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El feminismo caminará separado este 8-M por primera vez en la historia

Este 8 de marzo, por primera vez en la historia, el feminismo caminará separado. Habrá dos manifestaciones en una veintena de ciudades españolas. En Madrid, que marca el pulso de este día, será a la misma hora con recorridos diferentes. La abolición de la prostitución es lo que, a la vista, ha provocado la división. Sin embargo, se trata de un debate histórico dentro del movimiento, nunca había supuesto una ruptura, y habrá mujeres a favor de esa invalidación en ambas movilizaciones. ¿Por qué, entonces, se produce esta escisión? La panorámica, en realidad, es más compleja. De fondo está, sobre todo y en origen, la incorporación de la agenda queer (las demandas de las identidades de género minoritarias) a la oficial, la del Ministerio de Igualdad; y la libre autodeterminación de género incluida en la llamada ley trans, es decir, que una persona pueda cambiar el nombre y el sexo en el DNI solo con su voluntad, sin necesidad de informes médicos y años de hormonación, como sucede hasta ahora. También, según el argumentario de las organizaciones que han decidido la convocatoria alternativa, el hueco legal que permite que haya familias en España con hijos nacidos por vientres de alquiler en otros países, a pesar de que en la normativa española lo prohíbe.

Aquí, las claves de ese cisma.

¿Quiénes compondrán esas dos manifestaciones?

La división, en realidad, no es tal. No ha habido una decisión conjunta por parte del movimiento para separarse. Ha sido una escisión de parte del feminismo, aquel que considera que la abolición de la prostitución debe ser uno de los ejes centrales de las reivindicaciones.

Así, las convocatorias oficiales —aquellas que convocan las organizaciones habituales— se mantienen como siempre. Serán transincluyentes y tendrán lemas como ‘Derechos para todas, todos los días’ en Madrid o ‘¡Feminismos canarios sin fronteras! ¡Mujeres libres y diversas! ¡Derechos para todas!’, en Tenerife. A esta acudirán los dos partidos en el Gobierno, Unidas Podemos y PSOE.

Y en paralelo, las feministas abolicionistas organizan marchas alternativas con la abolición como lema, con distinto recorrido y, en algunas ciudades, mismo horario. Además, entre los asuntos que plantean para este año, está la “retirada en los proyectos de ley presentados por el actual Ejecutivo de todo el articulado que establece la autoidentificación registral del sexo de las personas y el borrado jurídico de las mujeres”.

¿Qué ha pasado?

A lo largo del año, las distintas asociaciones que componen el movimiento feminista se reúnen en asambleas para debatir los principales problemas y configurar el argumentario que se lanzará el 8-M. Hay cuestiones que siempre han tenido un consenso absoluto, como la lucha contra la violencia machista, y otros que no lo han tenido jamás, como el abolicionismo.

Dice Ana Useros, de la Comisión 8M —organizadora de la manifestación oficial, como lo ha sido las últimas décadas, junto a otros colectivos—, que “hay temas a los que es difícil dar una respuesta conjunta”. Y cuando eso sucede, “se asume que se van a seguir trabajando y no salen como reivindicación prioritaria”, pero “ni eso significa que no esté dentro de los principales problemas, ni nunca eso había derivado en separarse”.

Ellas, añade, están “donde siempre” han estado. “Las que han decidido salir” es porque “consideran que hay ciertas soluciones clarísimas a ciertos problemas”. Habla de prostitución: “No creo que haya una sola mujer que considere que esto no sea un problema, es evidente, lo que no es consenso es la solución. Hay parte que opta por el modelo nórdico, un modelo penal que confía en una legislación más represiva, y una parte que no. Hay muchísimas posturas y decidimos que eso no fuera lo que nos dividiera”. Pero acabó ocurriendo.

Aunque en las manifestaciones del 8-M siempre ha habido un bloque abolicionista, este año, algunas de esas mujeres en decenas de ciudades harán otro itinerario. “Se nos ha silenciado y expulsado de las asambleas diciendo que la prostitución no se podía debatir porque había disensión”, dice Lola Venegas, del Movimiento Feminista de Madrid, uno de los organizadores de la movilización abolicionista en esa capital. “No están legitimadas [la Comisión 8M] en su discurso por llevar 40 años organizando la manifestación, nosotras también llevamos 40 años”, apunta.

Llevan décadas conviviendo con esa disensión dentro de la organización del Día Internacional de la Mujer, tanto en Madrid como en otros territorios. Pero Venegas señala a lo que ocurrió en 2020: “Se rajaron pancartas que pedían la abolición de la prostitución”. Aquel año, la Asamblea Abolicionista madrileña denunció, ante la policía y en redes sociales con vídeos e imágenes, que había habido agresiones verbales y físicas —”agarrones, empujones”— por parte de “mujeres transactivistas”.

Mujeres en la concentración abolicionista en la plaza Sant Jaume de Barcelona, este domingo.Carles Ribas (EL PAÍS)

Aquellos altercados y que este año la abolición tampoco forme parte del argumentario principal del 8-M —centrado en la defensa de los servicios públicos y la inclusividad y contra la precariedad— son lo que, dicen, las ha llevado “a dar el paso”. Y desde Madrid y Barcelona como puntos neurálgicos, ese “paso” se ha extendido hasta en una decena de autonomías. “Lo hemos dado porque hemos llegado a un punto de usurpación del 8-M y de no defensa de los derechos de las mujeres que no era sostenible. Es un paso difícil, pero no podemos seguir caminando bajo pancartas que no compartimos o echando de menos pancartas que deben estar”, ahonda Venegas.

El trasfondo de la escisión

De la frase “usurpación del 8-M” se desprende el trasfondo de lo que ha sucedido, que va más allá de qué solución darle a esa violencia contra las mujeres que es la prostitución. Lo pone claramente sobre la mesa Silvia Carrasco, presidenta de Feministes de Catalunya y miembro de la coordinadora de Confluencia Movimiento Feminista, con asociaciones de toda España: “La convocatoria institucional tiene un objetivo antifeminista y está liderando el retroceso en las políticas de igualdad en España. La aparición de la ideología transgenerista no es un tema más, pervierte y le da toda la vuelta a las reivindicaciones de la agenda feminista de hace 300 años, detrás está la desactivación de esa agenda”.

Creen que el Gobierno, Unidas Podemos y PSOE, y en particular el Ministerio de Igualdad, con Irene Montero a la cabeza, han puesto en el centro de sus políticas “la diversidad” y con ello “olvidan” a las mujeres. Pero en eso, para el Gobierno no hay debate. “Las mujeres trans son mujeres”, repitió Montero hace unos días en una entrevista con este diario. Ambos partidos consiguieron llegar a un acuerdo para sacar adelante la ley trans; pero ese consenso, al menos hasta ahora, es imposible dentro del movimiento.

Venegas, miembro también de la Alianza contra el borrado de las mujeres —que defiende que la identidad de géneroconvierte la definición de mujer en algo completamente subjetivo” y amenaza los avances de las mujeres—, resume esa inviabilidad: “O se denuncia la explotación reproductiva de las mujeres o no se denuncia. O se defiende que los varones pueden ser mujeres o se denuncian las leyes de autodeterminación de género, no hay manera de consensuar ahí”.

Ana Useros, de la Comisión 8-M, también lo hace, desde el otro lado: “En el tema trans hay un consenso clarísimo, las mujeres trans forman parte de la lucha feminista y siempre la han formado. Sus derechos son derechos humanos y en eso no hay ningún tipo de discusión dentro de la organización”. Y explica que, en cuanto a los vientres de alquiler, “no es que no haya consenso, es que no se ha debatido porque es una cuestión relativamente reciente y atravesando la pandemia no ha sido posible”.

Esa brecha se verá en Madrid, Barcelona, Sevilla, Granada, Málaga, Ponferrada, Gijón, San Sebastián, Coruña, Lugo, Santiago de Compostela, Vigo, Cádiz, Córdoba, Murcia, Burgos, Gran Canaria, Zaragoza, Toledo y León, según los datos de Confluencia Movimiento Feminista. En esas ciudades habrá dos manifestaciones este 8-M.

Aunque este domingo ya comenzaron las concentraciones del movimiento abolicionista en al menos 11 ciudades españolas por varios motivos. En algunas, porque al ser martes la organización era más complicada; en otras, además, porque llevan varios años teniendo actividad alrededor de ese día; y en todas, dice Silvia Carrasco, para “reivindicar la agenda feminista real”.

47 años de democracia sin una ley específica

En toda la historia de la democracia, ningún partido político en el Gobierno ha puesto la prostitución entre sus líneas legislativas urgentes. No existe, aún, una ley específica; sí comenzó cierto movimiento normativo en 2018 y se ha avanzado en los últimos dos. Por un lado, el PSOE prometió sacarla en esta legislatura el pasado otoño; por otro, hay actualmente en tramitación dos normativas, ninguna abolicionista. 

Una es la Ley Orgánica de Garantía de la Libertad Sexual, conocida como ley del solo sí es sí, en la que se recoge como violencia sexual la explotación de la prostitución ajena y se recuperan dos penalizaciones que el PSOE sacó del Código Penal en 1995 y que ahora los socialistas de nuevo han introducido como enmiendas en esa normativa: multas de hasta tres años para la tercería locativa (quienes sacan provecho económico con el alquiler de locales o pisos para ejercer la prostitución) y el proxenetismo no coactivo.

La otra, la ley de trata, aún en debate en el seno del Gobierno y que pone el foco en garantizar los derechos y la seguridad de las mujeres víctimas, no apunta a la penalización de los puteros. Esta, una cuestión que el PSOE incluyó en el borrador que redactaron en 2018 —titulado Proyecto de Ley Integral contra la trata de seres humanos y en particular con fines de explotación sexual—, sigue sin tener apoyo del resto de partidos. 


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