Lo que menos tenía aquella partida de cocaína distribuida en la provincia de Cáceres en agosto era, precisamente, cocaína. Solo un 11% de su peso correspondía a esta droga. El resto, como es habitual cuando llega al consumidor final, contenía otras sustancias utilizadas por los traficantes para multiplicar sus beneficios. Sin embargo, lo que había convertido en especialmente peligrosa a aquellas papelinas era la presencia de cantidades elevadas de atropina, un estimulante que en dosis bajas se utiliza por vía intravenosa para reanimar a las víctimas de una sobredosis, pero que en dosis tan altas —representaba un 21%, casi el doble que de cocaína— multiplica exponencialmente el riesgo de muerte súbita del consumidor. El Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses ha determinado ahora que fue precisamente esa mezcla la causa que provocó entonces la muerte de dos personas en Coria y Plasencia (ambas en Cáceres), y la intoxicación de otras 15.
Según ha detallado este viernes el Instituto Nacional de Toxicología en una nota, el consumo de una mezcla de atropina y cocaína es “muy peligrosa y puede producir una muerte súbita” al multiplicar la primera de estas sustancias los efectos cardiovasculares y respiratorios producidos habitualmente por la segunda. De hecho, la atropina es un estimulante del sistema nervioso central que provoca efectos similares a la cocaína. “En dosis altas, [la atropina] produce taquicardia, taquipnea, hiperpirexia, alucinaciones, ataxia o reacciones psicóticas, entre otros. En casos de toxicidad extrema, puede producir colapso circulatorio secundario, insuficiencia respiratoria, parálisis o coma”, añade la nota. No es la primera vez que se detecta su uso en España para adulterar la droga, pero hay que remontarse a 1997 en Madrid para tener noticia de un caso similar. Entonces, se produjeron nueve intoxicaciones en Fuenlabrada y en Leganés, aunque no se registró ningún fallecimiento. “No descartamos que se hayan producido más veces y que hayan pasado inadvertidas”, admite a EL PAÍS Antonio Alonso, director del Instituto Nacional de Toxicología.
La alerta sobre la existencia de una partida de droga adulterada en Extremadura saltó en la segunda quincena de agosto tras registrarse dos muertes en la provincia de Cáceres con pocos días de diferencias. En las mismas fechas, otras 15 personas ingresaron de urgencia en diferentes hospitales de la región tras presentar cuadros que iban desde las alucinaciones a los vómitos. Todos ellos admitieron haber consumido cocaína en los instantes previos a sufrir estos síntomas. Las pesquisas iniciadas por la Guardia Civil permitieron detener poco después, gracias al testimonio de los afectados, a uno de los traficantes que presuntamente había distribuido la droga adulterada. Otro más fue arrestado por la Policía Nacional.
Fuentes de la Guardia Civil de Cáceres señalan que las pesquisas se dirigen ahora a determinar tanto el origen de la cocaína como el de las sustancias utilizadas para su adulteración y, en concreto, el de la atropina. Los análisis de laboratorio han confirmado que los restos de esta sustancia localizados en las papelinas intervenidas eran de origen sintético (también se puede obtener de plantas como la belladona y el estramonio), por lo que la investigación apunta a que los traficantes se pudieron proveer de ella adquiriéndola o bien a través del mercado clandestino que opera en internet, o extrayéndola de medicamentos de uso corriente, como colirios, que la contienen. “Lo que descartamos es que la procedencia sea el robo en una farmacia”, señalan estas fuentes. La Guardia Civil también destaca que, tras los episodios de agosto, no han vuelto a detectar nuevos casos similares: “La principal hipótesis es que era una única partida la adulterada con atropina”. El director del Instituto Nacional de Toxicología confirma esta impresión: “No hay constancia de ninguna otra partida más”.
En paralelo a la investigación judicial, los juzgados que instruyen las causas por las dos muertes remitieron a los Servicios de Química y Drogas en Madrid y Sevilla del Instituto Nacional de Toxicología tanto muestras de sangre, orina y vísceras de los cadáveres como de las papelinas que se localizaron junto a ellos. El resultado de los análisis es lo que ha permitido concretar ahora que la cocaína estaba mezclada en un elevado porcentaje con atropina, además de con procaína y tetracaína, dos sustancias utilizadas como anestésicos locales y que habitualmente son usadas también para adulterar la droga. “El uso de la atropina no es nuevo [además de en Madrid, en 1997 el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías alertó en 2005 de que se habían detectado intoxicaciones por esta mezcla en Bélgica, Francia, Italia y Países Bajos], pero el caso de Cáceres nos preocupó por los dos fallecimientos, ante el riesgo de que se pudiera convertir en un problema de salud pública”, señala Antonio Alonso.
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