El futuro alcanzó a la paradisiaca isla Holbox, en Quintana Roo

La alta demanda de servicios turísticos y el acelerado crecimiento poblacional ya reflejan problemáticas ambientales y conflictos sociales en la Isla Holbox, uno de los destinos alternativos con mayor potencial del país.

Por Alejandro Castro

La paradisiaca isla del sureste de México, que hasta hace 15 años era un edén de arena blanca, aguas turquesa y flamencos rosados, hoy se encuentra amenazada por la presión turística y el asedio inmobiliario, que ya reflejan consecuencias sociales y ambientales.  El futuro alcanzó a Holbox, sostienen los conservacionistas. 

La belleza de sus paisajes de playas, manglares, dunas y lagunas, además de la concentración de especies como flamencos, delfines o ejemplares de tiburón ballena convirtieron a Holbox en uno de los destinos turísticos con enfoque sustentable más prometedores de Quintana Roo, entidad que aporta más del 50 por ciento del PIB turístico del país.

Eduardo Pacheco Cetina

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Sin embargo, la mala planeación urbana, venta de terrenos ejidales a grandes empresas, autorizaciones de construcción y los cambios de uso de suelo por doquier han comenzado a cobrar factura, sostiene Jorge Herrera Silveira, investigador del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional (IPN) Unidad Mérida. 

Eduardo Pacheco Cetina

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Calles inundadas, drenajes desbordados, cerros de basura, zonas marginadas y construcciones hoteleras por donde quiera es la imagen con la que este destino “sustentable” recibe a sus visitantes en el regreso a la normalidad. 

Las lluvias de los días recientes, además de los estragos de las tormentas tropicales de los meses previos, mantienen inundada la isla, situación que ha hecho más evidente la carencia de servicios públicos de drenaje y saneamiento. Pero esto es apenas un reflejo del futuro cercano, asegura el especialista.

Eduardo Pacheco Cetina

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“Probablemente muchos pensaron que los impactos anunciados por muchos investigadores no los verían. Hoy Holbox está padeciendo un “poquito” de lo que le espera en el futuro cercano. Las calles inundadas y olores desagradables, que pueden traer el brote de enfermedades”, dijo el biólogo del IPN. 

 

Vulnerabilidad isleña

Por ser una isla, Holbox tiene características que la hacen más vulnerable tanto a los eventos naturales como a los impactos del hombre. El fenómeno que vive la costa estos días es el resultado de un periodo de altas mareas, acumulación de agua por las lluvias en el acuífero, y reducción del nivel del suelo a consecuencia de la compactación por pérdida de manglares y vegetación de duna principalmente, expone. 

“La tala de manglar, la forma de construir cercano a la duna, la densidad de construcciones, el deterioro de calidad del agua está llevando a Holbox a dejar de ser la ‘joya de la corona’”, agregó Herrera Silveira. 

Esto tiene consecuencias directas para la población nativa y migrante de la isla, que depende completamente de sus recursos naturales, ya sea en términos turísticos o en el aprovechamiento de los recursos pesqueros. 

“Esta vez la crecida de mar subió hasta lugares que nunca había llegado, es por eso que estamos en shock, porque está pasando esto, ya nos habían advertido que esto iba a pasar pero a largo plazo, pero ya es un presente que tenemos”, dijo Alicia Campos, nativa de la isla e integrante del Consejo de Desarrollo de Holbox. 

Eduardo Pacheco Cetina

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Hasta el Censo de Densidad y  Población 2010 realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, Holbox contaba con poco más de mil 400 habitantes. Actualmente se calcula una población de ocho mil habitantes y se estima una afluencia diaria de dos mil 500 turistas, que en fines de semana alcanzan hasta 10 mil, en una zona urbana de apenas 4.5 kilómetros de largo por 1.5 kilómetros de ancho. 

Para 2016 operaban unos 80 hoteles en la zona de Isla Chica, el área poblacional, hoy en día hay alrededor de 140, según datos de la Asociación de Hoteles de Holbox. 

 

“En Holbox la autoridad no existe”

La isla Holbox se encuentra dentro del Área de Protección de Flora y Fauna Yum Balam, una reserva de 154 mil hectáreas administrada por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), decretada para fines de conservación en junio de 1994. 

Si bien el Área Natural Protegida y por consecuencia Holbox cuentan con instrumentos legales estrictos para la conservación de sus recursos naturales, en la isla la autoridad está ausente, afirma Gisela Maldonado Saldaña, bióloga y activista ambiental. 

Las construcciones sin permisos, tira irregular de basura y caza furtiva de especies protegidas o en periodo de veda son “cosa de todos los días” en Holbox, explica la especialista. 

Con los recortes al presupuesto de las instituciones ambientales en la actual administración, dependencias como la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) y la propia Conanp han vistos disminuidas sus capacidades de vigilancia, situación que ha sido aprovechada por quienes cometen delitos, aseveró Maldonado Saldaña. 

“Cazan tortugas hembras que llegan a desovar, las destazan y venden la carne a plena luz del día sin que nadie les diga nada. La cacerolita de mar la están usando para cazar pulpos, los restaurantes descaradamente venden productos en temporadas de veda. Hay impunidad total”, expuso. 

En enero pasado asociaciones civiles y habitantes de la isla enviaron una carta a la Secretaría de Gobernación para solicitar la presencia de la Profepa y Capitanía de Puerto, ante la situación de “ingobernabilidad” en la zona. 

Denisse De Kalafe, representante de SOS Holbox, dijo en entrevista que la falta de cumplimiento de las normas y el crecimiento acelerado y desordenado han convertido a Holbox en una isla caótica donde impera el desorden. 

Entre los problemas ambientales que competen directamente a la autoridad estatal se encuentra la deficiente operación de la planta de tratamiento de aguas residuales, a cargo de la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado (CAPA). 

Un estudio realizado por el Centro de Innovación Aplicada en Tecnologías Competitivas (Ciatec), del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), da cuenta del deficiente o tratamiento de las aguas negras, que se vierten directamente al acuífero de donde se abastece de agua potable la población. 

El documento refiere que el agua que se inyecta al subsuelo rebasa los límites permisibles de contaminantes establecidos en la Norma Oficial Mexicana 001-Semarnat-1996. Dicha norma establece hasta 150 miligramos por litro en el parámetro de “Demanda Química de Oxígeno”, mientras que las aguas que salen de la planta de tratamiento en Holbox contienen 301.7 mg/L.

Otra problemática es la generación de basura y la operatividad de la celda de transferencia para sacar los residuos de la isla. 

Gisela Maldonado indicó que todos los residuos que se generan en la isla por habitantes y turistas recaen en la celda de transferencia, un sitio que fue adecuado para compactar los residuos sólidos y sacarlos de la isla al relleno sanitario ubicado en la cabecera municipal de Kantunilkin. 

No obstante, el sitio se ha convertido en un tiradero a cielo abierto, pues la autoridad no ha cubierto la demanda del servicio y la basura se ha ido acumulando dentro de la Isla. El basurero se encuentra a menos de un kilómetro del mar y de la laguna Yalahau, por lo que es común que las envolturas o residuos livianos se vuelen al agua.


La disputa por el paraíso

Eduardo Pacheco Cetina

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El potencial turístico de Holbox propició la disputa por las tierras y recursos naturales de esta Isla, que hasta hace dos décadas era habitada principalmente por población originaria y ponderaban las propiedades ejidales. 

Alicia Campos, cuyos padres y abuelos también crecieron en Holbox, contó que hace 20 años la isla comenzó a verse con “ojos de ambición” por parte de empresarios de Mérida, Yucatán, quienes se empezaron a introducir en el lugar, haciendo amistad con los pobladores. 

“Los empresarios yucatecos empezaron a enamorar a los ejidatarios con regalos y ellos acceden a vender sus tierras en la zona de Isla Grande (la parte virgen de Holbox)”, expone. 

A partir de las primeras ventas de tierras a empresarios, el destino comenzó a popularizarse y otros empresarios iniciaron la compra de tierras en Isla Chica, la zona habitada.

“Llegan con una cantidad de dinero grande y a los habitantes de Holbox se les empieza a hacer atractivo vender por ese precio. Todos aquí en Holbox teníamos un mismo nivel económico, pero llegan estas personas y empiezan a traer dinero, nuestros papás comienzan a alucinar con ese poco de dinero, empiezan a comprar sus pequeños lujos y así se van yendo, así se vende parte de la tierra”, contó. 

La venta masiva de terrenos también comenzó a crear disputas entre las propias familias. Actualmente gran parte de la Isla Grande se encuentra en manos de inversionistas nacionales y extranjeros. 

En la zona persiste un conflicto legal desde hace más de 15 años con el empresario Fernando Francisco Javier Ponce García, cabeza de Bepensa, la embotelladora de Coca-Cola. 

Carlos Enrique Odrizola, abogado de los ejidatarios, envió en enero pasado una carta al presidente Andres Manuel López Obrador para solicitar su intervención en el caso, pues aseguran que el empresario simuló actos jurídicos con los que compró también sus derechos ejidales, pasando a ser él un ejidatario. 

De acuerdo con el representante legal de los pobladores, en diciembre de 2015 se aprobó en asamblea el cambio de destino de tierras de uso común (ejidos) a un área parcelada. También se creó un fideicomiso, con JP Morgan como fiduciario, en el que se aportaron las tierras para su futura comercialización.

El fiduciario vendió las tierras a la empresa Península Maya Developments, propiedad de Ponce García. A cada ejidatario se le pagaron 2.8 millones de pesos por los terrenos costeros, cuyo valor hoy alcanza los 2.5 millones de dólares, según los sitios de venta de bienes raíces. 

Sin embargo, con la venta de terrenos, los ejidatarios también “cedieron” de manera involuntaria su derecho ejidal, convirtiendo a los empresarios en nuevos ejidatarios, por lo que ahora tienen participación, voz y voto en las asambleas. 

Los 70 afectados que fueron “borrados” de la lista ejidal, al ceder sus certificados individuales de tierras de uso común, solicitaron al consejero jurídico de la Presidencia, Julio Scherer Ibarra, intervenir en lo que consideran fue una maniobra fraudulenta. 

 

La lucha por el desarrollo

Según la Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente (LGEEPA), toda Área Natural Protegida dentro del territorio mexicano debe contar con un Programa de Manejo, el el instrumento rector de planeación y regulación que establece las actividades, acciones y lineamientos básicos para el manejo y la administración del área. 

Sin embargo, Yum Balam tardó más de 22 años en tener su propio Programa de Manejo, mismo que fue publicado por la Conanp hasta octubre de 2018, ante el conflicto en los intereses de los sectores productivos, ambientalistas y autoridades.

Para la creación de dicho Programa la dependencia federal conformó un Consejo Asesor, a fin de crear consensos entre los interesados, entre los que se encuentran inversionistas, empresarios locales, pescadores, prestadores de servicios turísticos, sociedad civil, ambientalistas y autoridades. 

Tras una serie de propuestas y discusiones, en enero de 2019 los miembros del Consejo aprobaron contratar a una consultora independiente que determinara la capacidad de carga turística que podría soportar la Isla Holbox, ante los diferendos de empresarios y habitantes con un grupo minoritario de ambientalistas. 

Para esta labor se contrató a la empresa canadiense Stantec, cuyos gastos serían asumidos por el propio Consejo en una bolsa “anónima” administrada por la Fundación Pedro y Elena Hernández, una asociación ambiental ligada a la presidenta de la Asociación de Hoteles de Holbox, Barbara Hernández. 

Los resultados de dicho estudio, presentados en agosto de 2018, arrojaron que la zona de Isla Grande en Holbox tenía capacidad para desarrollar nueve mil cuartos de hotel, mientras que otros 12 mil se podrían construir en el poblado aledaño de Chiquilá, en la zona continental. 

Dichos resultados fueron refutados tanto por el sector ambiental como por las autoridades estatales. En su participación, el entonces titular de la Secretaría de Ecología y Medio Ambiente de Quintana Roo aseveró que no se podía hablar de un destino sustentable bajo esas condiciones. 

Un mes y medio después la Conanp publicó en el Diario Oficial de la Federación el Programa de Manejo de la reserva, mismo que se ajustó a un modelo de desarrollo de bajo impacto, al permitir únicamente construir 800 habitaciones de tipo palafito en la zona de Isla Grande. 

La decisión inconformó al sector empresarial, a los prestadores de servicios, pescadores, ejidatarios y al propio Gobierno Municipal de Lázaro Cárdenas, demarcación a la que pertenece Holbox. 

En diciembre de 2018, el Ayuntamiento de Lázaro Cárdenas promovió una controversia constitucional ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) por el documento publicado por la Conanp, bajo el alegato de que las restricciones incluidas en el Programa de Manejo bloquean toda posibilidad de desarrollo económico para el municipio. 

Hasta la fecha, la Conanp y el Ayuntamiento de Lázaro Cárdenas mantienen una disputa legal por la aplicación del Programa e incluso el propio decreto de Área Natural Protegida. 

 

Alto al desarrollo y remediación de los daños, piden expertos

Gisela Maldonado Saldaña y Jorge Herrera Silveira, entrevistados por separado, coincidieron en que la solución más inmediata -y la más radical- es dejar de crecer.

“Yo creo que tendríamos que imponernos una moratoria, hacer una revisión de los que ya están operando para que al menos se traten de ajustar al marco legal. Hay construcciones que están violando alturas, otros no tienen los documentos legales que requieren para estar donde están. En el mejor de los casos efectuar demoliciones y hacer efectivas las multas y aplicar el marco legal que tanto presumimos que tenemos”, dijo Maldonado Saldaña. 

Jorge Herrera, por su parte, sostuvo que puede existir un tipo de crecimiento con aprovechamiento económico, pero este debe tener un beneficio explícito para la población local. por lo que sugiere orientar las construcciones de hoteles a un modelo más sustentable, de pocas habitaciones, y prohibir la entrada de megadesarrollos. 

Para el investigador del IPN “no todo está perdido”. Plantea llevar a cabo un programa de restauración de los ecosistemas vulnerables, como pastos marinos, playas, dunas y manglares, priorizando los más cercanos a las áreas de mayor y menor densidad de población, para reducir su vulnerabilidad y nivel de riesgo.

También la creación de un programa de ordenamiento y un reglamento de construcción, así como la regulación de la población flotante que ingresa a la isla, para no rebasar su capacidad. 

“Sólo los holboxeños tanto autóctonos como naturalizados y que realmente quieran a su isla, podrán hacer el cambio. Ellos cuentan con el apoyo de la comunidad científica”, concluyó el académico. 

 




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