Vienen buenos tiempos / Lo oigo dondequiera que voy / Vienen buenos tiempos / Pero seguro que vienen lentamente”. Si no fuera por la longitud de la estrofa, no cabría otro titular mejor ni para este reportaje ni para estos tiempos. La escribió Neil Young allá por 1974 y forma parte de la letra de su canción Vampire Blues. Faltaban 46 años para el advenimiento de la peste moderna, así que la capacidad inconscientemente premonitoria del bardo de Toronto asusta. Claro que en esta situación también cabe acordarse de Albert Camus. Ha sido y es tanta la intensidad del drama y el margen de confusión proyectado sobre las personas que a menudo, según en qué momentos de flaqueza, la sensación acechante se parece demasiado a la del pobre Meursault de El extranjero: a veces uno parece contemplarse a sí mismo desde fuera y a la vida en general desde un tren, como si fuera ajeno a ella.
Esas sensaciones tan humanas —incredulidad, escepticismo, esperanza, confusión— enmarcan en gran medida esta reflexión colectiva puesta en pie por un grupo de personajes tan heterogéneo como autorizado. Se trataba de que contaran las impresiones de lo vivido y el pronóstico de lo que vendrá. Ojalá sean esos buenos tiempos… aunque sean lentos. El terremoto de la covid-19 ha demostrado la dimensión de toda una vulnerabilidad común, la del género humano.
Es la visión de Audrey Azoulay (París, 1972), directora general de la Unesco: “Esto es evidente en una crisis como la del coronavirus, pero también en otras más dañinas como las que afectan a la biosfera y el clima. Existe una relación de causalidad entre la destrucción de los espacios salvajes, sobre todo de los bosques, y el colapso de la biodiversidad y el aumento del número de epidemias”. A sus ojos, otro de los grandes impactos es la muerte momentánea de la cultura: “Una inmensa mayoría de salas de cine, librerías, teatros, salas de concierto, museos y bibliotecas han cerrado. Innumerables festivales han sido aplazados, cuando no suprimidos. Sin duda esta es la crisis más grave a escala mundial de este sector en el que tanto hemos invertido en los últimos 30 años y que es un motor de empleo y creación. El ecosistema cultural necesita el compromiso de los inversores públicos y privados. Pero también habrá que tener en cuenta las profundas transformaciones que ya están en camino. Esta crisis consagrará el papel central de lo digital y de la inteligencia artificial en la economía. Y para la cultura, las cosas no serán distintas”.
Un claro motivo de preocupación para Audrey Azoulay se centra en el futuro de las relaciones y de la cooperación internacional. Lo explica así: “El reflejo más inmediato en esta crisis se apoya en las emociones, y es ese ‘sálvese quien pueda’ que hubo por parte de algunos para conseguir mascarillas o a la hora de presentar a su opinión pública chivos expiatorios en lo que supone una retórica ancestral. Desde ese punto de vista, hay que temer que la pandemia pueda hacer más profundas las grietas que ya existían en las relaciones internacionales, que generalmente anteponen las relaciones de fuerza al interés general, provocando una regresión generalizada”.
Gianni Vattimo (Turín, 1936). En conversación telefónica desde su casa de Turín, el filósofo del pensamiento débil, que atraviesa por un delicado estado de salud, establece sus temores: “Muchas cosas van a cambiar en el plano de las relaciones internacionales. Muchos países están en situaciones de pobreza real. A menudo pienso que solo el comunismo podría salvar la situación: solo un cambio radical en las relaciones sociales y en las estructuras de producción serviría para cambiar las cosas. Y Europa necesita nuevas regulaciones económicas para que sus socios tengan la posibilidad real de ayudarse más de forma recíproca. Creo que va a haber una sensación generalizada de miedo entre la gente”.
Nick Cave
Compositor y cantante
“De aquí a un tiempo se nos brindará la oportunidad o bien de reducirnos a la vieja versión de nosotros mismos —un mundo aislado, egoísta y tribal—, o bien de entender la conexión que tenemos todos los humanos”
La preocupación europea de Vattimo es compartida por su colega el pensador y escritor francés Gilles Lipovetsky (Millau, Francia, 1944): “Esta crisis provocará transformaciones de orden político y económico, muy especialmente en el ámbito de la Unión Europea. Los criterios de no sobrepasar el 3% del déficit en relación al PIB han sido superados con creces. Así que los criterios de gestión van a cambiar para hacer frente a la crisis que viene, y eso es importante para una Europa que hasta ahora estaba sometida al diktat alemán de rigor presupuestario y que países como Francia, Italia o España no comparten”, explica el autor de La era del vacío, quien opina que esta crisis debería calmar en cierto modo el proceso de la globalización, “porque ya se ha constatado, por ejemplo, una ausencia cruel de soberanía sanitaria por parte de algunos países, como Francia o España”.
¿Habrá grandes cambios en lo relativo a los modos de vida y las relaciones sociales? “Soy escéptico ante eso”, admite Lipovetsky, “no creo que esta crisis vaya a transformar radicalmente el comportamiento de la gente, ni el gusto por los viajes, ni por el consumismo, ni por la industria del ocio. Todo eso renacerá, incluso con más fuerza para compensar la austeridad del confinamiento. No veo a los españoles dejando de ir a la Puerta del Sol o a las Ramblas a pasear y tomar algo. Sí habrá más medidas de protección, que podrían llegar a instalarse como norma estable. Por cierto, eso resultaría perfectamente coherente con unas sociedades que, como las nuestras, están obsesionadas desde hace décadas por la seguridad, la vida sana y la salud”.
Nuccio Ordine (Diamante, Italia, 1958), el pensador, profesor y escritor italiano que acuñó en un soberbio ensayo el concepto La utilidad de lo inútil,destaca el hecho de que hay una frase que se repite sin parar en estos tiempos de pandemia: “Nada será como antes”. Y reflexiona acerca de ella: “Pero creo que esto va a depender de la respuesta que se dé a esta pregunta esencial: ¿Quién pagará la crisis?. Si, como ha sucedido otras veces en la historia, los que la pagan son de nuevo los pobres, los que no tienen voz, los más débiles, entonces todo continuará como antes o peor que antes. Seguir creyendo que el mercado libre puede regularlo todo es una locura: las terribles desigualdades, los feroces nacionalismos, el egoísmo y el racismo, el debilitamiento de la sanidad y de la educación públicas, el desprecio de la solidaridad, son el resultado de este neoliberalismo rapaz. Un virus invisible ha sido suficiente para poner al mundo de rodillas y mostrar sus contradicciones…”.
Brigitte Bardot
Actriz y activista pro derechos de los animales
“Hay 5.000 millones de seres humanos de más en el planeta. Y somos la única especie que ha conseguido hacerse detestar por todas las demás”
También es un momento clave -sostiene el profesor de Literatura italiana en la Universidad de Calabria y asiduo de Harvard, Yale o La Sorbona- para parar y templar. Aviso a navegantes: “El confinamiento ha frenado el ritmo de nuestras vidas. Es una oportunidad para apreciar los beneficios de la lentitud, de la reflexión, del recogimiento: leer un libro, escuchar música, admirar una obra de arte es la mejor manera de cultivar la propia humanidad. Lejos de nuestros familiares y amigos, nos estamos dando cuenta de que necesitamos de los otros para vivir. Son valores que la literatura y los demás saberes injustamente definidos como inútiles —porque no producen ganancias— nos recuerdan desde siempre”, explica Ordine, que aconseja no olvidar las posibles lecciones aprendidas: “Para ser mejores no debemos olvidar lo que hemos aprendido. En tiempos de pandemia, nos enseña Camus, se toma conciencia sobre todo de los sufrimientos y de las injusticias que afligen a los humillados. Y esto hay que recordarlo. Los libros se escriben, como explica Stefan Zweig, para no olvidar la solidaridad: ‘Los libros solo se escriben para, por encima del propio aliento, unir a los seres humanos, y así defendernos frente al inexorable reverso de toda existencia: la fugacidad y el olvido’. La literatura y el conocimiento son instrumentos esenciales para mantener viva la lucha de la memoria contra el nefasto poder del olvido”.
Juan Gabriel Vásquez (Bogotá, 1973) lleva dos meses encerrado en su apartamento de la capital de Colombia. El escritor y autor de Canciones para el incendio es bastante pesimista ante el mundo poscoronavirus: “Habrá una regresión a una mentalidad tribal”, apunta. Y añade: “La globalización nunca ha estado libre de problemas, pero en los últimos 30 años había venido de la mano de diversas aperturas —mentales, culturales, políticas—; la pandemia, que nos sorprendió en pleno auge de nuevos nacionalismos, en pleno regreso a las políticas de la identidad, echará por tierra esas conquistas. Fortalecerá la mirada hacia dentro, dará oxígeno a las xenofobias y prestará coartada a la politización de todo: de las migraciones a los tratados de libre comercio. Volveremos a una mentalidad de fronteras”.
“Nos espera una sociedad desconfiada y, sobre todo, desorientada: que no sabe dónde está la verdad porque se ha entregado de buena gana a la desinformación de las redes sociales”, añade Vásquez. “La pandemia nos ha puesto frente a una idea que les causa alergia a los políticos: hay situaciones donde solo se pierde. En la sociedad del coronavirus, el triunfador en política sanitaria es el verdugo en política económica, y viceversa. Eso ha conducido a nuestros líderes a la parálisis, la negligencia o el autoritarismo”. En su opinión, la conclusión es clara: “Los ciudadanos dependemos más que nunca de nosotros mismos. Nos hemos dado cuenta del profundo efecto que tiene nuestro comportamiento en los otros. Esto puede ser una razón para el optimismo”.
Ferran Adrià (Hospitalet de Llobregat, 1962) fue el mejor cocinero del mundo al frente de elBulli. Nunca dejará de serlo, morirá con el delantal puesto. Pero desde hace un tiempo es mucho más que eso. Ahora es un investigador (metido de lleno en el proyecto Sapiens,cuyo lema podría ser “Comprender para innovar, innovar para comprender”). El habitual volcán dialéctico retumba desde el otro lado del teléfono: “El tema prioritario es que queremos la vacuna y la queremos mañana. Y esto va a marcar mucho la prioridad en inversiones, en inteligencia artificial, en biotecnología, en biología molecular, en genética y en innovación disruptiva; o sea, la innovación de verdad. En los últimos 10.000 años hemos logrado lo que hemos logrado siempre gracias a la innovación, y lo demás son cuentos extraños”. Otro ‘eje’ prioritario de preocupación a ojos de Adrià de cara a contrarrestar los terribles efectos económicos que se esperan es el de la capacidad real de gestión empresarial… o la falta de ella: “A nivel económico y empresarial, hay que hacer entender a cualquier emprendedor que el tema de la gestión es imprescindible. Cualquier persona que monte una pequeña empresa tiene que tener nociones de lo que es la gestión, aunque sean pequeñas. La supervivencia económica pasa por esto. El 50% de las pymes no dura ni cinco años. El 22% no dura dos años. Esto son datos, ¿eh?, y tiene mucho que ver con la gestión. Eso de ‘esto me lo lleva mi gestor’, no, esto no funciona así. Nos hace falta una auténtica cultura de la empresa”.
En cuanto al ritual de comer, beber y disfrutar juntos, el cocinero lo tiene así de claro: “La idea de juntarse en un restaurante va a seguir viva. Durante un tiempo habrá que tener cuidado con las multitudes, pero volverá. La gente va a tener ganas de vivir la vida otra vez”. Eso, siempre que la industria turística logre superar los graves peligros que se ciernen sobre ella, aclara: “Hay que defender el turismo. España es muy buena en innovación turística. Oír decir ahora a algunos que no, que ya lo predijeron, y que si el turismo no, y que si tal… es un drama. El turismo es básico para este país y hay que invertir en él”.
Giovanna D’Esposito
Presidenta de Uber / Sur de Europa
“La combinación de distintas alternativas de movilidad, VTC, taxis, patinetes, motos y bicicletas, incluyendo al transporte público será clave para una vuelta a la normalidad segura y sostenible”
La voz efervescente de Miquel Barceló (Felanitx, Mallorca, 1957) se cuela por teléfono desde su casa-taller de Artà, en Mallorca, donde lleva dos meses confinado. El artista español de mayor reconocimiento internacional explica: “A todo lo que es mercado le va a afectar muchísimo esta crisis, y por lo tanto al mercado del arte también. Yo lo que espero es que de aquí salga algo bueno sobre todo en el terreno espiritual, que cambien cosas a nivel de la exigencia humana. Pero bueno, lo vamos a pasar fatal. Y no hablo ni de España ni de Europa. Hablo del mundo en general. Porque nosotros nos creemos que estamos como un poco al final de esto —que si desconfinamiento, que si desescalada; por cierto, palabras feísimas, yo no sé quién las escoge, deberían pedir a alguien como Pere Gimferrer que escoja los términos importantes—, pero en sitios como Asia o África aún no se ha visto ni lo que puede llegar a pasar. Yo creo que no estamos al final de nada, sino al principio de algo que puede ser muy largo. Y no somos capaces de ver esto como algo global. Es normal. La gente está hasta los huevos y quiere salir y vivir la vida de antes…, que no estará”.
Leo Messi
Futbolista.
“El fútbol, como la vida en general, pienso que no volverá a ser igual”
Rafa Nadal
Tenista
“¡A mí qué más me da si esto lo arregla Vox, el PP, Podemos o el PSOE! ¡Que nos saque de esta el que sea!”
La vida de antes será… la vida de después en algunos ámbitos, como por ejemplo el de la concepción urbanística y la forma de pensar los edificios. Es la visión del arquitecto británico Norman Foster.(Stockport, Reino Unido, 1935).
— Lord Foster, ¿considera que los edificios y las ciudades podrían verse afectados por la crisis de la covid-19? ¿Cómo?
— Vislumbro una tendencia arquitectónica hacia edificios individuales y comunidades capaces de generar su propia energía de forma independiente. Lo mismo podría decirse del procesamiento de residuos a medida que avanzamos hacia el diseño de proyectos sin emisiones de carbono que protejan el clima. Tras la crisis de la covid-19 veo dos tendencias, una micro y una macro. Llamemos a la micro ‘manos libres’. Hoy las puertas ya se abren automáticamente. Para evitar la transmisión de un virus, recurriremos al reconocimiento facial y a los dispositivos portátiles para cruzar puertas y entrar y salir de ascensores sin tocar nada. Pero esto ya iba a suceder de todos modos, así que terminará siendo parte de nuestra realidad cotidiana. Lo mismo podría decirse del procesamiento de residuos a medida que avanzamos hacia el diseño de proyectos sin emisiones de carbono que protejan el clima.
Enrique Cerezo
Presidente del Atlético de Madrid
“¿Quién se va a meter en un cine o en un estadio sin garantía total de seguridad? Ahora va a haber que reconstruir mentes. Y eso es complejo”
Cristina Garmendia
Presidenta de la Fundación Cotec
“Hay que imbricar a la ciencia con la sociedad. De nada servirá inyectar más dinero si no se gestiona bien”
Preguntado sobre si el mundo se convertirá en un lugar más temeroso, Lord Foster echa mano de la memoria, siempre tan útil de cara al futuro: “Esta situación está siendo descrita como una guerra y se especula mucho acerca de cómo podría cambiar el futuro. Aún tengo recuerdos de la II Guerra Mundial, de cuando caían las bombas del cielo y llevábamos máscaras de gas para protegernos de venenos invisibles. Apenas una década después llegaron la Guerra Fría, la amenaza nuclear y los refugios nucleares. Siempre prevaleció la normalidad y mantuvimos nuestra forma de vida. Crecí con la amenaza de la tuberculosis, en una época en la que aún no existían las vacunas en el mundo occidental. Muchos niños solo podían respirar a través de la dolorosa ayuda de los pulmones de acero, los ventiladores de antaño. Todo volverá a la normalidad, pero con el tiempo, no de la noche a la mañana”.
En eso de que la “vida de antes” no estará coincide el director del Museo Reina Sofía, Manuel Borja-Villel (Burriana, Castellón, 1957), que cree en la necesidad —en la fatalidad— de extraer enseñanzas de lo ocurrido. Lecciones a aplicar en un futuro a corto: “Ya hacía tiempo que bastante gente nos quejábamos de que el sistema en el cual trabajamos en los museos era bastante antiecológico —demasiados viajes, bienales, ferias, traslados…— y no muy democrático —cada vez más, unos pocos artistas, unos pocos galeristas y unos pocos coleccionistas lo controlan absolutamente todo—. Eso al final era limitativo a nivel de conocimiento, ya que la mayoría de las exposiciones no promovían la investigación. Ahora la situación ha cambiado. Ese sistema, al igual que el resto de la sociedad, se ha congelado. Obviamente, como hay mucho dinero detrás, van a seguir las presiones para que vuelvan a los museos todas esas masas de gente, pero al menos durante un año o año y medio eso no se aguanta. Habrá que ir hacia modelos más sostenibles, más democráticos, más colaborativos, más lentos, y donde lo importante sean la investigación, el estudio, el conocimiento”.
¿Qué vamos a hacer el día después? Es la pregunta clave que hace y que se hace Manuel Borja-Villel: “Una de las cosas que han tenido el arte y la cultura es la idea de la multitud, de que tú aprendes con el otro, de que descubres cosas distintas, de que hay culturas distintas en otros lugares… y eso exige verse, no tener miedo al otro, contacto… Pero en una sociedad en la que va a haber un miedo a tocarse, el peligro de que eso se transforme en una especie de aislamiento autoimpuesto es grande. Hay una serie de palabras que van a ser claves –la solidaridad, el cuidado, la fraternidad, pero no una fraternidad paternalista sino una donde haya confianza de los políticos en los ciudadanos, confianza del uno en el otro…-, y por ahí creo que va a ser importante el cambio”.
¿Qué pasará el primer día del resto de nuestra vida? Miguel Falomir (Valencia, 1966), director del Prado: “Hay muchas personas que han dicho y escrito que lo primero que harán cuando salgan es ir al Prado. No sé… Por otro lado, uno piensa que lo lógico después de estar encerrado es irse a espacios y no meterse entre cuatro paredes… aunque sean paredes revestidas de maravillas. Pero a la vez pienso que esa saturación de pantallas y realidad virtual que hemos vivido probablemente nos haya hecho añorar el objeto único, la experiencia real”. Mientras, las previsiones caen como una losa: “Contemplamos una caída del 70% de ingresos propios, que para nosotros son fundamentales porque casi un 70% de nuestro presupuesto procede de ellos. Esto nos pone en una tesitura enormemente complicada”.
La experiencia del contacto humano y de la emoción por el arte ‘en directo’ va a resurgir con fuerza: es la tesis de Juan Ignacio Vidarte (Bilbao,1956), director general del Museo Guggenheim Bilbao desde 1996 y director de Estrategia Global de la Solomon R. Guggenheim Foundation: “Leo y escucho manifestaciones de gente que parece que tiene clarísimo en qué vamos a cambiar exactamente y a la que le gusta hablar de visiones apocalípticas. Claro que va a haber cambios pero a mí me cuesta pensar que después de haber pasado por esto vayamos a prescindir de elementos de nuestra vida que hasta hace muy poco eran fundamentales, formas de socialización, compartir espacios… y dar más valor a cosas que dábamos por asumidas. Yo creo, por ejemplo, que experiencias de disfrute y de contacto como es la visita a un museo se van a revalorizar”. Y matiza Vidarte: “Nosotros, durante todo el confinamiento, hemos tratado de aprovechar esas herramientas extraordinarias que la tecnología digital permite para hacer accesible el museo, y para seguir aportando en la medida de lo posible lo que el arte supone para la gente: inspiración, distracción, consuelo… esto hace que muchas personas accedan por primera vez a contenidos artísticos, y es algo positivo. Ahora, esto no es una alternativa a la experiencia real de ir al museo. Yo creo que lo complementa”.
Thomas Piketty
Escuela de Economía de París
“¿Puede la crisis engendrada por la covid-19 precipitar la adopción de un nuevo modelo de desarrollo más equitativo y durable? Sí, pero a condición de asumir un cambio claro de prioridades”
Carlos Torres
Presidente del BBVA
“La vuelta a la normalidad no está asegurada en el corto plazo en algunos sectores”
El coleccionista y galerista suizo Iwan Wirth (Zúrich, 1970) es uno de los personajes más poderosos en el mundo del arte actual y representa a nivel comercial los legados de Henry Moore, Louise Bourgeois o Eduardo Chillida.“Creo que las ferias de arte seguirán representando un papel muy importante, pero la cuestión estriba en cómo se redefinirá la feria de arte en el futuro después de esta crisis”, explica. “El modelo de feria debería evolucionar”, añade, “este año hemos reducido nuestra presencia como resultado de un modelo de sostenibilidad que pusimos en marcha el año pasado y que tiene en cuenta la huella ecológica de nuestra participación en ferias de arte, de los viajes y envíos de obras que todo ello implica”. Wirth es optimista. “Esta crisis acontece cuando el mundo digital ha experimentado un salto inmenso y nos ha proporcionado herramientas de las que antes no disponíamos. El impacto es significativo para el mundo del arte y para todos los sectores, pero tendremos que seguir innovando y reconfigurando nuestra manera de trabajar para superar estos momentos difíciles”. En ese sentido, el galerista y coleccionista suizo que hizo posible, junto a su pareja, Manuela Wirth, la reapertura del museo Chillida-Leku de San Sebastián, explica cómo Hauser & Wirth se ha ‘puesto las pilas’ en la readaptación al nuevo paradigma: “La necesidad es la madre del ingenio. En todo este tiempo hemos acelerado muchas de las estrategias digitales que estábamos desarrollando. Por ejemplo, hemos organizado doce exposiciones online, hemos lanzado la plataforma virtual HWVR y ArtLab, una nueva división dedicada a la tecnología que ofrece un programa de residencia digital previsto para este año en Los Ángeles. La tecnología no sustituye a las relaciones humanas, por eso hemos mantenido un contacto cercano con nuestro equipo, con coleccionistas y comisarios y con el público en general”.
Iñigo Argomaniz (San Sebastián, 1962). El patrón que lleva el barco de GetIn —una de las mayores promotoras de música en directo en España— lo anuncia con pesadumbre: han cancelado más de 200 shows en España y en América, entre ellos las giras de La Oreja de Van Gogh y de Mikel Erentxun por Estados Unidos, y en España, las de Pablo Alborán y Andrés Calamaro. Argomaniz tiene claro qué segmento de la industria va a sufrir más: “Los artistas y los promotores y los mánagers somos unos privilegiados. Los que realmente van a sufrir son los músicos que acompañan a esos artistas, los técnicos de sonido, los roadies, los equipos de montaje, las salas de concierto pequeñas… En fin, que todo lo que rodea a la música en directo va a ser un auténtico drama. Tenemos un panorama desolador”.
Sanjay Sarma
Vicepresidente de Open Learning en el MIT
“No se trata tanto de reconstruir el mundo, sino de ir adaptándolo según avanza la crisis. De esta manera, saldremos fortalecidos”
¿Y el futuro a medio plazo? “Yo espero que la música siga siendo un lugar de encuentro y de emociones. Eso significa conciertos con público. Para eso no cabrán, según el promotor, medias tintas: “Todo el mundo me habla de los aforos, pero ¿yo qué hago? Puedo llevar a una sala de 500 personas la mitad del aforo… ¿y qué les digo, que no se junten? ¿En un concierto? ¿Y qué más da que haya en La Riviera 2.000 personas o 1.500? Y en los teatros, ¿qué ponemos, una butaca sí y una no? No, la solución no es reducir aforos, sino transmitir a los espectadores por parte de Sanidad y de los promotores que pueden ir tranquilos a un concierto. Hay que aguantar las heridas, y luego volver a los conciertos con las medidas que decida el Gobierno, pero que esas medidas tengan lógica por viabilidad económica y por seguridad”.
David Guetta (París, 1967). Una de las estrellas mundiales de la escena DJ responde a El País Semanal desde su casa de Miami, donde lleva encerrado desde el día en que se declaró la pandemia. Su pronóstico sobre el futuro inmediato de la industria musical no es halagüeño: “Desgraciadamente, creo que vamos a tardar todavía un tiempo antes de que las cosas vuelvan a como eran antes. Cuando la economía empiece a arrancar de nuevo y mientras que las medidas de distanciamiento social sigan en vigor, me imagino que la industria de la música será una de las últimas en recuperarse”. El músico francés que lleva años abarrotando discotecas, clubes y estadios es consciente del impacto de la covid-19 sobre la industria musical: “Pero no creo que debamos apresurarnos en volver a los conciertos o las sesiones de DJ de gran afluencia, solo hay que hacerlo cuando sea seguro del todo”.
Isabel Coixet (Barcelona, 1960) se encuentra encerrada montando su nueva película, Nieva en Benidorm, pero saca tiempo para contestar a El País Semanal: “El coronavirus es la madre de todas las metáforas. De tan evidente, no es ni metáfora. Y nos recuperaremos, claro, pero las grietas —los muertos, el paro, la precariedad, el desmoronamiento de un sistema de vida que creíamos sólido— seguirán ahí. Pero los seres humanos tenemos una incomparable capacidad para el olvido y la frivolidad”. ¿Y la industria del cine? “Pues la dedicada a la exhibición en salas tardará mucho en recuperarse. Mi esperanza es que el público se canse de estar en casa y quiera salir de nuevo a la experiencia de ver cintas en salas de cine. Y claro, la industria enfocada a la televisión y a los contenidos online florecerá, de hecho ya está floreciendo. Pase lo que pase, está claro que habrá que reinventarse, ser más creativos que nunca”.
José Luis Rebordinos (Errenteria, Gipuzkoa, 1961) dirige el Festival de San Sebastián desde 2011. “La industria del cine va a salir muy tocada de todo esto. Rodajes ya empezados no se terminarán nunca. Y más de una sala de cine no volverá a abrir. Me preocupa mucho las consecuencias de esta crisis para el sector de la exhibición”. La edición 68ª del certamen donostiarra tiene fecha de inicio: el 18 de septiembre. Nada asegura que pueda celebrarse en condiciones mínimamente normales. Pese a todo, el ánimo no decae: “Los festivales de cine volverán a ser muy importantes. Al principio será complicado organizarlos. Aforos restringidos, dificultades para tener invitados internacionales, desinfección de salas, alfombras rojas limitadas… Pero volverán a ser esos lugares imprescindibles para el encuentro y el negocio. Y un circuito alternativo de exhibición y promoción de películas”.
De alfombras rojas (aunque alejada de ellas hace una eternidad) sabe mucho uno de los grandes mitos eróticos del cine, desde hace tiempo reconvertida en activista pro-defensa de los derechos de los animales. Brigitte Bardot (París, 1934) escribe a El País Semanal desde su casa en las afueras de Saint-Tropez y se muestra así de combativa e intransigente sobre la relación entre humanos y animales, y sobre el trasfondo ecológico que, a su juicio, presenta la irrupción de la covid-19: “Hay 5.000 millones de seres humanos de más en el planeta. Y somos la única especie que ha conseguido hacerse detestar por todas las demás. El planeta —destrozado, desfigurado, agonizante— nos ha enviado diferentes advertencias: tsunamis, inundaciones, incendios infernales, sequías, canículas, erupciones de volcanes… Pero ningún jefe de Estado ha hecho ni caso, están demasiado ocupados en las relaciones internacionales y económicas, su única preocupación. Y de pronto llega el coronavirus sin avisar, decidido a hacer limpieza en esta superpoblación devastadora. Un virus microscópico que puede aniquilar él solo a una buena parte de los seres humanos del planeta y que no teme a ninguna de esas armas de destrucción masiva inventadas por los hombres para guerras nucleares que pueden destruir el planeta. Como todas las catástrofes, esta era imprevisible y el hombre se ha sentido impotente frente a ella. Pero los animales están a salvo. Es una revancha”.
Y hablando de cine: Enrique Cerezo (Madrid, 1948) es productor de películas y el dueño del principal catálogo de cine español existente, que despacha regularmente a través de su empresa FlixOlé. Pero es además presidente del Atlético de Madrid desde 2003. Está, pues, doblemente autorizado para constatar el desastre y atisbar el futuro: “El problema real es cómo convencemos a la gente de que no le va a pasar nada cuando vaya a un estadio o a una sala de cine. La clave será en que se pueda instalar una confianza por parte del Estado de que el espectador puede ver una película y volver a su casa sano y salvo. Y si no, yo prefiero que siga el confinamiento. Va a haber una desconfianza grande hasta que no inventen una vacuna. Y ese es el problema, el verdadero ‘día después’ para todos nosotros. Y eso en el mundo del cine afecta a la producción, a la distribución y a la exhibición”. Por no hablar del fútbol: “Hay abonados. Si hay 60.000 abonados y el estadio tiene 70.000 butacas, ya me contarás qué vas a hacer. ¿Cuándo va a volver la Liga? ¡Pues a mí que no me lo pregunten, pregúnteselo usted a los médicos, a los técnicos y al comité de seguridad, a ver cuándo calculan que puede ser! Yo, con lo que ellos calculen, monto el lío. Pero si no me dicen nada, pues no lo puedo montar”.
A Leo Messi (Rosario, 1987) no se le van a olvidar fácilmente las sombras de la covid-19, y así se lo contó a El País Semanal: “A casi todos nos queda la duda de cómo va a ser el mundo tras todo lo que ocurrió. Más allá del confinamiento y de la situación que nos agarró por sorpresa, muchísima gente lo pasó realmente mal porque les afectó esta situación de alguna manera, como ocurrió con todos aquellos que perdieron a sus familiares y amigos y ni tan siquiera pudieron casi ni despedirlos. Creo que hubo muchas cosas negativas en esta crisis, pero no puede haber nada peor que perder a las personas que más querés, eso me crea una frustración enorme y me parece lo más injusto de todo”.
—Oiga, el fútbol… ¿cree que quedará tocado o volverá a ser el de antes?
—El fútbol, como la vida en general, pienso que no volverá a ser igual.
Todos los que hemos vivido esta situación recordaremos lo que ocurrió de una u otra manera. En mi caso, con un sentimiento de pena y frustración para con aquellos que sufrieron más por la pérdida de sus seres queridos. Y también con el agradecimiento infinito a todas las personas que lucharon para combatir el virus desde los centros sanitarios. El fútbol y el deporte en general seguro que se ven afectados. En la parte económica porque hay empresas que están relacionadas con el mundo del deporte que quizá van a tener una situación más compleja tras el coronavirus. Y en la parte del desempeño profesional porque la vuelta a los entrenamientos, a las competiciones y a lo que antes se hacía de una manera normal, ahora se va a tener que implantar de nuevo, pero de manera progresiva. Será una situación extraña para nosotros los deportistas y para cualquiera que tenga que cambiar sus dinámicas habituales de trabajo.
En las predicciones de Messi incide alguien que le conoce bien. Inma Puig fue la psicóloga del Barça desde la temporada 2003-2004 hasta 2018 (Messi debutó en octubre de 2004). “El deportista se entrena con un objetivo que es competir en mayúsculas. A la mayor parte de los deportistas profesionales lo que les gusta es competir. Si tomamos como ejemplo a un jugador de fútbol, lo que le gusta es jugar, no entrenar. Entrenar es la obligación, jugar es el deseo. Cuando se para la competición, se entrenan sin objetivo inmediato. Además, el deportista profesional está acostumbrado a jugar para el público, y la ausencia de aficionados puede influir en el deseo de jugar… y en su rendimiento en algunos casos”.
Rafa Nadal (Manacor, Mallorca, 1986), para muchos simplemente el mejor deportista español de la historia, opina que el futuro tiene que ser ni más ni menos como el pasado: “Me imagino las pistas y los estadios llenos, que es como me gusta verlos. Hay que ser pacientes y encontrar la medicina, pero yo no creo en eso de buscar una nueva normalidad. La nueva normalidad será la que nosotros aceptemos. A mí me gusta ver gente, abrazarme con la gente, compartir con la gente…, y tenemos que buscar esto otra vez. No podemos conformarnos solo con cumplir eternamente medidas de distanciamiento”, comenta por teléfono desde su casa en Mallorca.
Uno de los problemas específicos provocados por esta crisis que han impactado en el mundo del tenis es el de la interrupción abrupta de todo el circuito profesional y la subsiguiente situación de los jugadores alejados del Top-100. Una ‘operación socorro’ fue puesta en marcha por los que sí están en lo alto del escalafón: “Yo formo parte del Consejo de Jugadores y creo que tenemos una responsabilidad para intentar ayudar a que el deporte prevalezca de la mejor manera posible”, explica Nadal. “Se han tomado diferentes medidas, y una de ellas es la de crear un fondo para que los cien mejores jugadores del mundo aporten una cantidad de dinero para poder ayudar al resto de jugadores, que lo están pasando mal y están viviendo situaciones difíciles, y a muchos trabajadores de la ATP. Se trata de un fondo para ayudar al mundo del tenis en general, no sólo a jugadores. En los momentos difíciles estás obligado a pensar en el que está peor que tú”. Al final, cinco millones y medio de euros fueron recaudados para ayudar a un total de 800 tenistas profesionales (400 hombres y 400 mujeres).
Isabel Coixet
Cineasta
“El ser humano tiene una enorme capacidad para el olvido, todo oscilará entre cautela y ‘carpe diem”
Nadal está preocupado. También enfadado. “Viene un futuro muy complicado y vamos a necesitar de la experiencia de los mejores para salir de esta”, explica por teléfono desde su casa de Mallorca. “Tengo las opiniones muy claras, pero desgraciadamente no puedo pronunciarme sobre si las cosas se están haciendo bien, muy bien, mal o fatal, porque la realidad es que lo que yo diga al final se toma como un tema político. Estamos en un momento tan sensible que todo se politiza. ¡A mí qué más me da si lo hace bien Vox, el PP, Podemos, el PSOE, Ciudadanos o el que sea! Me da igual Casado, Abascal, Arrimadas, Iglesias o Sánchez. Que nos saquen de esta y que tengamos el menos número de muertes posible y el menor impacto económico posible. Pero hay un problema en la política, y es que los que toman decisiones, desgraciadamente, siempre lo hacen pensando que hay nuevas elecciones. En un mundo ideal sería muy positivo que, en una situación así, los que tomaran las decisiones fueran los mejores en cada ámbito y sin ninguna aspiración política”.
Exministra de Ciencia e Innovación (2008-2011) en el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y actual presidenta de la Fundación Cotec para la Innovación, Cristina Garmendia (San Sebastián, 1962) tiene claro que el presente y el futuro habrán de pagar por ciertos errores del pasado: “Si recordamos la crisis de 2008, no cabe el optimismo. Mientras los países de nuestro entorno respondieron redoblando su apuesta por el conocimiento, en España respondimos con recortes. Ni siquiera la recuperación económica cambió la tendencia. La diferencia ahora es que la pandemia ha hecho evidente la relación entre la I+D+i y la salud pública. Al principio todo el mundo miró al sistema sanitario, ahora empieza a mirar al sistema científico y tecnológico, exigiendo test, tratamientos y vacunas. Sería lógico que esta atención trajera un mayor interés del ciudadano por la inversión en conocimiento, lo que a su vez traería más inversión pública y más estímulos a la inversión privada”.
En su opinión, no solo necesitaremos más inversión, también necesitaremos una mejor organización. “¿Qué nos falta? Saber priorizar en el reparto de los recursos, que son finitos; provocar alianzas de talento y redes de cooperación; imbricar a la ciencia con la sociedad. De nada sirve inyectar más dinero si no se gestiona bien. En España los sucesivos Gobiernos solo ejecutan la mitad del presupuesto público para I+D disponible, año tras año”. Y un asunto que le preocupa sobremanera: la brecha educativa. “El confinamiento ha obligado a hacer una transición digital de urgencia, instaurando un modelo de escuela en casa. La consecuencia inmediata ha sido que las brechas de aprendizaje que ya existían se han ensanchado y han aparecido otras nuevas. Los alumnos de familias con menor nivel socioeconómico se quedan más descolgados. Y algo preocupante: hemos analizado las respuestas de los directores de los centros en la encuesta PISA 2018 y hemos visto que los centros públicos parten con notable desventaja respecto a los privados y concertados para la transición digital”.
El mismo convencimiento decidido sobre la necesidad de una apuesta por la inversión en educación exhibe el presidente del BBVA, Carlos Torres (Salamanca, 1966), para quien “La vuelta a la normalidad no está asegurada en el corto plazo en algunos sectores”. “Y en concreto en el sanitario”, añade, “espero que la crisis sirva para estar mejor preparados a futuro, desarrollando protocolos de respuesta y una mayor capacidad hospitalaria y de equipamiento médico”.
El actual patrón del BBVA también considera indispensable una mirada más sostenible en el mundo de la empresa y las finanzas de cara al futuro a medio plazo: “Hay que aprender una lección de lo ocurrido: cosas que damos por hechas pueden desaparecer de un plumazo, y eso nos obliga a trabajar más por la sostenibilidad de nuestras actividades. Una rápida recuperación debe basarse en un modelo de desarrollo más sostenible e inclusivo”.
¿Digitales o analógicos? Pues a buen seguro un híbrido de ambas condiciones. La estrategia de digitalización sin ‘peros’ y sin frenos es una de las prioridades de Torres en el devenir del banco que preside, pero existen matices: por ejemplo, en lo que tiene que ver con el trato humano: “La banca digital ha sido esencial para nuestros clientes en el confinamiento. Esta tendencia continúa, se acelera y es aplicable a multitud de sectores. Pero también hemos visto que nada puede sustituir a la interacción personal: la cercanía, comprensión y seguridad que aporta”.
Para Carlos Torres, la recuperación económica será la que se siembre en el presente, de forma inmediata: “Con apoyo decidido a empresas para evitar que cierren y se pierda el empleo; con un proceso de salida que permita ritmos de crecimiento elevados lo antes posible; con soluciones creativas para sectores que se han visto fuertemente impactados, como el turismo”.
En Telepizza, la popular compañía que preside Pablo Juantegui (San Sebastián, 1961), la crisis de la covid-19 ha supuesto un reaprendizaje en toda regla. “Nos ha obligado a aprender maneras de hacer lo que hemos hecho siempre, pero como nunca lo hemos hecho”, explica este ejecutivo donostiarra que controla 3.000 tiendas en todo el mundo y que no ha dejado de repartir comida rápida desde el principio del confinamiento mediante el protocolo denominado cero contacto. “Soy optimista, pero me echo a temblar pensando en qué mercado nos vamos a encontrar. Va a haber un impacto enorme. El nivel de paro va a ser brutal en general. Y nosotros concretamente nos estamos preparando para un nuevo consumidor, porque vamos a una situación a la que nunca nos hemos visto enfrentados y que no va a afectar por igual a todo el territorio español. La profundidad de la herida va a ser mayor en zonas como Levante o Andalucía, zonas que son mucho más dependientes del sector servicios de lo que están el norte de España o Madrid, con niveles de industrialización distintos. El efecto en Andalucía y Levante será devastador. Nos vamos a encontrar un consumidor con una sensibilidad brutal al precio… y habrá que hacer milagros. Y adaptarse. Ya lo hicimos en la crisis de 2008-2009, y eso que fue jodida, ¿eh? Esta crisis va a ser más profunda pero más corta. Vamos a vivir un 2021 muy complicado”.
Para Giovanna d’Esposito, presidenta de Uber para el suroeste de Europa, no bastará con establecer protocolos de seguridad. “Tenemos que asegurarnos de que estos protocolos se cumplen, y aquí es donde la tecnología puede desempeñar un papel muy importante. Hemos lanzado Checklist, una nueva funcionalidad con la que el conductor tiene que confirmar en la aplicación que ha seguido paso a paso el protocolo de seguridad que establezca la Administración para poder conectarse. Para el cumplimiento del uso obligatorio de mascarilla hemos desarrollado una tecnología de reconocimiento de objetos que confirmará, a través de un selfi, que conductores y repartidores llevan la mascarilla antes de conectarse”.
Una de las tendencias que los directivos de Uber han observado en los primeros países que salieron del confinamiento y donde la actividad económica se está recuperando poco a poco es la siguiente: “Mucha gente está eligiendo servicios como Uber (ya sea en VTC o taxi) para sus desplazamientos diarios al trabajo, muchas veces en sustitución del transporte público. También se observa un repunte del uso del vehículo privado, un fenómeno comprensible por la necesidad del distanciamiento social, pero que puede jugar en contra del gran reto que tenemos por delante: el de reducir drásticamente el uso del vehículo privado en nuestras ciudades”, argumenta D’Esposito.
Maribel Rodríguez, vicepresidente senior de la Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC) alerta de entrada: la pandemia de la covid-19 ha tenido un impacto sin precedente en la economía global. “Sus efectos”, explica, “son de gran magnitud y comparados por algunos especialistas como popios de una guerra”. Rodríguez cuenta cómo “el WTTC estima en 100 millones el número de empleos que están en riesgo de desaparecer a nivel global, debido a los efectos negativos de la pandemia. Tan solo España tiene en riesgo más de un millón de empleos”.
En cuanto a si la covid-19 marcará un antes y un después en el hecho de viajar, explica: “Estamos ya visualizando cómo será el viaje del futuro pero lo que está claro es que habrá que incorporar el componente sanitario en la experiencia del viaje. La “nueva normalidad” del turismo incluirá acciones como la aplicación de test antes de abordar un avión y al momento de arribar a un destino, distanciamiento social en terminales aéreas, en salas de última espera y durante el embarque, así como el uso de máscaras a bordo y acciones de limpieza intensivas. Estas medidas, se combinarán con el rastreo de contactos, a través de una aplicación móvil, que permitirá que los vuelos salgan de los aeropuertos sin covid-19”.
Y pasa a desgranar los detalles del viaje del futuro: “Los hoteles tendrán medidas para garantizar estándares de limpieza y seguridad para los huéspedes, que incluirán limitar la interacción con personal del hotel, el uso de toallas a base de alcohol, estaciones desinfectantes para manos, distanciamiento en elevadores, gimnasios, restaurantes, buffets y el pago sin contacto, por medios electrónicos en lugar de efectivo. En el caso de los cruceros, las medidas sanitarias deberán garantizar barcos libres de covid-19, con tripulación que usará guantes en todo momento, distanciamiento social en sus instalaciones, además de limpieza frecuente de las habitaciones. Lo mismo harán los trenes”.
Sanjay Sarma es vicepresidente de Open Learning en el Massachusetts Institute of Technology, uno de los centros de investigación científica y tecnológica más prestigiosos del mundo. Dirige el grupo de trabajo MIT Leadership, cuyo objetivo es ayudar a la institución a transitar hacia la enseñanza a distancia. Han tenido que hacer de la necesidad virtud: “Echamos mucho de menos ver en persona a estudiantes y colegas. Pero lo maravilloso de este lugar es la pasión por encontrar soluciones a grandes desafíos. Gracias a la creación de formatos educativos como los cursos online masivos y abiertos y los webinars [seminarios web], hemos convertido muchos de nuestros eventos presenciales en exitosas experiencias digitales y hemos creado clases virtuales. El Abdul Latif Jameel World Education Lab del MIT acaba de finalizar una cumbre internacional sobre educación online de un mes de duración que comenzó siendo una conferencia presencial de una semana”.
Marie-France Hirigoyen (Coulaines, Francia, 1948). “La interrupción brutal de una vida normal ha desestabilizado a muchas personas. A los más frágiles, por un exacerbamiento de sus síntomas anteriores. Y a todos nosotros porque hemos perdido nuestras certidumbres”. Es el diagnóstico de la gran psiquiatra y psicoanalista francesa, autora del reciente libro Los narcisos han tomado el poder y que acuñó en 1998 el concepto de acoso moral. “Los síntomas que los psiquiatras nos estamos encontrando son, sobre todo, problemas de sueño y problemas de ansiedad que pueden llegar a convertirse en ataques de pánico. La angustia procede del hecho de que el peligro es invisible y puede encontrarse en todas partes, lo que nos lleva a temer por nuestra muerte y la de nuestros seres queridos. El confinamiento ha venido a interrumpir de forma brutal nuestras exigencias de libertad individual y nuestra intolerancia a la frustración. Nos ha dado una lección de humildad y nos ha recordado nuestra fragilidad”.
En este punto, Hirigoyen quiere evocar ese mundo narcisista que describe en su último libro: “En ese mundo, desbordado por las interacciones y por el consumo, no hay espacio para pensar. Confinado en casa, uno está confrontado a lo que de verdad es. Para ciertas personas muy activas y al borde del burnout, el confinamiento les ha aportado al principio una forma de paz y de serenidad, desculpabilizándolas de su aspiración a tener menos presión”.
¿Cómo y cuánto nos han cambiado la pandemia y todos sus flecos? A nivel profesional y como millones de personas, desde luego su colega barcelonesa Inma Puig lo ha sufrido en carne propia: “Hay una frase de Mario Benedetti que describe cómo nos encontramos ahora: ‘Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, nos cambiaron las preguntas”, explica. “En mi trabajo como psicóloga clínica, ya están asomando también los cambios. Cambios en el aumento de la demanda y los motivos de la misma. La incertidumbre genera un aumento de la ansiedad y el aumento de la ansiedad genera un aumento de la demanda. Pero para mí, el gran cambio es trabajar online. Esto implica cambios en un gran número de profesiones, pero en la de terapeuta son especialmente significativos, concretamente en lo que se refiere al setting o encuadre. No es lo mismo desplazarte a la consulta del profesional para recibir terapia que estar en tu casa y recibir al terapeuta a través de la pantalla”.
Inma Puig considera “ardua” la tarea de intuir cómo van a transcurrir las cosas: “Es difícil predecir el futuro desde un presente condicionado por el pasado. Sí está claro que futuro e innovación van de la mano. Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, innovar es hacer aquello que ya se hacía con anterioridad con intención de mejora, y esta situación ha puesto en evidencia que hay muchas cosas en las que es imprescindible innovar o, lo que es lo mismo, mejorar”. También cree que es el momento de hacernos las preguntas trascendentales. “Una pregunta habitual es qué hay que hacer, pero hay algo más importante que saber qué es lo que hay que hacer: saber lo que no hay que hacer para no incurrir en iatrogenia, palabra que utilizamos poco, pero en la que incurrimos a menudo. Ahora es como si estuviéramos en una partida de ajedrez. Y en toda partida de ajedrez los primeros movimientos son los que marcarán los movimientos posteriores y, en numerosas ocasiones, el devenir de la partida. El presente nos sorprende, entre otras cosas, con aplicaciones que miden las emociones en tiempo real. Y el futuro nos deparará cosas que ni siquiera alcanzamos a imaginar”.
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