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‘El factor Revilla’: el amigo cántabro de López Obrador para desatascar el conflicto diplomático con España



El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y el de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, en Santander en 2017.@RevillaMiguelA (RR.SS.)

El pasado 23 de enero, el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, recibió una llamada al teléfono celular. Era un número largo que no tenía guardado en la agenda. Pensó en no descolgar pero como no paraba de sonar acabó respondiendo. Cuando lo hizo, una voz al otro lado de la línea empezó a cantar una canción. “¿Quién es?”, preguntó un poco aturdido. Era Andrés Manuel López Obrador. El presidente de México le estaba felicitando por su cumpleaños cantándole Las Mañanitas.

Ese ha sido el último contacto directo entre dos políticos que se hicieron buenos amigos desde que en 2017 López Obrador visitó la tierra de su abuelo, un pequeño pueblo de Cantabria, por invitación del propio Revilla. La relación se había enfriado tras la carta que el mandatario mexicano envió hace tres años al Rey exigiendo una disculpa por los excesos de la colonización, que ha tensado desde entonces las relaciones diplomáticas entre ambos países. El mismo asunto que ahora les ha vuelto a emparejar.

López Obrador lanzó el primer guante hace un par de semanas durante una de sus conferencias matutinas: “Es uno de los mejores políticos del mundo. Tiene una capacidad de conciliación que le vendría muy bien a España”. Revilla ha respondido reconociendo incluso contactos con el Gobierno español al respecto. Incluido un mensaje del presidente Pedro Sánchez y una llamada del secretario de Estado para Iberoamérica, Juan Fernández Trigo. Fuentes oficiales consultadas por EL PAÍS han confirmado los contactos.

Revilla en todo caso reconoce a este periódico en conversación telefónica que no ha habido una propuesta directa para iniciar una posible negociación y descarta también tomar él la iniciativa. “Yo no voy a llamar a nadie pero todo el mundo tiene mi teléfono. Yo encantado de colaborar. Me parece lamentable que por un tema de orgullo y declaraciones no se pueda arreglar”, apunta por teléfono. El presidente cántabro cuenta también que le han llamado “varios empresarios mexicanos muy interesados en que se acerquen posturas”.

En 2019, a los pocos meses de llegar al poder, López Obrador envió una carta a Felipe VI exigiéndole que pidiese perdón por los abusos cometidos en la Conquista. Un reclamo que no fue atendido por la diplomacia española por los términos en que fue dirigido, y que el mandatario mexicano tomó muy a mal. El encontronazo fue el inicio de las tensiones diplomáticas entre ambos países, que ha incluido recurrentes críticas a compañías como Iberdrola, OHL o Repsol. La disputa enfrió también la relación con Revilla. “Somos amigos, pero hemos tenido algún roce. Yo le dije que no estaba bien planteado lo de la carta. Nosotros incluso habíamos hablado ya antes de todo esto de que sería bueno un acto de perdón mutuo por parte de ambos países”.

Aquellas primeras conversaciones sobre cómo abordar el tema diplomático sucedieron en La Chingada, el rancho de López Obrador. Revilla fue uno de los tres invitados personales del presidente a la ceremonia de toma de posesión en 2018 junto al cantante cubano Silvio Rodríguez y el líder de los laboristas británicos Jeremy Corbyn. Antes, pasaron unos días en La Chingada. “Fueron tres días donde no cogía el teléfono a nadie. Estuvimos jugando al dominó, tomando cerveza y charlando de política mientras Silvio tocaba canciones”.

Revilla, de 79 años, un gobernante muy popular en España al frente de un partido regionalista, el PRC, y que suele tomar distancia de los códigos tradicionales de la política, reconoce que tiene afinidades compartidas con López Obrador, 10 años más joven. “A los dos nos gusta madrugar y hablamos con todo el mundo”. También dice que su amigo adora al pueblo español, al que considera luchador y migrante, como lo fue su propio abuelo a principios del siglo XX. “El que diga que odia a España está muy equivocado”, añade Revilla. “Lo que no le gusta es la prepotencia de algunas empresas. Y es verdad que los españoles tenemos aun una cierta soberbia imperial, cuando comparado con México no somos nada. Somos una nación biológicamente decadente. México es el futuro de la lengua española y nos une una hermandad a muchos niveles. Yo me siento más cercano a un mexicano que a un alemán”.

Cuando López Obrador visitó Cantabria, Revilla le mostró la casa donde vivió su familia en Ampuero, un pequeño municipio rural de apenas 5.000 habitantes. El presidente cántabro recuerda que “se le saltaban las lágrimas” y que días después le mandó unas fotos antiguas porque quería que viera cómo su abuelo le hablaba a las vacas.

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