No ha gustado en la estructura técnica del Valencia el fichaje de Rafinha por el Celta. Y no lo ha hecho porque además el futbolista del FC Barcelona llega al equipo gallego en las condiciones que le hubiera gustado pactar al club levantino. El verano ha sido un tira y afloja entre valencianos y catalanes. Los primeros lo querían cedido; los segundos pensaban a traspasarlo a tenor de que sólo le restaba un año de contrato. Finalmente, la fórmula encontrada ha sido una renovación por los culés con préstamo posterior. Pero el equipo agraciado no ha sido el Valencia, sino el Celta. Y eso no le ha sentado bien a Marcelino García Toral.
Y es que el centrocampista azulgrana era una prioridad para el entrenador, que puso a trabajar en ese tema a su propio representante, Eugenio Botas. Consideraba Marcelino que Rafinha tenía la polivalencia que necesitaba el equipo. Con estas gestiones el jugador estaba bien ‘atado’ por el director general, Mateu Alemany, y faltaba que los clubs desencallaran las negociaciones. Pero apareció hace unos días es el propietario del club, Peter Lim, para vetar tanto la posible compra como la cesión. Le habían llegado voces de que el jugador estaba lesionado.
Quizás si se hubiera quedado en el Barça el asunto no hubiera escocido tanto en Valencia, pero que finalmente se haya marchado al Celta, y encima cedido, ha molestado a Marcelino, que acata pero no olvida.
Llega este nuevo capítulo del desencuentro de entrenador y director general con el propietario cuando parecía que la relación se había reconducido. Al menos, el técnico ve cumplidos dos deseos este mercado: que no se fuera Rodrigo (aunque haya sido porque Correa no ha logrado salir del Atlético hacia el Milan) y el fichaje de un lateral (aunque T
hierry Correia no fuera la primera opción y se trate de una contratación de Mendes). Veremos si esto sirve para que todo funcione en el futuro.
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