azorín, que no ha intervenido en el estudio británico, sí está realizando otros desde el Hospital Clínico de Valladolid. Están siguiendo a 2.098 pacientes, la cuarta parte tuvieron que ser hospitalizados, pero el resto fueron al ambulatorio. Aunque han observado una remisión con el paso del tiempo, hay síntomas, como la pérdida de olfato o anosmia que persiste en el 20% de ellos pasados ya tres meses.
En el estudio británico los síntomas más destacados son los problemas respiratorios (disnea), el cansancio, la anosmia o el dolor de cabeza. Todos, habituales en la versión corta de la enfermedad. Sin embargo, parece que hay algunos específicos. En comparación con los que se curaron en menos de dos semanas, el 6,1% de los afectados por la versión larga presentaban problemas cardíacos, frente al 0,5% de los segundos. Otras manifestaciones diferenciales fueron el tinitus y dolor de oído, pérdida de memoria o sensaciones corporales inusuales, como pinchazos o entumecimiento.
Aunque presentan síntomas similares a los de la versión corta, hay algunos diferentes, como problemas cardíacos, sensaciones extrañas o dificultad para concentrarse
“Nosotros tenemos un caso, un jefe de sala de un restaurante, cuyo trabajo era estar atento, que todo fuera bien con los clientes, y meses después de haberse curado dice que ya no puede hacer lo que hacía”, comenta el jefe del servicio de neurología del Hospital Universitario de Albacete, Tomás Segura. “En nuestra consulta no vemos ahora a los pacientes que acabaron en la UCI, sino a los que no fueron al hospital”, añade. Según sus estimaciones, apoyadas en el registro Albacovid, entre el 15% y el 20% de sus estudiados mostraban trastornos neurológicos tiempo después de curarse. Lo llamativo es que allí donde han podido hacerles test cognitivos, como a este jefe de sala, “no vemos ni rastro de la enfermedad”.
El neumólogo Germán Peces Barba, vicepresidente de SEPAR (Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica), lamenta que apenas haya estudios. En su experiencia diaria ha comprobado que hay una relación entre la gravedad en la que cursó la enfermedad y la duración de las secuelas, teniendo un caso que se contagió en marzo y aún persisten.
El proyecto más ambicioso para conocer la relevancia de la covid persistente en España lo está realizando la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG). “Es difícil determinar su incidencia, ya es complicado saber la incidencia global”, comenta la doctora Pilar Rodríguez Ledo, vicepresidenta y responsable de investigación de la SEMG. Por medio de una encuesta, están siguiendo a más de 2.000 personas que pasaron la enfermedad. Están a punto de publicar sus resultados finales, pero puede adelantar que el número de casos de la versión larga “está más cerca del 20% que del 10%”.
Este trabajo ha permitido a Rodríguez Ledo ver dos grupos bien diferenciados. En uno, el de los pacientes graves, la mayoría son de edad avanzada y tenían patologías previas. Las secuelas vienen de este cuadro. “Pero aquí hablamos de gente joven (edad media de 44 años), sin problemas previos, que no tuvo que ir al hospital y en su mayoría (el 79%) son mujeres. Son personas con PCR negativo, pero con los mismos síntomas que cuando estaban en la fase aguda de la enfermedad”, plantea la doctora.
Pero, ¿son síntomas o secuelas? La definición canónica dice que los primeros son paralelos a la enfermedad y las segundas son consecuencia. Pero el coronavirus todo lo confunde. Los problemas respiratorios son una clara secuela de un virus que ataca en especial a las vías respiratorias inferiores. Pero hay otros fenómenos, como la afectación de los sentidos, que deberían remitir una vez ha pasado la fase aguda. Para Rodríguez Ledo es una distinción difícil de hacer con la covid. García Azorín recuerda que, eliminado el virus, “otra cosa es la duración de la activación del sistema inmunitario y la mayoría de estos síntomas son provocados por esto o fallos orgánicos”. Mientras, Peces Barba destaca que algunos, como la ansiedad o la depresión, “no tienen trasfondo orgánico”. Y Tomás Segura, habla de “secuelas sociales más que por la covid”.
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