El fin de ‘Las Kardashian’, o cómo un ‘reality’ cambió la televisión, la fama y hasta el canon de belleza

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Ver (o volver a ver) el primer capítulo de la primera temporada de Las Kardashian es un viaje al pasado que puede resultar más chocante que cualquier documento audiovisual de hace 40 u 80 años. Porque sus protagonistas, solo 13 años menores que hoy, son ahora personas totalmente distintas. Personas que ahí cuesta reconocer, y que hoy competirían en popularidad en casi cualquier parte del mundo con Donald Trump, Madonna o la reina de Inglaterra. Sin embargo, en aquella primera entrega de Keeping Up With The Kardashians resulta difícil ver que esas tramas simples y hasta torpes, esa casa, esos personajes y esos rostros sean los mismos que los de la familia Kardashian que hoy conocemos, y que gracias al programa y sus spin offs, así como a aplicaciones, videojuegos, revistas, líneas de moda y productos de maquillaje acumulan, según Forbes, nada menos que 1.700 millones de euros.Han sido las propias hermanas quienes han anunciado que Las Kardashian (o KUWTK, como se conoce al formato por sus siglas en inglés) baja definitivamente la persiana. Obviamente, las cosas no van a quedar así, no sería su estilo. Habrá una última temporada a principios de 2021, con gran despedida y cierre. “Con gran pena hemos tomado la difícil decisión como familia de decir adiós a KUWTK”, escribía Kim en su perfil de Instagram la noche del martes 8 de septiembre. “Después de lo que serán 14 años, 20 temporadas, cientos de episodios y numerosos spin offs estamos más que agradecidas a todos los que nos habéis visto durante estos años, en los momentos buenos, en los malos, en la felicidad, en las lágrimas, en nuestras muchas relaciones, con nuestros hijos. Siempre atesoraremos recuerdos maravillosos y a incontables personas que hemos encontrado por el camino”, decía la más popular de los seis hermanos Kardashian (cinco mujeres más Robert), con una fortuna de unos 315 millones de euros y que ha ganado 42 el último año. “Este programa nos ha hecho ser quienes somos y siempre estaremos en deuda con todos los que hicieron su parte dando forma a nuestras carreras y cambiando nuestras vidas para siempre”. View this post on Instagram To our amazing fans – It is with heavy hearts that we’ve made the difficult decision as a family to say goodbye to Keeping Up with the Kardashians. After what will be 14 years, 20 seasons, hundreds of episodes and numerous spin-off shows, we are beyond grateful to all of you who’ve watched us for all of these years – through the good times, the bad times, the happiness, the tears, and the many relationships and children. We’ll forever cherish the wonderful memories and countless people we’ve met along the way. Thank you to the thousands of individuals and businesses that have been a part of this experience and, most importantly, a very special thank you to Ryan Seacrest for believing in us, E! for being our partner, and our production team at Bunim/Murray, who’ve spent countless hours documenting our lives. Our last season will air early next year in 2021. Without Keeping Up with The Kardashians, I wouldn’t be where I am today. I am so incredibly grateful to everyone who has watched and supported me and my family these past 14 incredible years. This show made us who we are and I will be forever in debt to everyone who played a role in shaping our careers and changing our lives forever. With Love and Gratitude, Kim A post shared by Kim Kardashian West (@kimkardashian) on Sep 8, 2020 at 2:34pm PDT
No le falta razón a Kardashian en su escrito. La deuda es inconmensurable. Buscaban la fama y la han conseguido: se han convertido en estrellas omnipresentes en todos los actos posibles de todas las disciplinas. Así que se irán, pero no se irán del todo: las hermanas llegaron para quedarse y eso van a hacer. Kourtney, Kim, Khloé, Kylie y Kendall y su madre y manager (o momager), Kris, que empezaron llevándole el bolso a Paris Hilton y con una pequeña tienda de ropa en un centro comercial californiano, ahora son diseñadoras, blogueras, empresarias, modelos, defensoras de los derechos humanos, aparecen en portada de Vogue y Forbes, posan en la alfombra roja de los Oscar o presentan premios musicales. Su hogar, Calabasas, se ha convertido en lugar de peregrinación. Sus novios y maridos son y han sido cantantes, empresarios, deportistas; sus hijos son estrellas en miniatura con fiestas de cumpleaños inmensas y delirantes. No van a dejar de estar por todas partes.Los 300 capítulos del reality no solo han transformado sus vidas y las han hecho ricas. Han cambiado la cultura popular, el modo de ver la televisión, de seguir a los famosos e incorporar sus andanzas a las del espectador. Si Gran Hermano podía resultar chocante, Las Kardashian es una especie de infinito Gran Hermano de 20 temporadas donde se mezcla la vida real con la pantalla, que va más tarde pero desvela más. Siempre hay que esperar a la siguiente temporada para saber el motivo del embarazo, cómo fue el robo o de dónde sale el nuevo novio de alguna de las hermanas. Pese a tener capacidad de contar sus vidas en las redes, han logrado convertir la televisión en la principal pantalla, cuando hoy tiende a ser al revés. Y todo sin ser especialmente divertidas, brillantes o excéntricas.La pantalla y la segunda pantalla se retroalimentan de tal manera que las han convertido en las famosas más famosas del mundo, con cientos de millones de seguidores en redes sociales. Como dijo de ellas The New York Times en su estreno, “el programa no trata de una familia excéntrica que vive de forma normal, trata simplemente de unas mujeres desesperadas trepando por los márgenes de la fama, y eso es mucho más espeluznante”. Están en el salón de cada casa (sobre todo en EE UU), el mundo las ha visto crecer. En las temporadas iniciales, Kendall y Kylie, de 24 y 23 años, llevaban ortodoncias y se burlaban de sus niñeras. Hoy, la primera está entre las modelos más populares y mejor pagadas del mundo (con 20 millones de euros de ganancias anuales) y la segunda se ha convertido en una de las empresarias más jóvenes en amasar una fortuna cercana a los mil millones de euros.Su influencia llega al punto de que las hermanas han cambiado incluso el canon de belleza femenino imperante. Han apostado por las curvas pero, como todo en ellas, excesivas y artificiales. Siluetas sinuosas, traseros desproporcionados, cinturas metidas en corsés ahogantes y labios inflados son ya firma de la casa y parte de su reconocible legado, dando paso a una normalización de la cirugía estética. Por otra parte, también han apostado por maquillajes y pelucas (en el caso de Kylie), pantalones vaqueros (como Khloe) o fajas y ropa interior para distintos cuerpos y que están hechos para mujeres con todo tipo de pieles, gustos y formas, en un intento de normalización que ha sido muy aplaudido.Las hermanas Kardashian no siempre caen bien. A veces son ñoñas, simples, caprichosas o torpes. Tienen comportamientos erráticos, se emborrachan, visten mal, lloran, gritan, se pelean, dejan de hablarse las unas a las otras, expulsan a los miembros de su klan. Pero son humanas, o lo fueron una vez, antes de su increíble ascenso en el escalafón social. Y eso, la vida en directo, nunca ha dejado de ser fascinante y real. Por eso ha llegado la hora de apagar los focos.


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