El éxito silencioso del paisano Entrerríos

Raúl Entrerríos, contra Croacia en el Europeo 2020.
Raúl Entrerríos, contra Croacia en el Europeo 2020.LISI NIESNER / REUTERS

Raúl Entrerríos es el director de juego de la selección más exitosa de la historia del balonmano español, pero, curiosidades de la vida, el primer título lo ganó de guardameta. “Siempre recordamos la anécdota”, se arranca nostálgico Alberto Suárez, su entrenador clave en esos años ochenta en un colegio público de Gijón, con la pista descubierta, la humedad de Asturias y las porterías de hierro que los niños cargaban a mano. “Fue en una final regional de benjamines. No teníamos portero, no sé por qué, y lo pusimos a él. Entonces no destacaba como jugador de campo. Era alto, delgado. Le costaba porque estaba creciendo y no tenía mucha fuerza. Fue la única vez que estuvo bajo palos, aunque mira, ganamos”, celebra el técnico, hoy en el Villa de Aranda, en la Asobal.

Así empezó aquel chico tímido y aplicado, al que sus compañeros ya llamaban Rulo, y que este sábado, en un amistoso contra Argentina (20.00, Tdp), se convertirá en el jugador que más encuentros (281) ha vestido la camiseta de España, superando a David Barrufet. Un portero, casualmente. La pandemia le obligó a estirar la carrera para cumplir con su obsesión de ir a otros Juegos y, tal vez gracias a este tiempo extra, ha alcanzado el récord. Y en medio, con 40 años, otra medalla, la octava, un bronce en el último Mundial.

Yo era más cabra loca. Raúl siempre ha sido más serio

Su hermano Alberto

“El que es muy muy bueno en la élite es quien en etapas formativas se encuentra un poco por detrás”, advierte su mentor. Así ocurrió con Raúl Entrerríos, que no pegó el salto hasta la edad de cadete y juvenil, cuando se formó físicamente. Su personalidad, sin embargo, venía de serie. “Con ocho o nueve años ya era un veterano”, subraya Suárez. Observador, responsable, trabajador… Las cualidades que hoy le adjudican son las mismas que señalan los que lo trataron desde aquel Colegio Noega. “Su mujer es su novia de toda la vida de Gijón. Yo creo que no ha tenido más novias. Es sensato, pausado”, añade su técnico de la niñez, que también modeló a su hermano Alberto, cinco años mayor que Raúl y otro carácter.

Lo reconoce él mismo. “Raúl siempre ha sido más serio. Yo no tuve claro que quería dedicarme al balonmano casi hasta que era profesional. Fui más cabra loca, no tengo problemas en admitirlo”, confiesa Alberto, otro pilar del crecimiento español, tercer máximo goleador de la selección (726 tantos) y seis metales en la colección. “Al hermano [Alberto] costó más llevarlo recto”, confirma Suárez, que lo dirigió 12 años seguidos. “De repente, le daba por la música o el skate, y el deporte pasaba a un segundo plano. Tenía más problemas con los estudios. Raúl fue mucho más fácil. Son dos casos diferentes, pero muy positivos ambos”, desarrolla el técnico, que asegura que se dedicó a los banquillos empujado por la calidad de estos hermanos.

La primera convocatoria de Raúl se produjo en junio de 2003, en un torneo en Eslovenia, con 22 años y César Argilés de seleccionador. “No me acuerdo exactamente de su debut. Lo que sí recuerdo es que apareció en escena el hermano de Alberto”, afirma David Barrufet, que recalca que no le importa perder el puesto de honor. “Entonces Alberto era un jugador que marcaba las diferencias. Raúl apuntaba maneras, pero bueno, su hermano tenía más peso específico”, explica el responsable del balonmano del Barcelona, compañero primero en las pistas de Raúl y ahora su jefe en los despachos, con quien tuvo que negociar el pasado verano la prórroga del contrato como azulgrana para llegar a la cita olímpica.

“En aquella selección siempre nos quedábamos a las puertas de las semifinales o perdiendo alguna final”, observa el exguardameta. El primer título que cambió para siempre la vida de España llegó en el Mundial de 2005, con Raúl entre los elegidos junto a su hermano. Sus inicios, eso sí, no le habían resultado satisfactorios. “Al principio, no gozaba de muchos minutos. Eso le frustró, le costó encajarlo y le sirvió para forjar ese carácter ganador. Pero es que suelen pasar dos o tres años hasta que te sientes instalado. Luego con Juan Carlos Pastor ya empezó a participar más”, desvela Alberto Entrerríos.

Pastor lo tuteló seis años (2004-2010), entre el Valladolid y España, en los que terminó de tallarlo como un central de referencia para desarrollar ese estilo de juego tan fructífero. “Siempre había que pararlo porque entrenaba muy duro. Por eso ha durado tanto. Por cultura y educación, habla poco, pero dentro del campo nunca se arruga”, indica el preparador del Pick Szeged húngaro, que deja una reflexión interesante sobre el tipo de liderazgo de los Entrerríos. “Había que tirar de ellos para que lo asumieran porque los dos sabían lo que tenían que hacer y creían que los demás también, pero a veces no es así”. El profesor de ambos, Alberto Suárez, abunda en la idea: “Raúl es un líder silencioso, nunca ha sido de meter broncas. Se gana al resto por ser buena gente. Como diríamos en Asturias, un paisano”.

Había que tirar de los hermanos para que asumieran el liderazgo porque ellos sabían lo que tenían que hacer y creían que los demás también

Juan Carlos Pastor

Si cumple su promesa, y no hay ningún dato en Raúl que invite a lo contrario, tras los Juegos se retirará lo que, unido a la previsible renuncia a la selección de otros veteranos, conducirá a Jordi Ribera a un obligado relevo generacional. El central del Barça hace tiempo que tiene claro su futuro como técnico. “Pero no quiere meterse a saco, sino poco a poco”, aclara su hermano, que desde 2019 dirige al Nantes. “Yo me desahogo con esas historias que, cuando entrenas, no sabes muy bien con quién hablarlas. Y sí noto que últimamente, más que hablar, escucha”. Muy al estilo Raúl Entrerríos.

Puedes seguir a DEPORTES en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.




Source link