El Snatt’s Femení Sant Adriá tiene, como mucho, mes y medio para encontrar los recursos necesarios que le permitan arrancar en la próxima temporada en la máxima categoría del basket español. Ese es el plazo con el que cuenta antes de la entrega de los avales a la Federación, hacia mediados de julio, donde debe definirse si el ascenso logrado la pasada semana, tras la cancelación definitiva de la temporada, tiene visos de convertirse en realidad. Se trata de encontrar apoyos para configurar un presupuesto de 200.000 euros, el mínimo para poder arrancar en la categoría.
“No haremos lo de la otra vez que fue recurrir a la vía institucional. Ya sabemos hasta dónde pueden llegar y ahora se trata de que salga un patrocinador”, apunta el presidente de la entidad, Pepe Aneas, recordando los mismos apuros vividos hace dos veranos cuando el equipo logró el ascenso por primera vez. A pesar de las dificultades conocidas, que entonces se tradujeron en impagos de cantidades prometidas y dificultades de tesorería, Aneas se muestra esperanzado de poder responder en los despachos al desafío que el equipo le ha planteado tras acabar líder de uno de los grupos de LF2 y ganarse el derecho a subir, tras la suspensión abrupta de la temporada por el coronavirus. “Tenemos algunas opciones con buena pinta y esperamos poder pactar no sólo ese apoyo sino también plazos de pago y que eso dé cierta seguridad”, agrega.
Si el club renunciara a ello antes del 30 de junio, fecha oficial de final de temporada, tendría plaza reservada para la próxima campaña en Liga Femenina 2. Si lo hace en el momento de presentar avales, avanzado el mes de julio, podría lograr también plaza en la segunda categoría pero siempre que lo haga mediante permuta con un club de ese nivel que sí esté en condiciones de subir. Salir en LF2 es mucho más asumible económicamente, de un tercio más o menos de lo que cuesta en la máxima.
Volver a Liga Femenina Endesa supone para el Femení Sant Adrià consolidar una proyección que ya le ha dado hasta ahora su modelo formativo, el que le ha convertido en un club de referencia en todo el estado. Habituado a la conquista de campeonatos de España y Catalunya en distintas categorías, el equipo para la próxima campaña contará con la mitad de jugadoras canteranas. Todas ellas a las órdenes de Dani José, que reemplazó a César Aneas (comprometido ahora con el Bembibre) tras la dimisión de éste, poco antes de la suspensión de la Liga.
“Tenemos jugadoras de la casa que creemos que en un mes y medio estarían preparadas para estar compitiendo a este nivel para, sin volvernos locos, añadir cuatro o cinco de fuera”, explica Aneas, que confirma que la estructura de base seguirá siendo la misma a pesar de la marcha de Dani Poza, el director técnico de los últimos años, que se comprometió con la Unió Esportiva Mataró a principios de este año. Cambian los nombres, pues, pero la filosofía ganadora de la entidad en la formación se mantiene para otro año de supuestamente desafío de máximo nivel.
El impacto de coronavirus puede facilitar este año, a diferencia de los anteriores, que algunas jugadoras júnior renuncien a la aventura americana de la NCAA, tan de moda las últimas temporadas, lo que ayudaría a sentar algunas bases de un futuro. “El año pasado se fueron casi todas, aunque luego un par volvieron, y este año hay dudas”, certifica Aneas. “Para salir en LF2 teníamos el equipo hecho pero ahora el enfoque es diferente”, añade confiado en que esta vía abierta de la elite se abra definitivamente en los días que quedan.
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