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El fichaje de Remiro, un giro a la historia


El movimiento que cerró ayer la Real apenas tiene precedentes desde el origen de los tiempos y, desde luego, es pionero en la era moderna del fútbol vasco. Remiro ha tomado la dirección contraria. No ha obedecido al orden establecido y ha roto con una tendencia histórica: abandonar Gipuzkoa para marcharse al Athletic.

Once años después de que fuera nombrado presidente del club, Jokin
Aperribay cumple su eterno anhelo. El contraataque de la Real ha terminado en gol con el fichaje de Remiro. Una suerte de venganza, si se quiere, por todas las operaciones que terminaron con un txuri urdin fotografiándose en Ibaigane al lado de un presidente del Athletic.

La contratación de Remiro es un giro a la historia y además brusco. Esta pica en Flandes no sólo la celebra Aperribay, sino que la Real en su conjunto logra distorsionar una realidad dura en muchas fases de la convivencia vecinal con el Athletic. El trasvase minoritario lleva las firmas de Rafael
Iriondo en los 50 o Ricardo
Arrien en los 80 -jugó en el Racing de Santander entre medias-. Otro que estuvo primero en el Athletic y luego en la Real fue Sergio
Corino en los 90, pero a mitad de camino militó en el Salamanca y el Espanyol. Loren
Juarros, Lutxo
Iturrino o Bittor
Alkiza cruzaron la A-8 en ambos sentidos, si bien el primer viaje en los tres casos fue destino Bizkaia.

En la última década larga, desde 2008, existe media docena de futbolistas que han cambiado de bando: Iñigo
Díaz
de
Cerio, Xabi
Castillo, Mikel
Balenziaga, Gorka
Elustondo, Borja
Viguera e Iñigo
Martínez. Quizá este y no otro sea el gran logro de la Real: rebajar el éxodo de Donostia a Bilbao. En todo este tiempo no hubo nadie en Anoeta que procediera del Athletic. Hasta Remiro.


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