Durante cuatro meses, el fútbol profesional en España vivió en una burbuja. Primero, confinado en casa como los ciudadanos de medio mundo. Y después, en su propio aislamiento, sometido a un ritmo frenético de partidos y entrenamientos, con test cada dos o tres días, que redujeron en buena medida el riesgo de contagio en todos los equipos de Primera y Segunda. La actividad deportiva fue tan intensa, empujada por el objetivo prioritario de acabar la competición y así poder cobrar los imprescindibles derechos televisivos, que en los vestuarios apenas quedó espacio para la vida social. La dinámica admitió pocas desviaciones: entrenar, prueba, jugar, entrenar, test, jugar… El Fuenlabrada fue la fatal excepción a un desarrollo que, hasta hace 10 días, transcurrió sin accidentes por una cuerda muy fina.Sin embargo, la Liga terminó, todos se marcharon de vacaciones para tomar aire, salieron de la burbuja y, después de siete días de desconexión, se empezaron a conocer positivos entre los equipos que aún no han terminado el curso, los que tienen pendiente competiciones europeas y la fase de ascenso a Primera, y han debido someterse a más exámenes. Al caso conocido este martes del delantero madridista Mariano, se sumaron este miércoles tres más. Nemanja Gudelj, del Sevilla, que el 6 de agosto tendría que disputar en Duisburgo (Alemania) el encuentro de octavos de la Europa League contra la Roma. Y dos futbolistas del Almería y el Zaragoza, que están pendientes de jugar el playoff de ascenso, retrasado por los 28 infectados en el Fuenlabrada, y que ahora queda más en el aire.La secuencia coloca al fútbol profesional ante su futura rutina, la que le espera en el siguiente curso. Cuando vuelva la Liga a mediados de septiembre ya no habrá de forma habitual encuentros cada tres días. Salvo los conjuntos que estén en Europa, el resto de vestuarios solo se vestirán de corto cada siete días, su ritmo no será tan extenuante, los jugadores disfrutarán de más descanso y, por lo tanto, el riesgo de positivos aumentará, como ha quedado demostrado en esta breve ventana.De paso, este escenario supone una vuelta de tuerca más al gran enredo de la promoción a Primera. Si las autoridades del fútbol pensaban resolverlo con una medida disciplinaria sobre el partido pendiente entre el Fuenlabrada y el Deportivo, ahora también tienen sobre la mesa un problema sanitario con los dos infectados en el Almería y Zaragoza. Todo esto devuelve a los organismos al kilómetro cero. Hace 10 días, el Fuenlabrada viajó a A Coruña con cuatro positivos conocidos en el club y se disponía a jugar en Riazor hasta que tres horas antes se notificó una oleada de afectados. Ahora queda por ver qué se hace y cómo se pueden cerrar unas eliminatorias que deben determinar, nada menos, que un puesto en la máxima categoría.Entrenamientos suspendidosDe momento, las primeras decisiones fueron prudentes. Las tres plantillas afectadas este miércoles se encuentran confinadas y los entrenamientos, suspendidos. Un solo positivo pone en jaque a todo un club y, por extensión, a la competición entera. Pero en los casos del Sevilla, Almería y Zaragoza existe, además, el temor a que puedan conocerse más contagios porque los tres infectados tuvieron contacto, al menos, con sus compañeros. No así el madridista Mariano, que no coincidió con ningún miembro del equipo en su semana de descanso, según la entidad blanca.En el conjunto entrenado por Julen Lopetegui, los test PCR y serológicos se hicieron el pasado domingo después del entrenamiento individual, no de grupo, y el positivo se le comunicó a Gudelj en el tramo final de la sesión, también individual, del lunes. En ese momento, se interrumpió el trabajo y, desde entonces, todos se encuentran en sus casas. No fueron prácticas colectivas, pero el medio serbio, que no presenta síntomas, sí compartió vestuario. Las pruebas del martes al resto de la primera plantilla dieron negativo y este jueves se conocerán las del miércoles. Todo esto, a una semana de disputar los octavos de la Europa League.En el Almería, cuyos jugadores venían de tener libre el fin de semana, hubo entrenamiento el lunes y el examen se efectuó antes de la sesión del martes. El resultado positivo llegó ayer y la actividad se cortó de raíz. En este caso, el miedo a más contagios resulta mayor porque el afectado, que de momento se muestra asintomático, participó, al menos, en dos entrenamientos grupales. Queda por ver en qué queda el resultado no concluyente de otro jugador.Y en el Zaragoza, capital de una comunidad especialmente castigada por los rebrotes, los test se llevaron a cabo el lunes, antes de vestirse de corto, y todos dieron negativo. El martes hubo otra jornada de prácticas y este miércoles un futbolista se levantó con síntomas, que terminaron confirmándose en un positivo. Los problemas y las dudas se multiplican en un deporte que dentro de una burbuja fue capaz de mantenerse en pie, pero fuera de ella ha empezado a tropezar con una enfermedad imposible de atajar, que se manifiesta cuando quiere y como quiere.
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